Por motivo de su carácter sagrado [del templo], a veces nos mostramos reacios a decir cosa alguna del templo a nuestros hijos y a nuestros nietos. Como resultado de eso, muchos no adquieren un verdadero deseo de ir al templo o, si van, van sin mucho conocimiento tocante a él que les prepare para las obligaciones que allí contraen y los convenios que allí hacen. (President Benson. “Lo que espero enseñéis a vuestros hijos acerca del templo” Liahona, Abril- Mayo 1986)Siempre debemos “[recordar] que lo que viene de arriba es sagrado, y debe expresarse con cuidado y por constreñimiento del Espíritu.” (D. y C.63:64)
¿Qué debemos mantener sagrados?
No debemos discutir directamente los "detalles" del templo fuera del templo . No hablamos específicamente sobre las “palabras clave, los signos y las señas”. No discutimos los detalles de los garments No compartimos detalles sobre la ropa sagrada usada en el templo. No compartimos las palabras o el lenguaje de la ceremonia del templo. No hablamos sobre el velo. No hablamos de los procedimientos o métodos particulares de las ordenanzas. Hay mucho más que debemos mantener sagrado que las cosas explícitamente establecidas en la ordenanza. El élder Packer ha dicho:
No hablamos de las ordenanzas del templo fuera de este edificio. Nunca se tuvo como propósito que el conocimiento de dichas ceremonias se circunscribiera a un corto número de personas selectas a quienes se obligaría a que se aseguraran de que nadie más se enteraría de ellas; en realidad, es todo lo contrario, ya que exhortamos vigorosamente a toda persona a prepararse y hacerse merecedora de participar de las ceremonias del templo... Las ordenanzas y las ceremonias del templo son sencillas. Son hermosas y sagradas. Se conservan confidenciales, no sea que se den a conocer a quienes no estén preparados para ellas. La curiosidad no es una preparación, como tampoco lo es un profundo interés. La preparación para dichas ordenanzas supone ciertos pasos preliminares, a saber: fe, arrepentimiento, bautismo, confirmación, méritos, además de la madurez y de la dignidad que se espera de aquel que va como invitado a la casa del Señor. (Elder Packer, El Santo Templo, 29.)¿De qué podemos hablar?
Hay muchas cosas que podemos compartir con otros sobre el templo . Las principales doctrinas que se enseñan en el templo son las mismas doctrinas que se enseñan en las Escrituras y en nuestras clases y manuales de la Escuela Dominical. La Perla de Gran Precio es una herramienta perfecta para el estudio del templo; mucho de lo que aprendemos en el templo se puede encontrar en esos libros de las Escrituras, y ciertamente podemos discutir las Escrituras en un contexto de las Escrituras. Las doctrinas de la creación, la caída, la expiación y nuestro regreso a la presencia de nuestro Padre Celestial se enseñan abiertamente. También se nos enseña abiertamente sobre la castidad, la obediencia, el sacrificio y la consagración.. Estas son doctrinas que todo miembro, investido o no, debe entender. Los nombres de las ordenanzas también se han dado a conocer públicamente: bautismo por los muertos, ordenación, lavamientos y unciones, investidura y sellamientos. El Élder Boyd K. Packer dijo: "Si bien hacemos referencia a los lavamientos y unciones, sellamientos e investiduras, no discutimos los detalles." (Elder Packer, El Santo Templo, 29.)
El Presidente Brigham Young dijo: "La investidura de ustedes consiste en recibir todas esas ordenanzas en la casa del Señor, que les son necesarias, después de que hayan salido de esta vida, para permitirles volver a la presencia del Padre, pasando por los ángeles que están allí como centinelas, capacitados para darles las palabras claves, las señas y los signos pertenecientes al Santo Sacerdocio, y lograr su exaltación eterna a pesar de la tierra y del infierno."
El élder Packer nos dice que esta es una definición o descripción publicada de la investidura y la usa él mismo ("El Santo Templo", 153).
Una buena regla a seguir es que estamos sobre terreno seguro cuando citamos fuentes oficiales y públicas de la Iglesia. Podemos seguir el ejemplo de las Autoridades Generales y de los profetas de las Escrituras, en lo que respecta a sus enseñanzas y palabras públicas, SI el contexto es apropiado. El contexto de nuestro discurso debe determinar cuánto es lo que decimos, si bien, otra vez, ciertas cosas siempre están fuera de límite en las conversaciones fuera del Templo porque hacemos convenio de no hablar sobre ellas.
Uno puede hacerse estas preguntas de contexto, intención y aprobación:
- La conversación, ¿es pública o privada?
- ¿Es nuestra discusión para propósitos mundanos o espirituales?
- ¿Es para ayudar a alguien a prepararse o para entender el Templo?
- ¿Se relaciona con una persona humilde que busca una respuesta o con una persona hostil de un foro de discusión que busca debatir?
- ¿El Espíritu está presente en nuestra conversación?
- ¿Es contenciosa nuestra conversación? “Porque en verdad, en verdad os digo que aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo, que es el padre de la contención, y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros.” 3 Nefi 11:29
- ¿Estamos tratando las ordenanzas del Templo o sus cosas relacionadas con ligereza? “No trates con liviandad las cosas sagradas.” D. y C. 6.12
Os recuerdo la absoluta obligación de no hablar fuera del templo de lo que ocurre dentro de el. Los asuntos sagrados merecen una consideración sagrada. Estamos bajo la seria y estricta obligación de no usar el lenguaje del templo ni de hablar de asuntos del templo fuera de el. Yo fui al templo por primera vez hace 57 años. Fue una experiencia diferente de cualquier otra que había tenido en la Iglesia. Un joven conocido mío fue casi en la misma época. Mas tarde utilizó frases del lenguaje del templo en forma frívola y ofensiva; era una traición a una confianza sagrada. Lo he observado con el correr de los años. Una vez fue fiel y ahora se ha alejado de la actividad de la Iglesia y ha olvidado la fe de sus padres. Creo que la mayoría de lo que sucedió se debió a que empezó con esa pequeña irreverencia en lenguaje trivial sobre cosas que eran sagradas.
Por favor, hermanos, no habléis fuera del templo de lo que ocurre en el templo. Mientras estéis en el, podéis hacerlo. Si tuvieseis preguntas, podéis conversar con el presidente del templo o con uno de sus consejeros. Pero cuando salgáis de las puertas de la Casa del Señor, sed fieles a esa confianza sagrada que se os da de no hablar de lo que es sagrado. El Señor dijo: “Recordad que lo que viene de arriba es sagrado, y debe expresarse con cuidado y por constreñimiento del Espíritu” (D. y C. 63:64). Y luego: “No juegues con las cosas sagradas” (D. y C. 6:19).[Presidente (en ese entonces era Primer Consejero) Hinckley, “Mantengamos sagrado los templos” Véase Liahona, Julio de 1990.]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario