El Salvador resucitó, como todos resucitaremos. Él sufrió a fin de poder socorrernos en todas nuestras pruebas. Él pagó el rescate por nosotros como hijos del Padre Celestial para que podamos ser liberados de la muerte y el pecado.
La "esperanza viva" (1 Pedro 1: 3) que nos da la resurrección es nuestra convicción de que la muerte no es la conclusión, sino un paso necesario de la mortalidad a la inmortalidad. Todos debemos alabar a Dios por la resurrección asegurada que hace que nuestras separaciones mortales sean temporales y que nos dan la esperanza y la fortaleza para seguir adelante.
Damos gracias a Dios por su Hijo, por Su misión en la mortalidad y por Su ministerio como el Señor resucitado. Testificamos que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Él es nuestro Creador, Salvador y Redentor, Abogado ante el Padre y Libertador. Un día regresará para gobernar y reinar como Rey de reyes y Señor de señores.
Fuente: www.mormonnewsroom.org
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