La cuestión de la filosofía griega en el Teismo Clásico

Por Richard R. Hopkins

En respuesta a la pregunta de la filosofía griega y su influencia en el teísmo clásico, Beckwith intenta defender lo indefendible con los siguientes argumentos poco convincentes .


Primero
, él afirma que no esta claro lo que los críticos mormones quieren decir cuando dicen que la filosofía griega clásica ha influido en el cristianismo (ver páginas 84-85). Al igual que todos los teólogos clásicos antes que él, no ve nada malo en el análisis filosófico de las verdades teológicas y sin duda siente que la comprensión del hombre acerca del evangelio de Cristo en realidad ha sido beneficiado por dicho análisis.

El verdadero problema, sin embargo, es que ni siquiera pueden ver cómo su marco de referencia ha sido influenciado por la perspectiva del universo de los antiguos griegos. De ese modo, él se parece más a los apologistas del segundo siglo y se parece menos a los padres apostólicos del primer siglo y de comienzos del siglo II, que por lo general evitaban la filosofía como lo mando Pablo (véase Colosenses 2:8). [Ver Hopkins, How Greek Philosophy Corrupted the Christian Concept of God, caps. 5 y 6]
Segundo, él señala que la supuesta similitud entre teísmo clásico y los principios filosóficos griegos no son en sí un argumento válido en contra de cualquier dogma teológico particular. La verdad es la verdad, él argumenta, y si la filosofía griega es cierta en alguna medida, no hay problema para incorporarla a la propia teología (ver páginas 85-86).

Esto sería cierto si uno simplemente observara la verdad en un sistema pagano. El problema con el teísmo clásico es que toma su perspectiva fundamental sobre el universo desde la filosofía griega, aparte de la Biblia e intenta reconciliar las verdades bíblicas con esa perspectiva, en vez de la perspectiva original hebrea desde la cual la Biblia fue cimentada.

Tercero, Beckwith afirma que es la Biblia la que reforma el pensamiento griego (ver páginas 86-87) y no al revés. Esa afirmación sin duda puede ser sostenido en muchos casos. El Neoplatonismo fue de hecho, una respuesta griega a la influencia de las ideas cristianas que existían en las escuelas filosóficas del pensamiento . Pero el cambio no era en modo unidireccional, [Ver Hatch, Influence of Greek Ideas, 238] y es ahí donde surge la preocupación.

Por desgracia, Beckwith no se ocupa de la situación real. De hecho, él nos intenta confundir al afirmar que la filosofía griega era parte de un sistema pagano y que el monoteísmo representa la línea divisoria entre la iglesia y aquel sistema. Esto es simplemente falso. Los filósofos griegos fueron los reformistas del paganismo al igual que los cristianos del judaísmo. De hecho, los filósofos incluyen su participación de mártires para aquella reforma. En la época de Cristo, la filosofía griega era decididamente monoteísta [Véase ibíd., 171-72]. La influencia problemática de la filosofía griega en el cristianismo no implica un contraste entre el politeísmo pagano y el monoteísmo bíblico. Se trataba de la integración de dos sistemas muy similares de pensamiento. [Véase ibíd., 238].

Sorprendentemente, Beckwith cita Norman L. Geisler de la siguiente manera: "Los griegos nunca identificaron su principio final metafísico con Dios" (p. 87). Esto muestra una ignorancia que uno no espera de un hombre del entorno de Geisler. Parménides, el padre de la metafísica, atribuye la existencia del mundo sensorial (universo real que los hombres perciben con sus sentidos) supuestamente irreal a la conciencia colectiva del hombre. Sin embargo, Platón y los filósofos posteriores lo atribuyeron a Dios [Ver Ronald H. Nash, Christianity and the Hellenistic World (Grand Rapids: Zondervan, 1984), 32.]. La relación del Ser Supremo Griego al pleroma del universo metafísico de Platón fue adoptado por los primeros apologistas y es impartido por los teístas clásicos hoy en día.

Beckwith cita el esfuerzo de Cornelius Van Til para contrastar el motor inmovil de Aristóteles con el concepto cristiano de Dios. Desafortunadamente, él no se ocupa de ataques evidentes del pensamiento griego, como la posición adoptada por Justin Mártir en el segundo siglo, sobre la formulación de Aristóteles de Dios como una descripción cristiana válida del Padre [Ver Justino Mártir, Diálogo con Trifón, un Judio 127, en ANF, 1:263]. Esto solo es una prueba abrumadora de la adopción de las ideas filosóficas griegas en el segundo siglo, como si se trataran de los principios bíblicos, incluso por los más influyente padres de la iglesia primitiva. Otros ejemplos de adopción abundan [Ver Hopkins, How Greek Philosophy Corrupted the Christian Concept of God, cap.6].

Como una cortina de humo, Beckwith señala que filósofos griegos no aceptaron la noción de creación de la nada, sino enseñaron, al igual que el mormonismo, que Dios hizo el universo desde materia ya existente (de una clase). También creían en la existencia premortal del hombre (véase p. 87).

Pero el mormonismo no ha tenido contacto histórico con la filosofía griega. Es completamente anómalo sostener que se adopto conceptos de la filosofía griega en cualquier momento. Las similitudes entre el mormonismo y la filosofía griega que se encuentran en estas dos doctrinas, sólo demuestran que el segundo argumento de Beckwith puede, en efecto, ser cierto. Muchas de las creencias que se encuentran en sistemas religiosos no-mormonas, incluso en sistemas religiosos no-cristianos son verdaderas.

Beckwith luego cita a Paul Copán, quien afirma que los primeros padres de la iglesia que estuvieron de acuerdo con las opiniones mormonas sobre estos temas tienen sus doctrinas de la filosofía griega y el paganismo (ver p. 88). El problema con ese argumento es que estas doctrinas son totalmente defendibles desde la Biblia, mientras que la idea del creatio ex-nihilo [creación de la nada], por ejemplo, que niega cualquier noción de una existencia pre-mortal, no es bíblico.

Cuarto, Beckwith sostiene que los estudiosos de los primeros cristianos y eruditos Santos de los Últimos Días asimismo han "utilizado la terminología y los conceptos filosóficos para transmitir ciertas verdades bíblicas y teológicas" (p. 88). Esto es totalmente fuera de propósito. La pregunta apropiada que debemos hacer es la siguiente: ¿Cúal es lo bíblico y que cosas derivan fuera de lo enseñado en la Biblia? No es el lenguaje de la expresión lo que importa, como el mismo Beckwith argumenta en un determinado momento. Es la existencia de la enseñanza en la Biblia.

¿Por qué, si Beckwith entiende esto, él toma poco o nada tiempo para abordar las cuestiones fundamentales en su capítulo sobre el concepto mormón de Dios? ¿Por qué él no presenta de forma precisa la posición del teísmo mormón y se basa en la Biblia y luego se dirige al asunto cuya interpretación bíblica es más cierta que los escritores originales? Uno sólo puede suponer que él fracasa al hacer estas cosas porque, si él lo hizo, no puede defender su posición en contra de la posición tomada por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Nota: Este artículo no es un ataque de la doctrina de la Trinidad, ni de la Deidad de Cristo, pues la Iglesia SUD cree en ambas doctrinas, sino de conceptos filosóficos griegos atribuidas a estas doctrinas, las cuales no tienen base bíblica, ni son apoyadas por la perspectiva hebrea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante exposicion,pero algunos anexos no estaran relacionados con el mormonismo temprano y relacionado con la linea gnostica adjudicada a los masones?

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