El concepto de la Gracia en el Pensamiento Cristiano - Parte 1

Por Blake T. Ostler
Traducción Libre: DPCS

EL CONCEPTO DE GRACIA y su relación con la salvación individual es probablemente el tema más debatido en la historia del pensamiento cristiano. La lista de los combatientes es prácticamente un Quién contra Quién en el pensamiento cristiano: San Agustín contra Pelagio, Báñez contra Molina, Lutero contra Erasmo, Calvino contra Pighius, y Whitefield contra Whitely. Estos debates se han centrado siempre en la misma cuestión: Si la gracia salvadora de Dios es compatible con la libertad humana. Los debates de la gracia en el pensamiento mormón son llevadas muy a menudo a cabo, casi en completa ignorancia de la evolución del pensamiento cristiano sobre este tema.

Intérpretes del mormonismo, bien sean mormones o no-mormones con frecuencia asumen que, al menos en la medida al que se refiere al cristianismo moderno, el mormonismo es sólo para enfatizar en el libre albedrío y las obras a través de la salvación por la gracia. Por ejemplo, el reverendo William Taylor describió la posición mormona como una negación de que la gracia tenga algún rol en la salvación: "Los mormones niegan la gracia, excepto como una manera de decir que el sacrificio expiatorio de Jesús ganó la resurrección y la inmortalidad para todos los hombres, independientemente de su mérito." Los Católicos en cambio, él dice: "enfatizan que esta«nueva creación» es algo que nunca podemos ganar, es el don de Dios dado por amor en la gracia" (Taylor 1980, 44). Casi no se puede culpar al buen reverendo de adoptar este punto de vista de la creencia mormona, dado que él cita Doctrina Mormona de Bruce R. McConkie, el cual dice que los mormones creen que las personas tienen que lograr la salvación por las buenas obras y que la gracia de Dios consiste en la resurrección universal. Tal planteamiento malinterpreta tanto el pensamiento mormón y la del cristiano tradicional.

Sospecho que el énfasis mormón en las buenas obras hasta la exclusión casi total de la gracia en el proceso de la salvación evolucionó en reacción en contra de las nociones cristianas fundamentalistas más radicales de la salvación por sola gracia. Sin embargo, ¿Hemos reaccionado de forma exagerada? ¿Qué doctrinas de la gracia deben protegerse en el pensamiento mormón, si existe alguno? ¿Son algunos de los conceptos de la gracia congruentes con la opinión mormona de la salvación? Los mormones a menudo pasan por alto el hecho de que ha habido al menos un punto vista significativo [aunque una minoría] dentro del cristianismo tradicional que ha hecho hincapié en el libre albedrío y las obras en conjunto, con las nociones de la gracia. Por otra parte, los mormones a menudo han simplificado la noción de la gracia, como si se tratara de un concepto simple, unitario, a saber, que Dios arbitrariamente confiere la gracia salvadora sobre aquellos que él desea salvar y que una vez que la gracia es aceptada, es salvado sin importar lo que uno hace. Dios arbitrariamente condena a todos los demás, no por cualquier acto de si mismo, sino por su "buena voluntad". La Gracia significa la aceptación del creyente, dentro de la clase de personas salvadas, independientemente de la voluntad humana o de los hechos. Sin embargo, esta comprensión malinterpretada ignora prácticamente a todos los pensadores de la historia del pensamiento cristiano tradicional. En defensa parcial de estos malentendidos mormones, cabe señalar que los cristianos desde los campos más fundamentalistas a menudo no tienen conocimiento de la historia y los matices de la idea de la gracia al igual que la mayoría de los Santos de los Últimos Días. De hecho, la mayoría de ellos probablemente se sorprendería al enterarse de que, históricamente, los bautistas han hecho hincapié en el libre albedrío y el esfuerzo humano en relación con la gracia divina.

Nosotros los Santos de los Últimos Días tenemos mucho que aprender de aquellos que nos precedieron en el intento de comprender el mensaje y el significado de Jesús de Nazaret. Mi propósito aquí es explorar la historia de las nociones de gracia promulgadas por los pensadores seminales en la historia cristiana y por lo tanto ofrecer un prolegómeno para una discusión posterior de la gracia en mi propia tradición. Algunos de los más amables y brillantes pensadores del mundo han dedicado sus mejores esfuerzos para esclarecer la relación de gracia y las obras, y de ambos para la salvación. Debemos sacar provecho de sus esfuerzos y aprender de ellos. Al menos, tal estudio aumentará nuestro conocimiento sobre la comprensión compleja e interesante inherentes a la noción de gracia en su relación con otras creencias cristianas, tales como el libre albedrío, la deificación, y la salvación.

LA PROBLEMÁTICA HISTÓRICA 

Pablo y el Pensamiento Paulino

Una revisión del pensamiento del apóstol Pablo es necesario tanto para situar una disertación posterior sobre la gracia y el libre albedrío en un contexto apropiado, y también porque sus escritos y los que se le atribuyen son una parte del canon mormón. La noción de Pablo de la justificación por gracia por lo tanto forma parte del concepto mormón de la gracia.

El principal problema fue que Pablo confrontó a algunos cristianos que habían sido (y en muchos aspectos todavía eran) judíos creyentes que observaban la Ley de Moisés pues eran necesarios para la salvación cristiana (Gálatas 2, Hechos 15). (Para una discusión general sobre el debate, véase Brown y Meier, 1982, 111-27). Las discusiones de Pablo sobre la gracia y las obras fueron establecidos casi exclusivamente en Gálatas y Romanos, donde Pablo se dirigió a las cuestiones planteadas por los "judaizantes", aquellos que afirman que la Ley de Moisés, debía ser observada (Brown y Meier, 1982, 118-20).  En Romanos y Gálatas, Pablo argumenta que la observancia de la Ley de Moisés no era necesario porque los cristianos han transferido de servir a la Ley para servir a Cristo Jesús. Pablo argumentó que la transferencia de la Ley de Moisés al evangelio de Jesucristo vino sólo a través de la fe en Cristo, no a través de los ritos u observancias. En este contexto, Pablo habló a menudo de la libertad (Gálatas 5:1, 13). Sin embargo, Pablo no quería decir que la voluntad individual era libre; Pablo nunca aborda explícitamente la cuestión del papel del libre albedrío en la salvación, ni si la voluntad es libre, en lugar de estar en la esclavitud del pecado. Pablo habló sólo de "libertad", a partir de los requisitos de la Ley de Moisés - una libertad que no nos sujeta al yugo de esclavitud. (Gálatas 5:1). La libertad de elección no debe confundirse con la "libertad de" los requisitos de la Ley de Moisés. Como Krister Stendahl, el actual capellán  y ex decano de la Escuela de Divinidad de Harvard, ha argumentado de manera convincente, Pablo no estaba preocupado por su esclavitud al pecado, al igual que Agustín y Lutero, quienes interpretaron erróneamente las cartas de Pablo como abordando el tema del pecado original (1976, 78 -96).  Como Morna Hooker dijo, "Vemos a Pablo a través de los ojos de Agustín o Lutero o Wesley cuando los vemos como un hombre que lucha y falla al guardar la ley y por lo tanto declarado culpable del pecado" (1980, 40).

Pablo adoptó varios términos clave difícil de traducir al Inglés o Español por su riqueza cultural. Él enseñó que las personas que han sido "lavados... habéis sido santificados...habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús" (1 Cor. 6: 11) 1. Cada término en esta frase está llena con el significado propio de Pablo.  Mientras que "justificar" (dikaioo o dikaiosyne) en griego significa literalmente "declarar inocente" o "absolver" en el sentido de un veredicto del jurado de "no culpable" (Thayer, 1979, 150), en Gálatas y Romanos, "justificar"o" justificación "casi siempre se refiere a entrar en una relación correcta con Dios el Padre por medio de la acción salvadora de Cristo Jesús (Goppelt 1976, 137-41).  Así como Israel había sido elegido a la relación del pacto con Dios sin tener en cuenta si Israel merecía tal relación, así también  la relación del pacto se ofrece ahora a los cristianos sin condiciones (Romanos 11:1-6; Sanders, 1977, 470-72). La idea central es una relación de amor que es incondicional. La relación del pacto fue por tanto una gracia que no era, ni podía ser ganada por cualquier obra. La única condición para entrar en la relación era la fe en Jesús (Romanos 5:1-2; 11:6). La relación no puede ser ganada por obedecer la ley de Moisés, de hecho, tratar de ganar la relación a través de dichas obras sólo mostraba que uno había traicionado a Cristo y trasladado de nuevo al régimen de la Ley de Moisés (Gálatas 5:2-5 ) 2.

Agustín, Lutero y Calvino interpretaron a Pablo como colocando una cuña entre la gracia cristiana y las obras morales, entre la ley y la fe. Ellos, junto con casi todos los protestantes (con la excepción de algunos estudiosos protestantes recientes), entienden que Pablo denigra todas las obras y enseña que la salvación viene por la sola gracia [sola gratiae]. Sin embargo, esta opinión no hace justicia a la riqueza del pensamiento de Pablo. Evidentemente, es cierto que Pablo desaprobó la dependencia de las obras (ergon) de la Ley (nomos) de Moisés. Sin embargo, Pablo no denigra todas las obras o todas las leyes (Sanders, 1983, 32-34). De hecho, Pablo enseñó que hay condiciones para permanecer en la relación de pacto con Cristo Jesús (Romanos 11:22). Las condiciones eran la observancia de "la ley (nomos) del Espíritu de vida en Cristo Jesús"(Romanos 8:2), o "la ley de Cristo "(Gálatas 6:2), o "ley (nomos)  de Cristo " (1 Cor. 9:21), o "la ley (nomos) de la fe" (Romanos 3:27 RV). La única fe que justifica es "la fe que obra (energoumene) por el amor" (Gal. 5:6; 13. Ver Gal. 6:4; 1 Cor. 13:2; 2 Cor. 9:8; Ef. 4:17; y Col. 3:5-7). La ley de Moisés había sido sustituido por la ley del amor que resume el la Torá en un solo mandamiento. Cada vez que Pablo usó los términos "obras" o "ley" en un sentido desaprobado, se refirió a ellos en relación con la Ley de Moisés. Sin embargo, Pablo también utiliza los términos "ley" y "obras" en un sentido aprobada, en conexión con la ley de Cristo y las obras del amor.

Es importante que no leamos dentro la perspectiva de Pablo, la contradicción entre las obras y la gracia visto por Agustín, Lutero y Calvino. Como EP Sanders concluye, Pablo no percibe una tensión entre ser salvos por gracia y ser juzgados por las obras (1977, 516-18). En particular, Pablo reconoce que las personas pueden "caer de la gracia" si rechazan a Cristo, al no confiar en él o por un comportamiento incompatible con la ley del amor (conducta que es perjudicial para la relación del pacto)como el asesinato, la fornicación, sodomía o (Gal . 5:5-6, 19-21).Aunque se entra en la relación del pacto (es decir, las personas son justificados) por la gracia mediante la fe en Cristo, todas las personas serán juzgadas de acuerdo a sus propias obras (1 Cor. 3:12-15; 11,29-32; 2 Cor 5. :8-10; Romanos 2:6-7). De acuerdo con Pablo, sólo aquellos que perseveren "en la gracia", o "en el Espíritu", o "en Cristo", es decir, sólo aquellos que pertenecen a Cristo en el Día del Señor (es decir, el día del juicio) - serán salvo (1 Tes 5:23; 1 Cor. 1:8; 7:34; 15:58; 16:13; 2 Cor. 4:16; 11:3; Fil. 1:27; 2:15; Gal. 6:9).

Muchas interpretaciones tempranas de Pablo no han logrado entender que las enseñanzas de Pablo acerca de la salvación por la gracia no difieren significativamente de las enseñanzas judaicas. Ambos vieron la salvación por la gracia como coherente con el juicio por las obras (Sanders, 1977 y 1983). Numerosos documentos presentan la visión judía de la gracia, incluyendo el Antiguo Testamento, el Pseudoepígrafo Judío, la literatura Rabínica (la Mishná, Tosefta, Sifra, el Talmud Palestino, el Talmud de Babilonia, y el Midrash Rabá), y los Rollos del Mar Muerto. Sin embargo, los estudios de Pablo han sufrido de la idea errónea de que el cristianismo era una religión de gracia mientras que el judaísmo era una religión de obras. Este punto de vista del judaísmo simplemente esta equivocado. Para los Judios, la propia Ley fue una gracia que justifica personas. Por ejemplo, ningún grupo era más estricto o más inflexible que los miembros de Qumran en su observancia de la Ley de Moisés. Sin embargo, los iniciados en Qumrán cantaban:
En cuanto a mí,
si tropiezo, la misericordia de Dios
será mi salvación eterna.
Si tambaleo a causa del pecado de la carne,
mi justificación sera
por la justicia de Dios
que permanece para siempre.
Cuando mi angustia se desata
Él librará mi alma de la fosa
y dirigirá mis pasos en el camino.
Él se me acercará por Su Gracia,
y por Su Gracia, Él traerá mi justificación.
Él me juzgará en la justicia de su verdad
y en la grandeza de su bondad
Él perdonará todos mis pecados.
A través de su justicia, Él me limpiará
de la impureza del hombre. (Vermes 1968, 93-94)
Los Judios en Qumrán estaban convencidos de que serían justificado por la gracia y la justicia de Dios . Sin embargo, Dios les requirió obedecer la ley de Moisés. Para el autor del himno de Qumrán, la gracia de Dios se ofreció dentro del sistema de la Ley de Moisés. Aunque la relación del Pacto se ofrece como una gracia, Dios exigía obediencia a la ley. Quienes violaban el pacto al desobedecer la ley de Moisés serían cortados de la relación del Pacto o Convenio (1QS 2,2-8 1QH en Vermes 1968, 153-54). Tanto los miembros de Qumrán y la mayoría de los Judios en los días de Pablo no percibieron la justificación por la gracia en oposición a las obras de la Ley. Del mismo modo, que no percibieron la obediencia a la Ley como algo que invalida la Gracia. Sólo a través de la gracia - a través de la elección de Israel - podemos entrar en la relación humana-divina, pero la desobediencia puede romper esa relación. No hay noción en el judaísmo o en las enseñanzas de Pablo que el amor de Dios es ganado o merecido, porque nadie podía hacer lo suficiente para merecer la elección de Dios y se ofreció libremente la relación del Pacto; pero una vez introducido, uno tenía que ser fiel a las exigencias de la relación divina.

La perspectiva de Pablo sobre la gracia difiere sólo en algo particular, que las personas eran justificadas, es decir, entraban en una relación del Pacto con Dios - a través de la acción salvadora de Cristo Jesús, no a través de las obras de la ley de Moisés. La idea de Pablo de la gracia de ninguna manera implica que las personas eran libres de hacer lo que quisieran, y es poco probable que aquellos que entendieron a Pablo de enseñar libertinaje fueran judíos cristianos, ya que habrían entendido que la relación del Pacto ofrecido por la Gracia requería una conducta de conformidad con los términos del Pacto, a saber, los requisitos establecidos por la ley nueva del amor entregado por Jesús en el Sermón del Monte (Piper 1979, 100-33). Pablo enseñó que la relación de pacto con Dios no fue ofrecido en condiciones - que siempre ha sido ofrecido en el amor incondicional o por la gracia. Sin embargo, había que observar los términos de la relación del Pacto, una vez entrado en ella (Hooker 1980, 38-40).

Pablo y Santiago

Debido a que las cartas de Pablo y Santiago, aparentemente se contradicen entre sí, han ejercido una enorme influencia en discusiones posteriores de la gracia y las obras. La carta de Santiago pudo haber sido una respuesta directa a Pablo, aunque si es así, él no entendía las enseñanzas de Pablo, porque altera el significado de cada término clave utilizado por Pablo. Sin embargo, es más probable, aunque no del todo cierto, que Santiago estaba respondiendo a las personas que malentendieron de las enseñanzas de Pablo. Esta última interpretación es más probable porque el mismo Pablo señaló que lo que él dijo había sido a veces mal interpretado en el sentido de que somos libres del pecado, ahora que no estamos "bajo la ley, sino bajo la gracia" (Romanos 6:14). Pablo responde: "¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera." ( Rom. 6:15). Y en otra parte Pablo reclamo, "¿Por qué todavía se me juzga como pecador? 8 ¿Por qué no decir: Hagamos lo malo para que venga lo bueno?» Así nos calumnian algunos, asegurando que eso es lo que enseñamos. ¡Pero bien merecida se tienen la condenación!" (Romanos 3:7-8 - NVI). Los antinómicos (aquellos que enseñan que la libertad de la ley significa la libertad para pecar) parecen haber derivado sus malinterpretaciones de los escritos de Pablo, porque adoptaron consignas o frases Paulinas, pero ellos lo distorsionaron de una manera que Pablo habría rechazado. (Ver Davids 1982, 47-51).

Santiago parece estar luchando contra la misma distorsión de las enseñanzas de Pablo (Reicke 1974, 34-35). Los opositores de Santiago argumentaban: "¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?" (ver Santiago 2:14). Argumentaron también que las personas son "justificados por la fe sola" (pistis monon) En Romanos y en otros lugares Pablo afirmó que "el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley" (Romanos 3:28 [RV];9: 32; Gal. 2:16). Comparemos la posición de Santiago: "Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe." (Santiago 2:24 [RV]).  Sin embargo, Santiago no está respondiendo a Pablo, sino que se limita a una frase derivada de Pablo (Jeremías 1954-55, 368 a 71). La clave para entender Santiago es que él rechaza enérgicamente la idea de la sola fe (Davids, 1982, 50). Él insiste en que "¿No ves que la fe actuó juntamente con... obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? (pistis synergei ergois tois... Ergon tonelada que pistis eteleiothe kai eplerothe)" (Santiago 2:22). El término usado aquí por Santiago, synergei, se convirtió en el lema o frase para la posición posterior conocido como "sinergia", más o menos la idea de que la gracia de Dios y las obras humanas son necesarias para la salvación. Sin embargo, Santiago no utiliza el término para referirse al tema de este debate posterior (el papel del libre albedrío humano y las obras en la salvación), sino sólo para aclarar la conexión necesaria entre la fe y las obras en la vida cristiana.

Tanto Santiago y Pablo aprobaron la "ley" en el sentido de la ley de la libertad, o la ley real, término que uso Santiago (2:8, 12). Para Santiago, la ley obligatoria para los cristianos era la ley del amor enseñado por Jesús en el Sermón del Monte, que cumplió la ley de Moisés, ya que resume la Ley en un solo mandamiento (Santiago 2:8; Davids 1982, 16, 114-16). Pablo, como hemos visto, condena el termino la ley cuando se usa en el sentido de la ley de Moisés, pero aprueba la ley en el sentido de la "ley de Cristo" o "ley de la gracia" o "ley de la vida en Cristo Jesús" (Luck  1971, 161-79).

Santiago sostuvo que Dios justifica (dikaioutai) o declara a alguien justo en virtud de sus obras (ex ergon). Como señala David, Santiago no utiliza el término "justificado" en el sentido forense de la justificación de los pecadores como lo hizo Pablo (1982 , 51).  Pablo se refirió principalmente a presentar la justificación - la transferencia del régimen de la ley de Moisés al señorío de Cristo Jesús (Hooker, 1980, 32-33), mientras que Santiago se refiere a la acción de Dios en el juicio final para declarar a una persona justa. Santiago habló únicamente de la justificación escatológica. Aunque hay un sentido de Pablo en el que la justificación está ya realizada en Cristo, actualmente disponible para los cristianos y aún llevada a cabo a través de la participación en la gloria de Cristo con el Padre, el juicio por las obras es siempre en el futuro.  Cada vez que Pablo hablaba del juicio, él también habló del juicio según las "obras" o acciones cristianas, al igual que Santiago (Gálatas 6:7-10; Rom;. 14:11-12 Sanders, 1977, 515-18).

Cuando Santiago condena la noción de "fe", él está enfocándose al mero asentimiento intelectual de la doctrina correcta. Él aprueba la profesión de fe sólo cuando ellas producen actos de amor. La fe sola no es suficiente. Santiago hizo hincapié en que la fe no existe realmente sin las obras de amor. Es inexacto interpretar a Santiago decir que si uno tiene fe, entonces las obras seguirán naturalmente, más bien, la fe y las obras son dos aspectos del mismo acto de aceptar la ley del amor de Jesús. La fe ni le sigue ni precede de las obras, ya que, para Santiago, la fe sin obras es una falsa dicotomía, como un cuerpo sin espíritu. Pablo estaría de acuerdo totalmente con Santiago en que la fe debe manifestarse en obras.  Pablo no diría que la fe puede existir sin las obras en el sentido de los actos de amor, sino que preguntaría que si la fe no se manifiesta en actos de amor seria fe en un sentido genuino (cf. Gal. 5:6; 6:4; 1 Cor. 13:2; 2 Cor. 9:8). La diatriba de Santiago en contra de una mera profesión de fe, encuentra su cercano más paralelo del Nuevo Testamento en Mateo: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos." (Mateo 7:21).

Por último, cabe señalar que Santiago no negó que la fe tiene un papel en la justificación, era simplemente de que la fe que justifica se consuma en el amor fraternal, no en la mera profesión (Santiago 2:14, 17-22, 26). Tanto Pablo y Santiago se dirigían a una distorsión de las enseñanzas de Pablo, y ambos coincidieron en que la fe que justifica implica una vida que se manifiesta en actos de amor. Tampoco aceptó el lema de que el hombre es justificado por la fe sola (Schillebeeckx 1983, 161-64).

En resumen, la condenación de Pablo de las obras se refiere a las obras ceremoniales de la ley de Moisés, mientras que Santiago se refiere a las obras sólo en el sentido de las obras de amor.  La condenación de Santiago sobre la fe se refiere al mero asentimiento intelectual que no se manifiesta en obras de amor, mientras que Pablo se refiere a la fe en el sentido de la fe manifestada en el amor. Por otra parte, Santiago no negó el rol de la fe en la justificación, pero encontró una sinergia entre la fe y las obras que justifica a una persona (Santiago 2:22).

Sin embargo, Santiago  usó "justificado" en el sentido de "ser juzgado finalmente justo" (Goppelt 1976, 208-11). Pablo no hizo uso de la "justificación" en este sentido (Reicke 1974, 34). Sin embargo, Pablo estaría de acuerdo en que el juicio es "según sus obras". (Rom. 2:6; 4:10; 1 Cor. 3:12-17; 9:23-27; 2 Cor. 5:10; 6:1; Fil. 2:12; 3:8, 14).3


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