Enciclopedia del Mormonismo: Dios el Padre: Visión general

Autor: ROBINSON, STEPHEN E.
Traducción Libre: DPCS (Administrador del Blog)

Los Santos de los Últimos Días se refieren comúnmente a Dios, el Eterno Padre como Elohim, plural hebreo (Elohim), que significa Dios o dioses, y a su Hijo Jesucristo como Jehová (véase Elohim ; Jehová, Jesucristo). Distinguir entre las personas del Padre y el Hijo no es posible con términos sumamente ambiguos como "Dios", así pues mencionar al Padre como "Elohim" es una convención útil, siempre y cuando uno recuerde que en algunos pasajes de la Biblia hebrea el título elohim no se refiere exclusivamente a la persona de Dios el Padre. Un término menos ambiguo para Dios el Padre en la forma de hablar de los Santos de los Últimos Días podría ser "Ahman" (cf. D. y C. 78:15, 20 ), que según el élder Orson Pratt, es un nombre del Padre (JD 2:342).

En teología de la Iglesia, la doctrina de la naturaleza de Dios se fundamenta con mayor claridad por la Primera Visión del profeta José Smith que por cualquier otra cosa. Aquí, José Smith vio que el Padre y el Hijo son dos seres separados y distintos, ambos poseen un cuerpo a cuya imagen y semejanza los seres humanos son creados. Para los Santos de los Últimos Días, no hay proposiciones teológicas o filosóficas sobre Dios que pueden  pasar por encima de la experiencia fundamental del Profeta (véase Primera Visión).

En cierto sentido, se crea una ligera distorsión centrarse en un miembro de la Trinidad y discutir sus características aisladas de las de los otros dos, ya que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno en mente, uno en propósito, y uno en carácter ( Juan 10:30 ; 17:11, 21-23 ). La mayoría de lo que puede decirse del Padre también es cierto para el Hijo y viceversa. El profeta José Smith dijo que el Hijo no hace nada de lo que el Padre no hizo (EPJS, pág 312; Cf Juan 5:19-20 ).
Sin embargo, Dios el Padre no es uno en sustancia con el Hijo o el Espíritu Santo, sino es un ser separado. El Padre existió antes del Hijo y el Espíritu Santo, y es la fuente de su divinidad. En términos clásicos, la teología mormona es subordinacionista, es decir, ve al Hijo y al Espíritu Santo como subordinados y dependientes de Dios el Eterno Padre. Ellos son su descendencia. Así, José Smith se refirió al Padre como "Dios el Primero" para enfatizar su prioridad en la Deidad (EPJS, pág. 190). El Hijo y el Espíritu Santo estaban "en el principio, con Dios", pero el Padre existió de por si  antes del principio del universo como se le conoce. Él es en última instancia la fuente de todas las cosas y el Padre de todas las cosas, pues en el principio Él engendró al Hijo, y por mediación de su agente, el Hijo, el Padre lleva a cabo la creación de todas las cosas.

Los Santos de los Últimos Días perciben al Padre como un hombre exaltado en los términos antropomórficos más literales. Ellos no ven el lenguaje de Génesis como alegórico; los seres humanos son creados a la imagen y semejanza de un Dios que tiene una forma física e imagen (Génesis 1:26). El profeta José Smith explicó: "El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo; pero el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino es un personaje de Espíritu. De no ser así, el Espíritu Santo no podría morar en nosotros."(D. y C. 130:22). Por lo tanto, "Dios es Espíritu" (Juan 4:24 ), en el sentido de que el Espíritu Santo, el miembro de la Trinidad que trata con más frecuencia y más directamente con los seres humanos, es un Dios y un espíritu, pero Dios el Padre y Dios el Hijo son espíritus con cuerpos físicos resucitados. Los Santos de los Últimos Días niegan la naturaleza abstracta de Dios el Padre, y afirman que él es un ser concreto, que posee un cuerpo físico, y que él está en el espacio y en el tiempo. Rechazan además cualquier idea de que Dios el Padre es "Totalmente Otro", incognoscible, o incomprensible. En la doctrina de los Santos de los Últimos Días, conocer al Padre y al Hijo es un prerrequisito para la vida eterna (Juan 17:3 ; D. y C. 88:49). En la opinión de muchos de los Santos de los Últimos Días, el concepto de una Deidad abstracta, incomprensible constituye una intromisión de las categorías filosóficas griegas sobre el registro bíblico.

El Padre, Elohim, es llamado el Padre, porque él es el padre literal de los espíritus de los seres mortales (Heb. 12:9). Esta paternidad no es alegórica. Todos los espíritus humanos individuales fueron engendrados (no creados de la nada o hechos) por el Padre en un estado preterrenal, donde vivieron y fueron instruidos por Padres Celestiales. Estos hijos espirituales del Padre vienen a la tierra para recibir un cuerpo mortal, hay una relación familiar literal entre el género humano. José Smith enseñó: "Si los hombres no entienden el carácter de Dios, no se entienden a sí mismos" (EPJS, pág. 343). Los dioses y los seres humanos representan un único linaje divino, la misma especie de existencia, a pesar de que ellos y Él se encuentran en diferentes etapas de progreso. Esta doctrina se expresa concisamente en una copla muy conocida por el presidente Lorenzo Snow dijo: "Como el hombre es, Dios una vez fue. Como Dios es, el hombre puede llegar a ser" (véase Divinidad). Este principio se demuestra claramente en la persona de Jesucristo, un Dios que se hizo mortal, y aún un Dios como a quien los mortales pueden convertirse (Rom 8:29 ; 2 Corintios 3:18). Pero la máxima es cierto en el caso del Padre tambien. Como dijo el profeta José Smith: "¡Dios una vez fué como nosotros ahora; es un hombre exaltado, y está sentado sobre su trono allá en los cielos! Ese es el gran secreto." (EPJS, pág. 345).  Así, el Padre se convirtió en el Padre en algún momento antes de "el principio", como lo seres humanos lo conocen, para experimentar una mortalidad similar a la experimentada en la tierra. Ha habido especulaciones entre algunos Santos de los Últimos Días sobre las implicaciones de esta doctrina, pero nada se ha revelado a la Iglesia acerca de las condiciones antes del "principio" como los mortales la conocen. Los puntos importantes de la doctrina de los Santos de los Últimos Días es que los Dioses y los seres humanos son de la misma especie de existencia, pero en diferentes etapas de desarrollo en una divinidad continua, y que el Padre y la Madre Celestial son el patrón y modelo celestial ,y el ejemplo de lo que los mortales pueden llegar a ser a través de la obediencia al Evangelio (véase la Madre Celestial). El saber que son la descendencia literal de Padres Celestiales y que pueden llegar a ser como sus Padres a través del evangelio de Jesucristo es una fuente de motivación religiosa. Con Dios como el Padre literal y con seres humanos que tienen la capacidad de llegar a ser como Él, las cuestiones religiosas básicas "¿De dónde vengo?", "¿Por qué estoy aquí?", y "¿Cuál es mi destino?" Son contestadas de manera fundamental.

Los Santos de los Últimos Días también atribuyen omnipotencia y omnisciencia al Padre. Él conoce todas las cosas en relación con el universo en el que viven los mortales y él mismo es la fuente y  poseedor de todo poder real manifiesto en ella. Esto es parte de lo que significa ser exaltado, y esto es con el fin de que los seres humanos puedan poner con seguridad su fe y puedan confiar en Dios el Padre, un ser exaltado. Sin embargo, en la mayoría de las cosas relacionadas a este mundo, el Padre obra a través de un mediador, su Hijo, Jesucristo. Con pocas excepciones, las referencias de las Escrituras para Dios, o incluso para el Padre, tienen a Jesucristo como el sujeto mismo, ya que el Padre es representado por su Hijo. En las pocas ocasiones registradas donde el Padre se ha manifestado a sí mismo explícitamente, Él aparentemente ha limitado su participación personal para dar testimonio del Hijo, como en el bautismo de Jesús (Mat. 3:17), en la transfiguración (Mt. 17:5), en su testimonio a los nefitas y a los lamanitas (3 Ne. 11:7), y en la Primera Visión de José Smith (JSH 1:17). Cristo es el mediador del Padre y por su expiación, solo a partir de Él, ha hecho que posible el acceso al Padre, los Santos de los Últimos Días adoran y oran al Padre y le ofrecen todas las demás actuaciones sagradas a Él, en el nombre del Hijo Jesucristo ( Moisés 5:8).

Otro atributo personal importante del Padre es su amor perfecto ( 1 Jn. 4:8 ). Debido a este amor, es la naturaleza del Padre perfeccionar todas las cosas y a cada uno en la medida en que lo permitan. Del caos preexistente- materia desorganizada- el Padre creó un universo ordenado. Por medio de la inteligencia preexistente, Él engendró hijos espirituales. Incluso de aquellos hijos que no cooperan y obedecen, y que por consiguiente no pueden llegar a ser como él, si ellos lo permiten, Él aun los preserva, y los coloca en menores reinos de gloria ( D. y C. 76:42-43 ; véase Salvación ): "Porque he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre" ( Moisés 1:39 ). El amor del Padre no está limitado a los que le adoran y le obedecen -aunque sus recompensas serán mayores- sino se extiende a todos sus hijos. La obra y la gloria del Padre, es amar y elevar a todos sus hijos en la medida que le permitan. Los Santos de los Últimos Días creen que la intención del Padre es hacer a todos los seres humanos tan felices como pueda ser posible. Con ese propósito, el Padre fue el autor del Plan de Salvación. El Padre desea que todos los seres humanos sean exaltados como él, recibir los poderes y las alegrías que él posee, y experimentar una plenitud de gozo en la eternidad. El factor limitante es el grado que los seres humanos permitan al Padre bendecirles para alcanzar dicho objetivo, mediante el ejercicio de su fe y obediencia y al tomar decisiones sabias. En ocasiones tener fe en Dios significa tener fe en que el plan del Padre hará lo que está diseñado hacer para lograr la máxima felicidad de los seres humanos. Sin embargo, los Santos de los Últimos Días creen, a diferencia de algunos otros puntos de vista, que el Padre nunca violará el albedrío individual, al forzar a sus hijos a lograr la exaltación y la felicidad. La coacción en cualquier grado, incluso con la forma de predestinación al Reino Celestial, es aborrecible para la naturaleza del Padre. Todas las relaciones o asociaciones con él son voluntarias.

Bibliografía:

 Cannon, Donald Q., and Larry E. Dahl. The Prophet Joseph Smith's King Follett Discourse: A Six - - Column Comparison of Original Notes and Amalgamations. Provo, Utah, 1983.

McConkie, Bruce R. A New Witness for the Articles of Faith, pp. 58-65. Salt Lake City, 1985.

Smith, Joseph Fielding. DS, Vol. 1, pp. 1-17.

STEPHEN E. ROBINSON

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