Una hermosa analogía del Élder Uchtdorf nos enseña lo que significa verdaderamente ministrar

Entre los emocionantes cambios en la forma en que ministramos, se encuentran quienes tenemos que ministrar. Las mujeres jóvenes de 14 años en adelante ahora pueden servir como hermanas ministrantes con la Sociedad de Socorro. Parece que va a pasar mucho tiempo, ya que los hombres jóvenes han tenido la oportunidad de servir en esta función desde hace muchos años.

Cuando mi hija de 14 años se enteró de los cambios, puso su puño en alto. Esa emoción por la ministración será contagiosa. Las mujeres jóvenes de hoy son fuertes y sabias, un recurso sin explotar de fe y apoyo. Su perspectiva única y luz  demostrarán ser una bendición en las vidas de las mujeres de toda La Iglesia.

Ministrar a la manera del Señor, es lo que necesitamos

El propósito de la Sociedad de Socorro es salvar las almas, como José Smith lo proclamó proféticamente. Con caridad en nuestros corazones y las expresiones de caridad en nuestras manos, podemos llevar la infinita gracia de la Expiación a nuestras hermanas. Todos la necesitamos. Cada uno de nosotros necesita Su paz, Su fortaleza y Su amor. Cada uno necesita ser visto. Todos necesitan la oportunidad de dar un paso más hacia Cristo.

El propósito  de la Sociedad de Socorro es preparar a las mujeres para las bendiciones de la vida eterna. Lo logramos al hacer y guardar convenios. Lo logramos al acercarnos a Jesucristo.

Como hermanas ministrantes, tenemos el privilegio de trabajar codo a codo con nuestro Padre Celestial y Jesucristo en la gran obra de salvar almas. Podemos sentir que nuestra parte es insignificante. Pero, para Ellos, no lo son.

Una vez, el Élder Uchtdorf compartió una historia sobre una gran estatua de Jesucristo en un pequeño pueblo que fueconsiderablemente dañada durante un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial. Pudieron reparar la estatua excepto por las manos. En lugar de hacerle nuevas manos o derribar este símbolo de fe, las personas de ese pueblo agregaron estas palabras en la base de la estatua: “Ustedes son mis manos.”
"Esa historia encierra una profunda lección", dijó el Élder Uchtdorf. "Cuando pienso en el Salvador, a menudo me lo imagino con las manos extendidas para consolar, sanar, bendecir y amar... Eso es lo que hizo durante Su vida mortal; es lo que estaría haciendo si viviera entre nosotros hoy; y es lo que debemos estar haciendo como discípulos Suyos...nuestras manos pueden ser Sus manos; nuestros ojos, Sus ojos; y nuestro corazón, Su corazón."
Es una concepto maravilloso el ser las manos de Jesucristo y hacer las mismas cosas que Él haría si estuviera entre nosotros. Maravilloso y aleccionador ¡Eso es!

Pero no solo se trata de las hermanas a las que servimos. El Élder Uchtdorf continuó diciendo: "Al extender nuestras manos y nuestro corazón hacia los demás con amor cristiano, nos sucede algo maravilloso. Nuestro propio espíritu llega a ser sanado y se vuelve más refinado y fuerte. Somos más felices, más pacíficos y más receptivos a los susurros del Santo Espíritu."

La ministración no es solo la manera en que los demás pueden acercarse a Cristo, sino también de cómo nosotros podemos hacerlo. Y cuando sentimos Su amor, nosotros, a su vez, deseamos dar ese amor a los demás.
"Al contemplar con reverencia y asombro la forma en que nuestro Salvador nos abraza, nos consuela y nos sana, comprometámonos a ser Sus manos, para que, por medio de nosotros, las demás personas sientan Su amoroso abrazo."
Apoyo esa conmovedora súplica del Élder Uchtdorf.

Espero que al terminar este artículo salga con una comprensión más profunda de lo que significa la ministración y de su función divina en esta obra. Espero que puedas ver las bendiciones que vendrán a las hermanas que mnistren y a ustedes, cuando voluntariamente se comprometan a llegar a ser las manos de Cristo para su entorno. Y espero que sepas cuán amado realmente eres por Dios y Su Hijo. Es por eso que se nos pide que ministremos, porque nos aman y desean que todos nosotros nos acerquemos a Ellos, una llamada a la vez, un mensaje de texto a la vez y una impresión a la vez.

Esto es ministrar. Se trata de hacer lo que los demás necesitan y eso es exactamente lo que necesitamos.

Artículo originalmente escrito por Michelle Wilson y publicado en ldsliving.com con el título “A Beautiful Analogy from Elder Uchtdorf That Teaches Us What True Ministering Means.”. Traducido al español por Dastin Cruz para mundosion.org

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