Las siete herejías mortales


Por Bruce R. McConkie 
Traducción Libre 

Bruce R. McConkie era miembro del Quórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuando este discurso fue dado en un devocional de la Universidad Brigham Young el 1 de junio de 1980. 

 He buscado y busco ahora la orientación y la iluminación que viene del Espíritu Santo de Dios. Deseo hablar por el poder del Espíritu Santo para que mis palabras sean verdaderas y sabias y apropiadas. Cuando cualquiera de nosotros habla por el poder del Espíritu, decimos lo que el Señor quiere que digamos, o mejor dicho, lo que el espíritu diría si estuviera aquí en persona.

Voy a salir de mi patrón normal y habitual y leer partes de mi presentación, porque quiero expresar sobria y precisamente los principios doctrinales involucrados y decirlos de una manera que no deje lugar a la duda o la pregunta. Voy a hablar sobre algunos asuntos que algunos pueden considerar que sean controversiales, aunque no lo deberían ser. Son cosas en las que debemos estar unidos, y en la medida en que todos somos guiados e iluminados desde lo alto, estaremos unidos. Si somos unidos y no hay desacuerdos entre los que creen y entienden la palabra revelada, vamos a progresar y a avanzar y a crecer en las cosas del Espíritu, nos prepararemos para una vida de paz y felicidad y alegría aquí y ahora, y para una eventual recompensa eterna en el reino de nuestro Padre.


Hay una canción o una frase o un refrán o una leyenda o una tradición o algo que habla de siete pecados capitales. Yo no sé absolutamente nada acerca de ellos y espero que ustedes tampoco sepan. Mi tema es uno sobre el cual algunos pocos de ustedes, por desgracia, saben un poco. Se trata de”Las siete herejías mortales". No son las grandes herejías de una cristiandad perdida y caída, pero [son herejías] que se han introducido entre nosotros.

Ahora tomo un texto. Estas palabras fueron escritas por Pablo a ciertos santos antiguos. En principio se aplican a nosotros:

“Oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
“Porque conviene que también haya entre vosotros herejías, para que los que son probados se manifiesten entre vosotros.” [ 1 Corintios 11:18-19 ]

Ahora voy a enumerar algunos axiomas.(supongo que en los círculos académicos llamamos asi a estas advertencias):

- No hay salvación en creer una doctrina falsa.

- La verdad, la verdad diamantina, la verdad sin mezcla de error, sólo la verdad conduce a la salvación.

- Lo que creemos determina lo que hacemos.

- Ningún hombre puede salvarse en la ignorancia de Dios y sus leyes.

- El hombre es salvo a medida que obtenga conocimiento de Jesucristo y las verdades salvadoras de su evangelio eterno.

- Las doctrinas del evangelio le pertenecen al Señor y no a los hombres. Son suyas. Él las ordenó, las reveló, y él espera que nosotros las creamos.

- Las doctrinas de la salvación no se descubren en un laboratorio o en una excursión geológica o acompañando a Darwin alrededor del mundo. Vienen por revelación y no de otra manera.

- Nuestra única preocupación en la búsqueda de la verdad debe ser aprender y creer lo que el Señor sabe y cree. Providencialmente ha expuesto algunas de sus opiniones en las santas escrituras.

- Nuestro objetivo es obtener la mente de Cristo, creer lo que Él cree, de pensar lo que Él piensa, decir lo que Él dice, hacer lo que Él hace, y ser lo que Él es.

- Somos llamados a rechazar todas las herejías y a abrazar la verdad. Sólo entonces podremos avanzar de acuerdo con el plan divino. A medida que el Señor ha dicho:

“Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección;
“y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia que otra, por medio de su diligencia y obediencia, hasta ese grado le llevará la ventaja en el mundo venidero." [ D. y C. 130:18-19]

Por favor tengan en cuenta que el conocimiento se adquiere mediante la obediencia. Viene por la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio. En el sentido último y pleno que [el conocimiento] viene sólo por la revelación del Espíritu Santo. Hay algunas cosas que un hombre pecador no sabe y no puede saber. Al pueblo del Señor se le ha prometido:”Por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5). Pero si no buscan el espíritu, si no aceptan las revelaciones que Dios ha dado, si no pueden distinguir entre la palabra revelada y las teorías de los hombres, no tienen la promesa de obtener una plenitud de verdad por el poder del Espíritu Santo.

Ahora me permito sugerir la lista de herejías.

Herejía uno: Hay quienes dicen que Dios está avanzando en el conocimiento y está aprendiendo nuevas verdades.

Esto es absolutamente, totalmente, y completamente falso. No hay una pizca de verdad en ello. Esto surge de una visión totalmente retorcida e incorrecta del sermón de King Follett y de lo que se entiende por progreso eterno.

Dios progresa en el sentido de que sus reinos y sus dominios se multiplican, no en el sentido de que él aprende nuevas verdades y descubre nuevas leyes. Dios no es un estudiante. Él no es un técnico de laboratorio. No está postulando nuevas teorías sobre la base de experiencias pasadas. Él realmente se ha graduado a ese estado de exaltación que consiste en saber todas las cosas y tener todo el poder.

La vida que Dios vive se llama la vida eterna. Su nombre, uno de ellos, es "el Eterno", usándose esa palabra como sustantivo y no como adjetivo, y Él usa ese nombre para identificar el tipo de vida que lleva. La vida de Dios es la vida eterna, y la vida eterna es la vida de Dios. Ellas son uno y la mismo. La vida eterna es la recompensa que obtendremos si creemos y obedecemos y anda rectamente ante él. Y la vida eterna consiste en dos cosas. Se trata de la vida en unidad familiar y también de heredar, recibir y poseer la plenitud de la gloria del Padre. Cualquier persona que tiene cada una de estas cosas es un heredero y poseedor del más grande de todos los dones de Dios, el cual es vida eterna.

La progresión eterna consiste en vivir la clase de vida que Dios vive y de aumentar en reinos y señoríos eternamente. Por qué alguien debería suponer que un ser infinito y eterno que ha presidido en nuestro universo por casi 2555 millones años, que hizo los cielos siderales, cuyas creaciones son más numerosos que las partículas de la tierra, y que es consciente de la caída de cada gorrión, por qué alguien podría suponer que un ser así tiene más que aprender y nuevas verdades por descubrir en los laboratorios de la eternidad es totalmente más allá de mi comprensión.

¿Aprenderá Él algo un día que vaya a destruir el plan de salvación y vuelva al hombre y al universo en una nada no creada? ¿Va a encontrar un mejor plan de salvación del que ya se ha dado a los hombres en incontables mundos?

La verdad salvadora, como ha sido revelada y enseñada, formal y oficialmente, por el profeta José Smith en los Discursos sobre la Fe es que Dios es omnipotente, omnisciente y omnipresente. Él conoce todas las cosas, Él tiene todo el poder, y Él está en todos los lugares en los que Su espíritu está presente. Y a menos que creamos y conozcamos esta doctrina, no podemos tener la fe para la vida y la salvación.

José Smith también enseñó en los Discursos sobre la Fe "que tres cosas son necesarias para que cualquier ser racional e inteligente pueda ejercer la fe en Dios para vida y salvación". Estos se conocen como -

1. La idea de que realmente existe;
2. Una idea correcta de su personalidad, de sus perfecciones y atributos, y
3. Un conocimiento efectivo de que el curso de la vida que está viviendo es de acuerdo a la voluntad divina.

Los atributos de Dios se dan como el conocimiento, la fe o el poder, la justicia, el juicio, la misericordia y la verdad. Las perfecciones de Dios son llamadas como "las perfecciones que pertenecen a todos los atributos de su naturaleza", lo cual quiere decir que Dios posee y tiene todo el conocimiento, toda la fe o el poder, toda la justicia, todo el juicio, toda la misericordia, y toda verdad. Él es sin duda la encarnación y la personificación y la fuente de todos estos atributos. ¿Alguien supone que Dios puede ser más honesto de lo que ya es? Tampoco necesita nadie suponer que hay verdades que Él no conoce o conocimiento que él no posee.

Así enseñó José Smith, y estas son sus palabras:

Sin el conocimiento de todas las cosas, Dios no sería capaz de salvar a ninguna parte de sus criaturas, porque es en razón del conocimiento que tiene de todo, desde el principio hasta el final, lo que le permite dar ese conocimiento a sus criaturas, por el que se hacen partícipes de la vida eterna, y si no fuera por la idea que existe en las mentes de los hombres de que Dios tiene todo el conocimiento, sería imposible ejercer fe en él. [Citado por Bruce R. McConkie en Mormon Doctrine (Salt Lake City : Bookcraft, 1966 ), p.264 ].

Si Dios sólo está incursionando con algunas verdades que tuvo la suerte de aprender, o experimentar con algunos hechos que ha descubierto, no tenemos idea de cuál es el fin y el real propósito de la creación.

La herejía número dos trata de la relación entre la evolución orgánica y la religión revelada y se pregunta si pueden ser armonizadas.

Hay quienes creen que la teoría de la evolución orgánica es contraria a los principios sencillos y explícitos establecidos en las sagradas escrituras, las cuales han sido interpretadas y enseñadas por Joseph Smith y sus colaboradores. Hay otros que piensan que la evolución es el sistema utilizado por el Señor para formar la vida vegetal y animal, y para poner al hombre en la tierra.

Quisiera decirles que toda la verdad está en armonía, que la verdadera religión y la verdadera ciencia tienen los mismos testigos, y que en el verdadero y pleno sentido, la verdadera ciencia es parte de la religión verdadera. ¿Pero puedo también plantear algunas cuestiones de carácter serio? ¿Hay alguna manera de armonizar las falsas religiones de la Edad Media con las verdades de la ciencia, las cuales han sido descubiertas ahora? ¿Hay alguna manera de armonizar la religión revelada que nos ha llegado con los postulados teóricos del darwinismo y las diversas especulaciones que descienden del mismo?

¿Deberíamos aceptar literalmente lo que dice el famoso documento que la primera presidencia emitió en la época del presidente Joseph F. Smith, titulado "El origen del hombre”? ¿Es la doctrina del evangelio de que Adán estaba de pie junto a Cristo en poder y fuerza e inteligencia antes de que se pusieron los cimientos del mundo, que Adán fue colocado en esta tierra como un ser inmortal, que no había muerte en el mundo para él o por cualquier forma de vida hasta después de la caída, que la caída de Adán trajo la muerte temporal y espiritual en el mundo, que esta muerte pasó a ser una consecuencia para todas las formas de vida, del hombre y de los animales y de los peces y de las aves y de las plantas; que Cristo vino a rescatar al hombre y a todas las formas de vida de los efectos de la muerte temporal traída al mundo a través de la caída, y en el caso del hombre de una muerte espiritual también, y que este rescate incluye una resurrección para el hombre y para todas las formas de la vida? ¿Se puede armonizar estas cosas con el postulado evolucionario de que la muerte siempre ha existido y que las diversas formas de vida han evolucionado a partir de formas anteriores durante astronómicos períodos de tiempo?

Se puede armonizar las teorías de los hombres con las inspiradas palabras que dicen:

Pues, he aquí, si Adán no hubiese transgredido, no habría caído, sino que habría permanecido en el jardín de Edén. Y todas las cosas que fueron creadas habrían permanecido en el mismo estado en que se hallaban después de ser creadas; y habrían permanecido para siempre, sin tener fin.
Y ellos [es decir, Adán y Eva] no hubieran tenido hijos; por consiguiente, habrían permanecido en un estado de inocencia, sin sentir gozo, porque no conocían la miseria; sin hacer lo bueno, porque no conocían el pecado.
Pero he aquí, todas las cosas han sido hechas según la sabiduría de aquel que todo lo sabe.
Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo.
Y el Mesías vendrá en la plenitud de los tiempos, a fin de redimir a los hijos de los hombres de la caída. [ 2 Nefi 2:22-26 ]

Estas son preguntas a las que todos debemos encontrar respuestas. Cada persona debe elegir por sí mismo lo que va a creer. Recomiendo que todos ustedes estudien y reflexionen y oren y busquen la luz y el conocimiento en estos y en todos los campos.

Creo que la expiación de Cristo es el gran y eterno fundamento sobre el que se basa esta religión. Creo que ningún hombre puede ser salvo a menos que crea que el sacrificio expiatorio de nuestro Señor trae la inmortalidad a todos y la vida eterna a los que creen y obedecen, y ningún hombre puede creer en la expiación a menos que acepte tanto ser un hijo divino de Cristo como la caída de Adán.

Mi razonamiento me hace concluir que si la muerte siempre ha prevalecido en el mundo, entonces no hubo una caída de Adán que trajera la muerte a todas las formas de vida, que si Adán no cayó, no hubo necesidad de una expiación; que sin una expiación no habría salvación, ni resurrección, ni vida eterna, y que si no hubo una expiación, no hay merito en todas las gloriosas promesas que el Señor nos ha dado. Creo que la caída afecta al hombre, a todas las formas de vida, y a la tierra misma, y que la expiación afecta al hombre, a todas las formas de vida, y a la tierra misma.

Herejía tres: Hay quienes dicen que casarse en el templo nos asegura una eventual exaltación. Algunos han supuesto que las parejas que se casan en el templo y que cometen toda clase de pecado, y quienes luego pagan la pena, obtendrán su exaltación final.

Esta idea es contraria a todo el sistema y el plan que el Señor ha ordenado, un sistema en el que tenemos el privilegio de trabajar por nuestra salvación con temor y temblor ante él. Si creemos y obedecemos, si entramos en las aguas del bautismo y hacemos convenios solemnes con el Señor de guardar sus mandamientos, entonces estamos en un camino estrecho y angosto que conduce desde la puerta del arrepentimiento y el bautismo a una recompensa que se llama la vida eterna. Y si se recorre la longitud del camino que va hacia arriba y hacia delante de manera continua, guardando los mandamientos, amando al Señor, y haciendo todo lo que tenemos que hacer, con el tiempo seremos herederos de esa recompensa.

Y exactamente y precisamente en el mismo sentido, el matrimonio celestial es una puerta que nos pone en un camino que conduce a la exaltación en el cielo más alto del mundo celestial. Es en ese reino más alto de la gloria y la dignidad y el honor que la unidad familiar continúa. Aquellos que heredan un lugar en el cielo más alto reciben la recompensa que se llama la vida eterna. El bautismo es una puerta, el matrimonio celestial es una puerta. Cuando caminamos por los caminos de los que hablo, entonces estamos obligados a guardar los mandamientos. Mi sugerencia en este campo es que ustedes vayan al templo y escuchen la ceremonia del matrimonio celestial, prestando particular y especial atención a las palabras, y que aprendan que son las promesas que se dan. Y aprenderán que todas las promesas dadas están condicionadas al posterior cumplimiento de todos los términos y condiciones de este orden del matrimonio.

Herejía cuatro: Hay quienes creen que la doctrina de la salvación de los muertos ofrece a los hombres una segunda oportunidad para la salvación.

Conocí a un hombre, ya fallecido, que no era miembro de la iglesia, que era un réprobo viejo degenerado  que encontraba placer, como él suponía, viviendo a la manera del mundo. Un cigarrillo colgaba de sus labios, el alcohol había vuelto su aliento fétido, y las historias profanas y obscenas ensuciaban sus labios. Su estado moral dejaba mucho que desear.

Su esposa era miembro de la Iglesia, tan fiel como podía ser bajo estas circunstancias. Un día ella le dijo:”Sabes que la iglesia es verdadera, ¿por qué no te bautizas?" Él respondió: "Por supuesto que sé que la iglesia es verdadera, pero no tengo ninguna intención de cambiar mis hábitos con el fin de unirse a ella. Prefiero vivir como lo hago. Pero eso no me preocupa en lo más mínimo. Sé que tan pronto como me muera, alguien irá al templo y hará la obra por mí y todo saldrá bien al final de todos modos".

Él murió y ella hizo la obra en el templo. Nosotros no nos sentamos en juicio y no negamos ordenanzas vicarias a la gente. Pero, ¿de qué le aprovechará?

No hay una segunda oportunidad para ganar la salvación. Esta vida es la hora y el día de nuestra probación. Después de este día de vida que se nos da para prepararnos para la eternidad, entonces viene la noche de tinieblas en la cual no se puede hacer obra alguna.

Para aquellos que no tienen la oportunidad de creer y obedecer la palabra santa en esta vida, la primera oportunidad de ganar la salvación vendrá en el mundo de los espíritus. Si los que escuchan la palabra por primera vez en los reinos próximos son el tipo de personas que hubieran aceptado el evangelio aquí, si la oportunidad se les hubiera concedido, la aceptan allí. La salvación por los muertos es para aquellos cuya primera oportunidad de ganar la salvación está en el mundo de los espíritus.

En la revelación recientemente agregada a nuestro canon de las sagradas escrituras se encuentran estas palabras:

Por lo que, me habló la voz del Señor, diciendo: Todos los que han muerto sin el conocimiento de este evangelio, quienes lo habrían recibido si se les hubiese permitido permanecer, serán herederos del reino celestial de Dios;
también todos aquellos que de aquí en adelante mueran sin un conocimiento de él, quienes lo habrían recibido de todo corazón, serán herederos de este reino;
pues yo, el Señor, juzgaré a todos los hombres según sus obras, según el deseo de sus corazones. [D. y C. 137:7-9 ]

No hay otra promesa de salvación más que la que se expone en esta revelación. Los que rechazan el evangelio en esta vida y luego lo reciben en el mundo espiritual no irán al reino celestial, sino al terreste.

Herejía cinco: Hay quienes dicen que hay progresión de un reino a otro en los mundos eternos o que los reinos inferiores eventualmente progresan en donde los reinos superiores estuvieron.

Esta creencia adormece a los hombres en un estado de seguridad carnal. Esto hace que se digan: "Dios es tan misericordioso, seguramente nos salvará a todos, finalmente, si no ganamos el reino celestial ahora, con el tiempo lo haremos, ¿por qué preocuparse?" Esto permite a las personas vivir una vida de pecado aquí y ahora, con la esperanza de que eventualmente serán salvos.

La verdadera doctrina es que todos los hombres resucitarán, pero saldrán en la resurrección con diferentes tipos de cuerpos, algunos celestiales, otros terrestres, otros telestiales, y algunos con cuerpos incapaces de soportar ningún grado de gloria. El cuerpo que recibiremos en la resurrección determina la gloria que recibiremos en los reinos que han sido preparados.

De los que están en el mundo telestial ha sido escrito:"Y serán siervos del Altísimo, mas a donde Dios y Cristo moran no podrán venir, por los siglos de los siglos" ( D. y C. 76:112 ).

De los que tuvieron la oportunidad de entrar en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio en esta vida y que no lo hicieron, la revelación dice:

Por tanto, cuando están fuera del mundo ni se casan ni se dan en casamiento, sino que son nombrados ángeles en el cielo, ángeles que son siervos ministrantes para ministrar a aquellos que son dignos de un peso de gloria mucho mayor, y predominante, y eterno.
Porque estos ángeles no se sujetaron a mi ley; por tanto, no pueden tener aumento, sino que permanecen separada y solitariamente, sin exaltación, en su estado de salvación, por toda la eternidad; y en adelante no son dioses, sino ángeles de Dios para siempre jamás. [D. y C. 132:16-17]

Ellos ni progresan de un reino a otro, ni tampoco un reino inferior puede ir a un reino superior. Cualquier progreso eterno que exista, está dentro de [la misma] esfera.

Herejía seis: Hay quienes creen, o dicen creer que Adán es nuestro Padre y nuestro Dios, que él es el Padre de nuestros espíritus y nuestros cuerpos, y que él es el único a quien adoramos.

El diablo mantiene esta herejía viva como un medio de obtener conversos al cultismo. Es contrario al plan de salvación establecido en las escrituras, y cualquiera que haya leído el libro de Moisés, y cualquiera que haya recibido la investidura en el templo, no tiene excusa alguna para ser atraídos por [esta falsedad]. Aquellos que están atrapados de esta manera rechazan al profeta viviente y cierran sus oídos a los apóstoles de su tiempo."Vamos a seguir a los que vinieron antes", dicen. Después de haber decidido esto, pronto están listos para entrar en relaciones polígamas que destruyen el alma.

Adoramos al Padre, en el nombre del Hijo, por el poder del Espíritu Santo, y Adán es su principal siervo, por quien se inició el poblamiento de nuestro planeta .

Herejía siete: Hay quienes creen que debemos ser perfectos para ganar la salvación.

Esto no es realmente una gran herejía, sólo un malentendido doctrinal que menciono aquí con el fin de ayudar a completar nuestra discusión y de dirigir nuestra atención de lo negativo a lo positivo. Si tenemos dos principios en mente sabemos que los miembros de la iglesia buenos y fieles se salvarán, a pesar de que están lejos de ser perfecto en esta vida.

Estos dos principios son: (1) que esta vida es el tiempo señalado para que los hombres se preparen para encontrarse con Dios, esta vida es el día de nuestra probación, y (2) que el mismo espíritu que posee nuestro cuerpo en el momento que salga de esta vida mortal tendrá poder para poseer nuestro cuerpo en aquel mundo eterno.

Lo que estamos haciendo como miembros de la iglesia está trazando un camino que lleva a la vida eterna. Sólo había un ser perfecto, el Señor Jesús. Si los hombres tenían que ser perfectos y vivir toda la ley estricta, total y completamente, no habría una sola persona salva en la eternidad. El profeta enseñó que hay muchas cosas para hacer, incluso más allá de la tumba, en la elaboración de nuestra salvación.

Y así, lo que hacemos en esta vida es trazar un rumbo que conduce a la vida eterna. Ese curso comienza aquí y ahora, y continúa en los lugares siguientes. Debemos determinar, en nuestro corazón y en nuestra alma, con todo el poder y la capacidad que tenemos, que de ahora en adelante vamos a seguir adelante en justicia; al hacer esto, podemos ir a donde Dios y Cristo viven. Si hacemos esa firme determinación, y estamos en el curso de nuestro deber cuando esta vida haya terminado, vamos a seguir en ese curso en la eternidad. Ese mismo espíritu que posee nuestro cuerpo en el momento de partir de esta vida mortal tendrá poder para poseer nuestros cuerpos en el mundo eterno. Si salimos de esta vida amando al Señor, deseando la rectitud y tratando de adquirir los atributos de la divinidad, vamos a tener el mismo espíritu en el mundo eterno, y luego vamos a seguir avanzando y progresando hasta un día final, el día destinado en el que vamos a poseer, recibir y heredará todas las cosas.

Ahora no digo que estas son las únicas grandes herejías que prevalecen entre nosotros. Hay otras que podrían citarse. Mi sugerencia, en relación con todas las doctrinas y los principios, es que nos convertimos en estudiantes de las sagradas escrituras, y que conforman nuestro pensamiento y nuestras creencias a lo que se encuentra en los libros canónicos. Tenemos que estar menos preocupados por los puntos de vista y opiniones que otros han expresado y beber directamente de la fuente que el Señor nos ha dado. Luego llegaremos a una verdadera comprensión de los puntos de su doctrina. Y si seguimos ese curso, pronto encontrarán que avanza en una dirección diferente a la que el mundo persigue. No vamos a estar preocupados con los puntos de vista intelectuales y las expresiones de las personas no inspiradas. Pronto tendremos obtener por nosotros mismos el testimonio del Espíritu de que estamos llevando a cabo un curso que es agradable al Señor, y este conocimiento tendrá una purificación y santificación y edificación influencia sobre nosotros.

Ahora, para tener las cosas en perspectiva vamos a identificar las tres grandes herejías en toda la cristiandad. Ellas no prevalecen entre nosotros, por suerte, pero son parte de la densa y universal oscuridad que cubre la tierra y borra de la mente de los hombres las verdades sobre la que resta la salvación.

La verdad más grande que el hombre conoce es que hay un Dios en el cielo que es infinito y eterno, que él es el creador, sustentador y preservador de todas las cosas; que nos creó a nosotros y a los cielos siderales y ordenado y que se estableció un plan de salvación mediante los cuales podemos avanzar y progresar y llegar a ser como Él. La verdad que pertenece a él es que es nuestro Padre en el cielo, que tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre, que es una persona literal, y que si creemos y obedecemos sus leyes podemos ganar la exaltación que Él posee. Esa es la mayor verdad y el concepto más glorioso conocido por la mente humana, y lo contrario a ello es la mayor herejía en toda la cristiandad.

La herejía cristiana, a lo que a Dios se refiere, es que la Deidad es una esencia espiritual que llena la inmensidad del espacio, que es tres seres en uno, que no fue creado, que es incorpóreo e incomprensible, que no tiene un cuerpo, partes o pasiones, que es una nada espiritual que está en todas y en ninguna parte... Estos son los conceptos escritos en los credos que se tenían en las iglesias del mundo.

La segunda verdad más grande en toda la eternidad pertenece a la filiación divina del Señor Jesucristo. Incluye la verdad eterna de que estaba predestinado en los consejos de la eternidad para venir a la tierra y ser el Redentor de los hombres, de venir y redimidos de la muerte temporal y espiritual traída sobre ellos por la caída de Adán. Esta segunda gran verdad es que Cristo realizó el sacrificio expiatorio infinito y eterno por medio del cual todos los hombres se levantarán en la inmortalidad y a aquellos que creen y obedecen se les concederá también la vida eterna.

Ahora, la segunda herejía más grande en toda la cristiandad está diseñada para destruir las glorias y las maravillas de la expiación infinita y eterna. Se trata de que los hombres son salvados simplemente por sus palabras, por la gracia de Dios, sin obras y sin esfuerzo de su parte.

La tercera verdad más grande que conoce la humanidad es que el Espíritu Santo de Dios es un revelador y santificador, que es un personaje de espíritu, que su ministerio  asignado y trabajo en la Deidad eterna es dar testimonio del Padre y del Hijo, revelar a ellos y a sus verdades a los hombres. Su obra es limpiar y perfeccionar las almas humanas, para quemar la escoria y el mal de las almas humanas como por fuego. Es lo que llamamos el bautismo de fuego.

Lo contrario de esto es la tercera más grande herejía en toda la cristiandad. Es que la revelación ha cesado, que la boca de Dios está cerrada, que el Espíritu Santo ya no inspira a los hombres, que los dones del Espíritu cesaron después de la muerte de los antiguos apóstoles, y que ya no es necesario seguir el curso que trazaron.

Yo simplemente nombre estas cosas; Creo que querrán sopesar y evaluar lo que está involucrado. Creo que querrán reflexionar y preguntar y escudriñar las Escrituras. Después de que Jesús había estado enseñando a los nefitas como un ser resucitado, dándoles tanta verdad como sabiduría que Él sentía que podían absorber a la vez, les aconsejó ir a sus hogares, y meditar en su corazón las cosas que había dicho , y de orar al Padre en su nombre para averiguar si eran verdaderas, y luego volver otra vez al día siguiente y Él les enseñaría más.

Ahora que nos da el patrón por el cual debemos operar en la Iglesia. Nos reunimos en congregaciones, buscando la guía del Espíritu Santo, el estudio de las revelaciones, la lectura de las Escrituras, y escuchamos expresiones de la doctrina y el consejo dado por aquellos que están llamados. Estas enseñanzas deben ser dadas por el poder del Espíritu Santo. Ellos deben ser recibidas por el mismo poder. Y si lo son, entonces el hablante y el oyente mutuamente se edifican, y tendremos una adoración verdadera y apropiada.

[. . .]

No creo que las herejías que he nombrado sean comunes en la Iglesia. Creo que la gran mayoría de los miembros de la Iglesia creen y entienden verdaderas doctrinas y tratan de aplicar los principios verdaderos en sus vidas. Por desgracia, hay algunas personas que agitan y revuelven estas cuestiones, quienes sienten que tienen razones para quejarse, y quienes quieren difundir sus propias filosofías, filosofías que, según lo que los jueces de Israel pueden discernir, no están en armonía con la mente y la voluntad y el propósito del Señor. Nos corresponde a nosotros creer la verdad. Tenemos la obligación de saber qué es la verdad, y entonces tenemos la obligación de caminar en la luz y aplicar las verdades que hemos aprendido a nosotros mismos y a influir a los demás a hacer lo mismo.

[. . .]

Quiera Dios que seamos prudentes en lo que hacemos, para que podamos buscar la verdad, para que podamos vivir en armonía con la verdad, para que podamos dar testimonio de la verdad, y que podamos, en consecuencia, tener la alegría y la paz y la felicidad aquí y ahora y ser herederos, en su momento, de la recompensa eterna en el reino de nuestro Padre. Esta es mi oración por mí y por todos, y por todos los miembros de la Iglesia, y por los honestos buscadores de la verdad en todas partes, y lo presento en el nombre del Señor Jesucristo.

Amen.

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