Jesús y la Mujer Samaritana: 3 preguntas que cambiaran tu comprensión de esta querida historia

En la década que nos llevó investigar, orar, escribir y volver a escribir 18 ensayos sobre el Mesías, leímos obras de eruditos del Nuevo Testamento. Uno de ellos cuya especialidad eran las costumbres sociales y religiosas en su época tenía una fórmula; él dijo que ver el contenido o la trama de una escritura en el contexto de su tiempo y lugar revelaba mensajes importantes. En pocas palabras, dijo, "El contenido del contexto es significado".

El valor de esa fórmula (poner las creencias y las tradiciones de la Palestina del primer siglo junto con eventos y las parábolas en la vida de Jesús) fue especialmente importante cuando estudiamos el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana que Él encontró en un lugar conocido como el pozo de Jacob.

Usando la fórmula, creamos y respondimos tres preguntas básicas sobre la historia del cuarto capítulo del evangelio de Juan: 1) ¿Cómo veía y trataba la gente a las mujeres en la antigua Palestina, especialmente a una samaritana? 2) ¿En qué diferia la conducta de Jesús de las normas establecidas? 3) ¿Cuáles fueron las lecciones que aprendimos de nuestros estudios?

1. ¿Cómo veía y trataba la gente en la antigua Palestina a las mujeres, especialmente a las mujeres samaritanas?

El historiador judío Josefo escribió que Adán fue maldecido en el Jardín "porque débilmente se sometió al consejo de su esposa". Por lo tanto, "una mujer es inferior a su esposo en todas las cosas".

Los historiadores nos dicen que era común que los judíos devotos ofrecieran la siguiente oración cada mañana: "Bendito eres, Señor, nuestro Dios, gobernante del universo, que no me ha creado mujer".

El mundo de una mujer estaba completamente delimitado por las paredes de su hogar. A los hombres, y especialmente a los rabinos, se les prohibió dirigirse, hablar o tocar a una mujer en público.

Las mujeres eran consideradas propiedad de sus padres o esposos, quienes podían divorciarse de sus esposas por una ofensa tan simple como quemar la cena al escribir las palabras "En virtud de este acto eres autorizada a todos los hombres" en una hoja de papel llamada "get" y entregándola a la mujer. La implicación era clara de que las mujeres divorciadas podrían ser utilizadas o abusadas por cualquier hombre.

Los pozos de la antigua Palestina eran lugares donde las mujeres iban a recolectar agua potable y culinaria para su hogar. Para un hombre conocer a una mujer sola en un pozo era considerado escandaloso.

Los hombres, particularmente los hombres judíos, nunca debían involucrar a una mujer en una discusión teológica. A las mujeres no se les consideraba que tuvieran el intelecto para hablar de tales asuntos.

Los samaritanos eran considerados impuros y judíos sólo de nombre. Ellos habían construido su propio templo. Tenían su propia versión de la Torá.

Un insulto degradante que un judío podía decir a otro con enojo era llamarle "samaritano".

La mayoría de los judíos observantes evitaban viajar por Samaria. Pero si era necesario, al abandonar la región, limpiarían incluso el polvo de Samaria de sus sandalias.

2. ¿En qué difiere la conducta de Jesús con la mujer samaritana en el pozo de Jacob de las normas establecidas?

El evangelio de Juan nos dice que Jesús y los discípulos estaban de camino a casa desde Jerusalén. Cansados y hambrientos, se detuvieron para buscar agua en un pozo cerca de la ciudad de Sicar en Samaria.

Los discípulos habían ido a la aldea a comer algo. Jesús se encontró solo con una mujer que era una adúltera conocida. A pesar de conocer su pasado, Él le pidió agua. Él la escuchó y le habló sobre el "agua viva" que Él ofrecia. Le pidió que volviera a la aldea para traer a otros a escuchar su mensaje: ser su emisario de aquellos judíos "justos" que habrían evitado. Cuando Sus discípulos regresaron al pozo, les enseñó con el ejemplo cómo iban a tratarla a ella y a los demás.

3. ¿Cuáles fueron las lecciones que aprendimos de ese intercambio?

Debido a que Jesús ignoró cada tabú y norma cultural que un buen rabino hubiera sabido, Él se comportaba de maneras que nos enseñan acerca de su amor y su preocupación perfecta por todos los hijos de su Padre. Como resultado, la joven iglesia permitió a las mujeres tener roles más amplios: se nos dice que eran diaconisas, misioneras, participantes en reuniones, fundadoras y líderes de iglesias y profetisas. Él demostró que para Él y Su Padre "no hay judío, ni griego; no hay esclavo, ni libre; no hay varón, ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28). Los verdaderos cristianos considerarían a cada hombre y mujer con el mismo respeto, autoridad y amabilidad. Nosotros actualmente que nos llamamos Santos estamos bajo el convenio de hacer lo mismo.

Fuente: Artículo originalmente escrito por James y Judith McConkie y publicado en ldsliving.com, titulado “Jesus and the Samaritan Woman at the Well: 3 Questions That Will Transform Your Understanding of This Beloved Story”. Traducido al español por Dastin Cruz para MormonesSud.org

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