¿Esta usando sus gárments? ¿Por qué el uso de nuestros estándares como medición es tan perjudicial?

"¿Está usando sus gárments en la foto del vestido de novia?"

En 2017, la respuesta a esta pregunta por el ex obispo Richard Ostler de un barrio JAS se volvió viral. Pero, ¿hay más en esta pregunta que una discusión sobre los estándares de modestia de otra persona?

En un nuevo podcast de "Escucha, aprende y ama", Ostler comparte cómo preguntas como estas (preguntas que polarizan y excluyen a los miembros de la Iglesia) son perjudiciales de maneras que ni siquiera podemos imaginar.

En el caso de preguntar si una novia lleva o no sus gárments debajo del vestido de novia, es posible que no sepamos toda la historia. Tal vez la novia es una nueva converso o tal vez el vestido le pertenecía a su madre. Hay muchos factores desconocidos en situaciones en las que somos  observadores externos. Pero una cosa está clara: nuestros convenios nunca deben usarse como una "vara de medir para juzgar a los demás", dice Ostler.

Él además dijo: "Ahora, al decir esto, no estoy dando permiso para que los miembros no usen sus gárments o adopten un enfoque más informal". En vez de eso, Ostler dice que él usa esta pregunta: "¿Está usando sus gárments en la foto del vestido de novia?" como un ejemplo de cómo podemos dejar de juzgar y avergonzar a los demás, incluso cuando parecen estar viviendo en contra de nuestros estándares.

"Me reúno con muchos marginados [Santos de los Últimos Días]", dice Ostler. "Y a menudo es la cultura, no la doctrina o los mandamientos, lo que hace que se alejen de la iglesia. Ellos se sienten juzgados. Así que, en lugar de venir a la iglesia y sentir el bálsamo de Galaad, donde se sienten amados y aceptados mientras intentan seguir adelante en sus vidas, ellos sienten que la gente que camina con ellos los miran y los juzgan".

Para ayudar a todos los miembros a sentirse bienvenidos en la iglesia, Ostler sugiere ver a los demás como iguales, independientemente de su orientación sexual, género, ocupación, apariencia y muchas otras cosas que pueden hacer que juzguemos rápidamente.

En cambio, al mantener la mentalidad de lo que tenemos en común, nuestra herencia divina como hermanos y hermanas espirituales, puede ayudarnos a estar más unidos como iglesia.

Al citar al obispo presidente Gérald Caussé, Ostler dice: "En esta Iglesia no hay extranjeros ni marginados, sólo hay hermanos y hermanas...En esta Iglesia, nuestros barrios y quórumes no nos pertenecen; son de Jesucristo. Cualquiera que venga a nuestras reuniones debe sentirse como en casa... La unidad no se alcanza ignorando y aislando a miembros que parecen diferentes o débiles, y relacionándose únicamente con personas como nosotros. Al contrario, la unidad se logra acogiendo y sirviendo a los que son nuevos y tienen necesidades particulares."(Obispo Gérald Caussé,"Ya no sois extranjeros", Conferencia General de Octubre 2013).

El presidente Uchtdorf en su discurso de abril de 2012, "Los misericordiosos alcanzan misericordia":
Este tema de juzgar a los demás en realidad podría enseñarse con un sermón de tres palabras. Cuando se trate de odiar, chismear, ignorar, ridiculizar, sentir rencor o el deseo de infligir daño, por favor apliquen lo siguiente:¡Dejen de hacerlo!

Es así de sencillo. Simplemente debemos dejar de juzgar a otros y remplazar los pensamientos y sentimientos de crítica con un corazón lleno de amor por Dios y por Sus hijos. Dios es nuestro Padre, nosotros somos Sus hijos, todos somos hermanos y hermanas. No sé exactamente cómo expresar este asunto de no juzgar a los demás con la suficiente elocuencia, pasión y persuasión para que se grabe en ustedes. Podría citarles pasajes de las Escrituras, podría tratar de explicar a fondo la doctrina e incluso citar una calcomanía que vi hace poco que estaba pegada en la parte de atrás de un auto cuyo conductor parecía un tanto rústico, pero las palabras de la calcomanía me enseñaron una gran lección; decía: “No me juzgues por pecar de manera distinta a la tuya”.

Debemos reconocer que todos somos imperfectos, que somos mendigos ante Dios. ¿No nos hemos todos acercado sumisamente al trono de misericordia, en un momento u otro, para suplicar gracia?
Lo que puedo hacer es ser un buen amigo. Puedo mostrar a través del ejemplo cómo estos gárments sagrados bendicen mi vida y, cuando sea el momento y el lugar adecuados, hablar de mis experiencias con palabras amables y sin confrontación. Puedo ayudar a alguien a través del amor y el respeto, en lugar de lastimarlo por la vergüenza.

Fuente: Artículo originalmente publicado en ldsliving.com y escrito por Katie Lambert  Traducido al español por Dastin Cruz para mundosion.org

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