Enciclopedia del Mormonismo: Deificación en el cristianismo primitivo


Autor: Norman, Keith E.
Traducción Libre: DPCS (Administrador del Blog)

Desde el segundo al octavo siglo, el termino cristiano común para la salvación fue theopoiesis theosis o, literalmente, "ser hecho Dios", o deificación [divinización]. Tal lenguaje sobrevivió de forma esporádica en la tradición mística del Occidente y aun es usada en la ortodoxia oriental. Las doctrinas SUD sobre la progresión eterna y la exaltación a la divinidad reflejan una visión similar de la salvación.

En su forma clásica, en particular en las obras de Atanasio (obispo del siglo IV de Alejandría), la deificación se basa en el concepto de la encarnación de Cristo. El Concilio de Nicea (año 325) definió al Hijo como homoousios (de la misma sustancia) con el Padre, y de ese modo plenamente Dios. Al tomar sobre sí nuestra carne a través del nacimiento, Jesús como Dios unió la esencia de la humanidad a la naturaleza divina. Con el tiempo la divinidad de Cristo superó los límites de la carne a través de la resurrección y la glorificación, la transformación y el ascenso de su cuerpo al máximo nivel de la divinidad. Como Atanasio lo resumio: "Dios se hizo hombre para que nosotros podamos ser hecho Dios" (Sobre la Encarnación del Logos 54).

Aunque la doctrina ha sido rechazada por estudiosos tardíos como una mera "teoría física de la redención" centrado en la Resurrección, la deificación es más que un sinónimo de la inmortalidad. Padres de la Iglesia argumentan que la deificación no sólo restaura la imagen de Dios que fue perdida en la caída, sino que también permite a la humanidad, trascender de la naturaleza humana con el fin de poseer los atributos de Dios. "Puedo llegar a ser Dios en cuanto que él hizo hombre", declaró Gregorio Nacianceno a finales del cuarto siglo (Oraciones 29,19). Las descripciones de la deificación incluyen la incorruptibilidad física, la inmunidad del sufrimiento, la virtud perfecta, la pureza, la plenitud del conocimiento y la felicidad, la progresión eterna, la comunión con Dios, la herencia de gloria divina, y de gobernar con Cristo en el reino de Dios, en el cielo para siempre.

Las raíces de la doctrina cristiana de la deificación son principalmente bíblicas. Comenzando con la creación de la humanidad a imagen de Dios ( Gen. 1:26-27 ), los padres de la iglesia desarrollaron aspectos de la deificación, a partir de conceptos tales como el símbolo de la perfección moral y la santidad (por ejemplo, Lev. 19:1-2 ; Mateo 5:48 ; 1 Jn. 3:2 ; 1 Cor. 11:1 ; 2 Pedro 1:3-7. ), la adopción como herederos de Dios ( Rom. 8:15-17. ; Gal. 4:4 -7 ), la unificación con Dios a traves de Cristo ( Juan 17:11-23 ), y de ser participes de los sufrimientos de Cristo, para elevarse con él en la gloria (por ejemplo, Rom. 8:16-18 ; 2 Cor. 3:18. ; 4 :16-18 ; Filipenses 3:20-21. ; 2 Timoteo 2:10-12. ). También señalaron ejemplos donde los seres humanos son descritos como "dioses" en la Escritura ( Ex 4:16. ; 7:1 ; Salmo 82:6. ; Juan 10:34-36 ).


El pensamiento judío, particularmente en respuesta al desarrollo de la cristología y de percibir amenaza al monoteísmo, fue más reticente de comentar sobre los seres humanos alcanzando la divinidad. Sin embargo, los Judios comparten algunos textos bíblicos
subyacentes fundamentales para la deificación .

El Judaísmo
Talmúdico tendía a subrayar la obligación de la humanidad de imitar la santidad de Dios, como consecuencia de ser creados a la imagen de Dios. Moisés y otros profetas, hablaron de como compartir la gloria de Dios y de llegar a ser "dioses secundarios" en relación con los demás mortales (Meeks, pp 234-35). Filón describe la glorificación de Moisés como "un prototipo. . . de la ascensión al cielo, que todo discípulo espera que se le conceda" (Meeks, p. 244).

Debido a su incongruencia con la doctrina de Dios en el cristianismo occidental, la deificación cayó de su aprobación como la preferida manera de describir la salvación. La teología católica progresivamente hacia hincapié en la trascendencia de Dios, el único que es auto-existente y eterno. Todos los demás seres fueron creados ex-nihilo, "de la nada", considerandolos solamente seres contingentes. Este desarrollo teológico culminó con Agustín. Para él, la unidad absoluta de Dios y la alteridad era tan diferente del estado creada de la humanidad y de la dependencia de la gracia divina, que la salvación no podía cerrar la brecha [o las diferencias] entre el Creador eterno y las criaturas dependientes de él. Desde entonces, hablar de la deificación ha sido desconfiado o herético en el cristianismo occidental y ha formado un punto importante de oposición entre los cristianos tradicionales con las enseñanzas de los Santos de los Últimos Días sobre el tema.

Bibliografía

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