Qué sucedió cuando un Testigo de Jehová intentó convertir a misioneras Santos de los Últimos Días

Una tarde alguien llamó a mi puerta. Cuando lo abrí, descubrí a un par de misioneros Santos de los Últimos Días con amplias sonrisas de pie en la puerta de mi casa. Los invité a entrar, pero no fue lo que yo llamaría una reunión cordial. Ellos enseñaron, y yo firmemente refuté sus enseñanzas. Se fueron, para nunca regresar. En retrospectiva, me siento mal por lo que ocurrió. Pero habían llamado a la puerta de un Testigo de Jehova comprometido. Ciertamente no iba a perder la oportunidad de enseñar y testificar a mis jóvenes y desinformados amigos.

Unos meses más tarde tocaron otra vez mi puerta. Esta vez fui saludado por hermanas, en lugar de élderes. Descubrí que vivía en un departamento que aparentemente había sido ocupado anteriormente por una familia de Santos de los Últimos Días menos activa, y los misioneros estaban buscando a los miembros que "se habían salido del redil", por así decirlo. De ahí las dos visitas en tan poco tiempo.

Al igual que con los élderes, invité a las hermanas misioneras. Supongo que esta vez me comporté un poco mejor, pero por poco. Una vez más, hablamos, discutimos, y fuimos en gran medida improductivos. Sin embargo, ellas volvieron y nos hicimos amigos. Y, con el tiempo, me encontré desarrollando respeto por los misioneros y también por los miembros de la Iglesia SUD. Y, a pesar de que sentía que su conocimiento de la Biblia era sumamente escaso, no podía negar la bondad de las personas que había conocido.

A modo de confesión, tengo que admitir que les permití entrar a mi casa y pasé meses discutiendo sobre su religión, no porque estuviera buscando algo que sentía que me faltaba, sino realmente por otras dos razones. Primero, pensé que podría convertirlos, y estaba preparado para el desafío. (¡Claramente, estaban pensando lo mismo sobre mí!) Segundo, la literatura de los Testigos de Jehová a menudo proporciona información para sus miembros sobre otras religiones; pero casi no había nada en la literatura sobre los mormones. Eso me pareció extraño, muy extraño, y por eso sentí curiosidad por saber un poco más sobre lo que creen los mormones.

Cuando un desafío para ser bautizado se convirtió en un fiasco

A menudo escuchas de misioneros que desafían a sus investigadores a bautizarse en su primera lección o charla. Este no fue el enfoque que las misioneras usaron conmigo. Por el contrario, tomaron las cosas muy lentamente conmigo. Nos movimos metódicamente de una discusión a la siguiente, y estuve de acuerdo con muy poco de lo que compartían. Después de meses de enseñar y de estar en desacuerdo, una de las hermanas me preguntó si "seguiría el ejemplo establecido por Jesucrsito y me bautizaría". Estallé en carcajadas porque la pregunta era absurda, ¡tan absurda que pensé que era una broma! Seguí riendo por un tiempo hasta que me di cuenta de que era el único que se estaba riendo. La hermana Bonny, que había hecho la pregunta, ahora lloraba abiertamente.

Rápidamente me disculpé y les dije a las hermanas que, aunque las respetaba mucho, después de hablar con ellos durante meses, estaba más seguro que nunca de que tenía la verdad. Sus esfuerzos por enseñarme solo me habían convencido más de que mi Iglesia era verdadera y que la de ellos no. Además, ¿Cómo podía ser bautizado cuando no estabamos de acuerdo en nada? La hermana Bonny se disculpó y corrió al baño. Su compañera la siguió rápidamente, pero primero se tomó el tiempo para decirme que yo era un "cretino". Aunque había muy pocas cosas con las que las hermanas me habían enseñado que podía estar de acuerdo, desafortunadamente, tenían razón sobre esto: ¡fui un cretino!

Sintiendo el Espíritu por primera vez

Después de lo que me pareció ser una eternidad, las dos hermanas misioneras salieron del baño, recogieron sus cosas y se prepararon para irse. Pero justo antes de irse, la Hermana Bonny se volvió hacia mí y dio su testimonio. Su compañera hizo lo mismo. ¡Estaba absolutamente abrumado! He sido activo en la fe de los Testigos de Jehova durante unos 12 años, pero puedo decir honestamente que esta fue la primera vez que podía recordar haber sentido el Espíritu.

Vino con tanto poder y certeza que no pude desestimarlo. De hecho, me sorprendió la fuerza y ​​la certeza de los testimonios de las misioneras. Y sin embargo, ¿Cómo podían estas jóvenes estar tan seguras cuando tuvieron muchos problemas para apoyar de la Biblia la doctrina más básica de los Santos de los Últimos Días? No tenía sentido para mí. Y sin embargo, curiosamente, ya no estaba seguro de tener todas las respuestas. Hace treinta minutos sabía que tenía razón y que estaban totalmente equivocados. Ahora me paré frente de las dos jóvenes de 22 años, y supe que sabían más que yo.

Hallando la humildad para finalmente escuchar

Las hermanas tomaron sus cosas y se fueron; e inmediatamente me encontraba a mi mismo haciendo una búsqueda profunda de mi alma. ¿Cuántas cosas había desestimado que ahora necesitaba ir y regresar, por primera vez, a escuchar y considerar sinceramente? ¿Cuántas cosas mi arrogancia me impidió a escuchar? Cuando los pensamientos inundaron mi mente, tuve que confesar que la Iglesia Santo de los Últimos Días, como una religión internacional, estaba ansiosamente comprometida en llevar la verdad del Evangelio a cualquiera que estuviera dispuesto a escuchar. (Como Testigo de Jehova, esto fue algo de suma importancia para mí, y algo que en gran parte asumí que nadie más que los Testigos estaba haciendo).

De repente me di cuenta de que el mensaje de los mormones era unido y claro, algo que la mayoría de las denominaciones cristianas no pueden afirmar. Eran el epítome de la descripción que Cristo dio de Sus fieles seguidores. De repente supe que necesitaba saber más. Me di cuenta de que necesitaba callarme y escuchar; Necesitaba realmente tratar de entender lo que estaban enseñando, en lugar de tratar de refutar cada pequeña cosa que decían. Llamé a las hermanas y las invité a volver preguntando si podríamos comenzar de nuevo. Y así lo hicimos

Empezamos desde la primera lección. Me enseñaron lo que me habían enseñado antes, pero en verdad escuche esta vez, no solo con mis oídos, sino también con mi corazón. Pasaron muchos meses y finalmente me uní a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Debo admitir que no quería hacerlo. Supongo que esa parte obstinada de mí todavía no quería reconocer que durante tantos años creí algo que no era verdad, y enseñé esa visión inexacta del evangelio a mucha, mucha gente. Así que luché por humillarme lo suficiente como para querer ser bautizado, pero lo hice por obediencia a mi Padre.

Renunciando a muchas cosas por abrazar el Evangelio

A decir verdad, más allá de la obstinación, una de las cosas que hizo que la conversión fuera tan difícil fue el temor de tener que alejarme de todos mis amigos, de todas las personas y cosas que, durante tantos años, le habían dado sentido a mi vida y dirección. Aprender que me había equivocado en mis creencias era como quitarme la alfombra de encima, y ​​no solo requería un cambio en mis creencias doctrinales: requería un cambio completo en mi vida. Iba a perder mucho para abrazar lo que sentí que había ganado. El solo obtener un testimonio fue un proceso agotador, pero este siguiente paso requeriría mucha fe. Como era de esperar, cuando les dije a los ancianos que presidían la congregación de los Testigos a la que asistí, me uní a la Iglesia SUD, me señalaron que estaba en un estado de apostasía y fui expulsado (que es el término del Testigo para excomulgado). Aquellos que habían sido mis amigos más cercanos ahora me evitaban, y estaba completamente desconectado. Fue muy doloroso. Perdí mucho peso, supongo que debido al estrés, y estaba, de muchas maneras, devastado. Pero, con gratitud, con el apoyo de los muchos misioneros que me habían enseñado, junto con la ayuda de los asombrosos miembros de mi barrio, pude reunir la fe para abrazar lo que ahora sabía que era verdad...

Cuando miro hacia atrás en mi vida antes de mi conversión a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pienso mucho en como Pablo debe de haber estado en el camino a Damasco, determinado y seguro hasta que se deslumbro con una limpieza casi irresistible. Para Pablo, esa pureza vino en la forma del Señor resucitado, pero para mí, vino en la forma de un testimonio transmitido por dos valientes hijas de nuestro Dios.

Fuente: Artículo originalmente escrito por Lee Nobleman extradido del libro "Converted: True Mormon Conversions Stories from 15 Religions" y publicado en ldsliving.com con el título “What Happened When a Jehovah's Witness Tried Converting LDS Missionaries”. Traducido al español por Dastin Cruz para mundosion.org

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