Enciclopedia del Mormonismo: Gracia

Autor: Hafen, Bruce C.
Traducción Libre: DPCS (Administrador del Blog)

Uno de los temas más controvertidos en la teología cristiana es si la salvación es un don gratuito de la gracia inmerecida o se gana a través de las buenas obras. La declaración de Pablo de que "el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley." (Rom 3:28) se cita con frecuencia para apoyar el primer punto de vista, mientras que la declaración de Santiago de que "la fe sin obras es muerta" (Santiago 2:20) es citado a menudo en favor de este último punto de vista. La doctrina de los Santos de los Últimos Días (SUD) de que la salvación requiere tanto de la gracia y de las obras es ademas una demostración de reconciliación racional de estas posiciones contradictorias.

CS Lewis escribió que esta diferencia "es como preguntarse cual de las cuchillas en un par de tijeras es más necesaria" (p. 129). Y de una u otra forma, casi todas las denominaciones cristianas en última instancia, aceptan la necesidad de tanto la gracia como las obras, pero las diferencias de su significado y el énfasis entre las diversas tradiciones doctrinales siguen siendo sustanciales.

La doctrina SUD contiene un sentido afirmativo de la interacción entre la gracia y las obras, que es única no sólo referente a estos conceptos, sino también refleja la singularidad de los puntos de vista del Evangelio restaurado sobre la naturaleza del hombre, la caída de Adán, la expiación, y el proceso de la salvación. Al mismo tiempo, la posición SUD contiene características que son similares a elementos básicos de algunas otras tradiciones. Por ejemplo, la exigencia SUD de que obras como las ordenanzas sean realizadas por la debida autoridad del sacerdocio se asemeja a la enseñanza católica de que sus sacramentos son los requisitos de los canales de la gracia. También el énfasis SUD de la indispensabilidad de la fe personal y el arrepentimiento en una relación directa con Dios se hace eco en las enseñanzas tradicionales protestantes. La posición SUD "no es un eclecticismo conveniente, sino una recuperación [a través de la restauración] de una comprensión del Nuevo Testamento que reconcilia a Pablo y Santiago" (Madsen, p. 175).

El énfasis de la Iglesia en la responsabilidad personal y la necesidad de la obediencia auto-disciplinada puede parecer restar importancia al papel de la gracia de Cristo; Sin embargo, para los Santos de los Últimos Días, la obediencia es más que una hoja de tijera. Toda la teología SUD también refleja la gran premisa del Libro de Mormón de que sin la gracia no hay salvación: "Pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos;" (2 Ne 25:23) . La fuente de esta gracia es el sacrificio expiatorio de Jesucristo: "la misericordia viene a causa de la expiación" (Alma 42:23).

Las enseñanzas de la teología cristiana desde la Edad Media tienen su origen en la creencia de que, debido principalmente a los efectos de la caída y el pecado original, la humanidad tiene una naturaleza inherentemente mala. Tanto en las tradiciones católicas y en las protestantes, sólo la gracia de Dios puede superar este mal natural. Varios escritores cristianos han cuestionado el grado en que el otorgamiento de la gracia vence por completo la naturaleza oscura del hombre. En el siglo V, reflejando su lucha personal con lo que él cree que es su propia naturaleza inherente mala, Agustín vio a la gracia como la única forma de escapar de la maldad de los placeres terrenales y la influencia de este mundo de la "ciudad del hombre". En el siglo XIII Tomás de Aquino fue más optimista, reconociendo las heridas graves causadas por el pecado original, pero también defendió el potencial natural del hombre para lo bueno.

A principios del siglo XVI, Martín Lutero, a través de su lectura de Pablo y reaccionando contra la venta de las indulgencias, llegó a la conclusión de que la fe, un don unilateral de Dios a las personas escogidas, es la verdadera fuente de la gracia y por lo tanto, de la justificación ante Dios. Lutero de este modo (tal vez no intencionalmente) rompió el control de la iglesia medieval sobre la gracia, desencadenando con ello la fuerza política de la reforma protestante. Para Lutero, el esfuerzo individual del hombre de ninguna manera puede "ganar" o en una forma ser parte de la justicia infundida por la gracia. Incluso las buenas obras demostradas en una vida de obediencia a Dios, no son más que los efectos visibles de la gracia. Esta idea influyó más tarde el desarrollo de la ética Puritana en América. Juan Calvino, contemporáneo de Lutero, desarrolló una completa doctrina de la predestinación basada en la idea de Lutero de que Dios escoge unilateralmente a aquellos sobre los cuales Él les da los dones de la fe y de la gracia.

La respuesta católica al desafío de Lutero, rechazó la predestinación y reafirmó de que la gracia es mediada por los sacramentos de la iglesia y que la gracia no puede desplazar completamente la acción humana. Al mismo tiempo, el pensamiento católico subrayó la primacía de la iniciativa de Dios. "La gracia preveniente" opera sobre la voluntad humana antes de que uno se vuelva a Dios; sin embargo, una vez tocado por la gracia, uno sigue siendo libre de cooperar o no. La interacción entre la gracia divina y la libertad humana no está totalmente claro; sin embargo, la gracia aumenta a medida que uno obedece los mandamientos de Dios, y la gracia eleva  las buenas obras naturales de uno hacia acciones de valor sobrenatural en un proceso de regeneración espiritual.

En los últimos años, algunos teólogos protestantes han cuestionado la forma en que un énfasis exclusivo en la gracia inmerecida niega un sentido de la responsabilidad personal. Dietrich Bonhoeffer, por ejemplo, condenó la idea de "la gracia barata", que supone falsamente que ya que "la cuenta se ha pagado por adelantado... podemos tenerlo todo gratis" (The Cost of Discipleship, 1963, p. 45). John MacArthur estaba preocupado de que la evangelización contemporánea promete a los pecadores que "pueden tener la vida eterna aún si continúan viviendo en rebelión contra Dios" (The Gospel According to Jesus, 1988, pp. 15-16). Y Paul Holmer escribió que hacer hincapié en los peligros de las obras es "inadecuado si los oyentes !no están aún intentandolo!. La mayoría de los oyentes de la Iglesia no están en gran peligro de obrar su camino hacia el cielo" ("Law and Gospel Re-examined," Theology Today 10 [1953-54]:474).

Algunos Santos de los Últimos Días han compartido preocupaciones similares acerca de las limitaciones de una visión unilateral de la controversia de la gracia y las obras, al igual que han compartido la preocupación católica sobre una doctrina de la gracia que socava la naturaleza fundamental del libre albedrío. Los Santos de los Últimos Días ven los escritos de Pablo acerca de la insuficiencia de las obras y "las obras de la ley" (Romanos 3: 27-28.) que se refiere principalmente a la insuficiencia de los obras ritualistas de la ley de Moisés "que habían sido sustituidas por los mayores requerimientos del Evangelio [de Jesucristo]"; por lo tanto, Pablo consideraba de manera adecuada muchas de "las formas y ceremonias externas" de la Ley de Moisés como "obras no esenciales" (AF, p. 480). Como el profeta Abinadí declaró en el Libro de Mormón, " la salvación no viene solo por la ley; y si no fuera por la expiación que Dios mismo efectuará por los pecados e iniquidades de los de su pueblo,...inevitablemente perecerían, a pesar de la ley de Moisés" (Mosíah 13:28).

En un sentido más amplio, el apego SUD a la función primordial de la gracia al mismo tiempo que subraya la autonomia [humana] se deriva de una perspectiva doctrinal única sobre la naturaleza y el destino del hombre. Como ha señalado el estudioso reformista John Dillenberger, "Al hacer hincapié en las posibilidades humanas, el mormonismo trajo cosas dentro de la línea, no al abandonar la centralidad de la gracia, sino al insistir en que los poderes [reales] de la humanidad ... reflejan el estado actual de la humanidad como tal .... el Mormonismo trajo la comprensión de lo que se había convertido en un problema insostenible dentro del evangelicalismo: cómo conciliar el nuevo poder de la humanidad con los heredados puntos de vista negativos de la humanidad, sin abandonar la necesidad de la gracia". De esta manera, Dillenberger concluye, "tal vez el Mormonismo... es la auténtica teología de América, por la postura de la autonomia de los grupos evangelicos fundamentalistas en marcado contraste con su concepción heredada de la miseria de la humanidad" (Pág. 179).

En las enseñanzas SUD, la caída de Adán hizo necesaria la redención de Cristo, pero no debido de la caída en si, se hizo al hombre malo. A causa de la transgresión, Adán y Eva fueron expulsados del Edén en un mundo que estaba sujeto a la muerte y las malas influencias. Sin embargo, el Señor reveló a Adán tras su entrada en la mortalidad que "Que el Hijo de Dios ha expiado la transgresión original"; Por lo tanto, los hijos de Adán no fueron malos, sino fueron "limpios desde la fundación del mundo." (Moisés 6:54). Por lo tanto, "todos los espíritus de los hombres fueron inocentes en el principio; y habiéndolo redimido Dios de la caída, el hombre llegó a quedar de nuevo en su estado de infancia, inocente delante de Dios." (D. y C. 93:38).

A medida que los descendientes de Adán y Eva se convierten responsables de sus propios pecados a los ocho años, todos prueban el pecado como resultado de su propia y libre elección. "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios." (Romanos 3:23). A quienes las experiencias acumuladas les lleven a amar a "Satanás más que a Dios" (Moisés 5:28) eventualmente se convertirán en "carnales, sensuales y diabólicos" (Moisés 5: 13; 6: 49) por la naturaleza.

De esta manera, el individuo toma la iniciativa de aceptar la gracia puesta a disposición por la Expiación, el ejercer la fe a través de un  "deseo de creer" voluntario (Alma 32:27). Ese deseo a menudo se despierta al escuchar que otros dan testimonio de Cristo. Cuando se siembra la palabra de Cristo y luego se la nutre a través de la obediencia interactuada con la gracia, tal como se resume a continuación, el individuo puede "llegar a ser santo"  por naturaleza, de esa manera disfrutar de la vida eterna (es decir, una vida divina).

La gracia de este modo, es la fuente de tres categorías de bendiciones relacionadas con la salvación de la humanidad. En primer lugar, muchas bendiciones de la gracia son regalos inmerecidos e incondicionales y gratuitos que no requieren la acción individual. La gracia de Dios en este sentido es un factor en la Creación, la Caída, la Expiación y el Plan de salvación. Específicamente con respecto a la caída, y a pesar de la muerte y otras condiciones resultantes de la transgresión de Adán, la gracia de Cristo ha expiado el pecado original y ha asegurado la resurrección de toda la humanidad: "Creemos que los hombres serán castigados por sus propios pecados, y no por la transgresión de Adán "(Articulo de Fe 2).

En segundo lugar, el Salvador también ha expiado condicionalmente los pecados personales. La aplicación de la gracia a los pecados personales es condicional, ya que sólo está disponible cuando una persona se arrepiente, que puede ser una forma demandante de obras. Debido a esta condición, la misericordia es capaz de satisfacer las exigencias de la justicia, sin que la misericordia ni la justicia robe a la otra. Por lo tanto, el arrepentimiento personal es una condición necesaria de la salvación, pero no es por sí sola suficiente para asegurar la salvación (véase la Justicia y la Misericordia). Además, hay que aceptar las ordenanzas del bautismo y la imposición de manos para recibir el don del Espíritu Santo, por el cual uno nace de nuevo como un hijo espiritual de Cristo y con el tiempo puede llegar a ser santificados (cf. D. y C. 76:51 -52; véase también el Evangelio de Jesucristo).

En tercer lugar, después de que uno ha recibido Evangelio de Cristo, por la fe, el arrepentimiento, y el bautismo para la remisión de los pecados, confiando "íntegramente en los méritos de aquel que es poderoso para salvar" uno sólo ha "entrado por la puerta"; al "estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna"(2 Ne. 31: 17-20). En esta etapa post-bautismo de desarrollo espiritual, se requieren de uno los mejores esfuerzos [obras adicionales] para "perseverar hasta el fin" (2 Ne. 31:20). Estos esfuerzos incluyen la obediencia a los mandamientos del Señor y recibir las ordenanzas más altas realizadas en los templos, y la continuación de un proceso de arrepentimiento, según sea necesario "para retener la remisión de los pecados" (Mosíah 4:12).

En las enseñanzas de Martín Lutero, tales obras de justicia no son el resultado de la iniciativa personal, sino son los efectos espontáneos de la gracia interna que uno ha recibido, en su totalidad los frutos del árbol de gracia. En la doctrina SUD por el contrario, "los hombres deben...hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia; porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes" (D y C 58: 27-28). Al mismo tiempo, las personas carecen de la capacidad para desarrollar un carácter semejante al de Cristo por su propio esfuerzo. Los atributos de perfeccionamiento tales como la esperanza y la caridad son en última instancia "otorgado[s] a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo..." (Moro. 7:48) por la gracia a través de su Expiación. Esta relación interactiva entre los poderes humanos y divinos en la teología de SUD, deriva tanto de la importancia que se atribuye al libre albedrío y de su optimismo acerca de los "frutos del Espíritu" (Gal. 5: 22-25) entre los verdaderamente convertidos, "los que me aman y guardan todos mis mandamientos, y de los que procuran hacerlo"(D. y C. 46: 9).

Dios concede estas expresiones adicionales, de perfeccionamiento de la gracia condicional, al igual que la gracia permite el perdón del pecado. Ellas son dadas "después de hacer cuanto podamos" (2 Ne. 25:23), es decir, además de nuestros mejores esfuerzos. En general, esta condición se relaciona menos a obedecer mandamientos particulares y mas en el propio carácter espiritual fundamental, tales como "la mansedumbre y humildad de corazón." (Moro 8:26) y poseer "un corazón quebrantado y un espíritu contrito" (Sal . 51:17; 3 Ne 9:20;. Hafen, cap 9). O, como Moroni escribió al final del Libro de Mormón, "Si os abstenéis de toda impiedad, y amáis a Dios con todo vuestro poder, mente y fuerza, entonces su gracia os es suficiente, para que por su gracia seáis perfectos en Cristo; y si por la gracia de Dios sois perfectos en Cristo... entonces sois santificados en Cristo por la gracia de Dios, mediante el derramamiento de la sangre de Cristo" (Moroni 10: 32-33.).

Biografía

Dillenberger, John. "Gracia y Obras en Martin Luther y Joseph Smith." En Reflexiones sobre el mormonismo: judeocristiana Parallels, ed. Truman G. Madsen. Provo, Utah, 1978.
Hafen, Bruce C. El corazón roto: La aplicación de la Expiación de experiencias de la vida . Salt Lake City, 1989.
Holmer, Paul L. "Ley y Evangelio reexaminado." Theology Today 10 (1953 a 1954): 474.
Keller, Roger R. cristianos reformados y los cristianos mormones: Hablemos! Urbana, Illinois., 1986.
Lewis, CS Mero Cristianismo . New York, 1943.
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McDonald, William, ed. "Gracia." En Nueva Enciclopedia Católica , Vol. 6. New York, 1967.
Mijo, Robert L. Por gracia somos salvados . Salt Lake City, 1989.
Mijo, Robert L. Revisión de The Broken corazón:. La aplicación de la Expiación de experiencias de la vida, por Bruce C. Hafen BYU Studies 30 (Otoño 1990): 59-66.
Rahner, Karl, Ed. La enseñanza de la Iglesia Católica . Ratisbona, Alemania, 1965.
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