Cuando José Smith y su guardia personal se encontraron con Juan el Revelador

Una historia sobre José Smith y su guardaespaldas Allen Stout proporciona otro ejemplo de un encuentro con una persona tradsladada que ocultó su estado angelical mientras cumplía su misión en la tierra. Cuando José Smith y Allen Stout caminaban por una carretera al oeste del río Misisipi, "vieron a un hombre caminando por un camino que llevaba hacia el sur y que venía hacia ellos. El Profeta le dijo a Allen que se quedara donde estaba mientras él se acercaba para hablar con este caminante. Allen les dio la espalda y por un momento se olvidó del Profeta y se ocupó con sus propios pensamientos, mientras él permanecía de pie batiendo un pequeño arbusto con el bastón que llevaba.

"La mano del Profeta sobre su hombro lo despertó de si mismo. El Profeta dijo: 'Debemos regresar inmediatamente a Nauvoo'. Caminaron en silencio y rápidamente. Allen se puso muy triste por su deslealtad a su deber y no pudo evitar llorar. El Profeta le preguntó por qué lloraba. Allen confesó: 'Soy un guardaespaldas insuficiente, penalmente negligente con su bienestar. Permití que ese hombre que conociste hablara contigo sin siquiera estar listo para defenderte si te atacaba. Podría haberte matado y haber escapado sin que yo supiera quién es, por dónde fue o qué aspecto tenía. Tendrás que prescindir de mis servicios y tomar un guardia del que puedas depender. Tu vida es demasiado valiosa como para confiar en mi cuidado.

"El Profeta dijo entonces, 'Ese hombre no me haría daño. Viste a Juan el Revelador'" 1.

Otro relato, relacionado a David Whitmer, uno de los Tres Testigos del Libro de Mormón, también demuestra que los seres trasladados o resucitados pueden ocultar el hecho de que son ángeles: "Cuando regresaba a Fayette con José y Oliver, todos nosotros montados en el vagón, Oliver y yo sobre un tradicional asiento de resortes de madera y José detrás de nosotros, de repente nos encontramos con un anciano muy agradable y de buena apariencia en un lugar abierto y alejado, quien nos saludó con un 'Buenos días, es muy cálido,' en el mismo instante limpiándose la cara o la frente con la mano. Devolvimos el saludo y, con una señal de José, lo invité a montar si él se  iba nuestro camino, pero dijo muy gratamente: "No, voy a Cumorah". Esto era algo nuevo para mí, no sabía a qué se refería con Cumorah, y mientras miraba inquisitivamente a José, el anciano desapareció al instante para no volver a verlo.

"...Tenía, creo, cerca de 1 metro y medio y un juego pesado. . . . Iba vestido con un traje de lana marrón; su cabello y barba eran blancos... También recuerdo que él tenía una especie de mochila en la espalda, y había algo en ella que tenía forma como de un libro. Fue el mensajero quien tenía las planchas " 2.

Notas:
1. McConkie, Remembering Joseph, 210–11.
2. Baugh, “Parting the Veil,” in Welch and Carlson, Opening the Heavens, 269–70; see also Jenson, Latter-day Saint Biographical Encyclopedia, 1:267; Whitmer, “Old Man Instantly Disappeared,” in Best-Loved Stories, 38–39.

Fuente: Artículo originalmente escrito por Donald W. Parry y publicado en ldsliving.com, titulado "When Joseph Smith and His Body Guard Met John the Revelator on the Road". Traducido al español por Dastin Cruz para MundoSion.org

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