Jesús y los mitos paganos

Pregunta:

¿Es Jesús un mito copiado o una persona real?” es la fuente de objeción que yo recibo la mayoría de la veces. Ellos presentan todas las similitudes que tiene Cristo a otros dioses mitológicos y a las constelaciones de estrellas que ellos dicen “¿Ve que tan similares son?...¿Qué tan sólido es el caso que ellos presentan? ¿Aún se debate este caso en los altos niveles de erudición?"

Respuesta:

Por William Lane Craig
Filósofo​ analítico y teólogo​ cristiano (No SUD)

El fallecido Robert Funk, fundador del radical Seminario de Jesús, frecuentaba quejarse amargamente del abismo que existe entre la alta erudición y las creencias populares acerca de Jesús. Funk estaba pensando principalmente de cómo la piedad popular se aísla de la erudición del Jesús histórico; sin embargo en ningún lugar el abismo se hace más amplio que entre la impiedad popular y los estudios del Jesús histórico.

El movimiento del Pensamiento Libre, el cual estimula la objeción popular que las creencias cristianas acerca de Jesús se derivan de la mitología pagana, está atorado en la erudición del final del siglo diecinueve. En un sentido esto es impresionante, ya que hay muchos de los eruditos escépticos contemporáneos, como los del Seminario de Jesús, de quienes los Pensadores Libres podrían hacer uso de sus obras para justificar su escepticismo acerca del entendimiento tradicional de Jesús. Pero esto sirve para mostrar lo desfasado que están estos divulgadores con las obras eruditas sobre Jesús. Tienen cien años de atraso.

Durante el apogeo de la llamada “Escuela de la Historia de las Religiones,” los eruditos en la religión comparativa coleccionaron paralelos a las creencias cristianas en otros movimientos religiosos y algunos pensamientos para explicar esas creencias (incluyendo la creencia en la resurrección de Jesús) como resultado de la influencia de dichos mitos. Sin embargo, hoy en día es difícil encontrar algún erudito que crea que un mito es una categoría interpretativa importante para los Evangelios. Los eruditos llegaron a entender que la mitología pagana es simplemente el contexto interpretativo equivocado para entender a Jesús de Nazaret.

Craig Evans se ha referido a este cambio como el “Eclipse de la Mitología” en la investigación de la Vida de Jesús (véase el excelente artículo “Life-of-Jesus Research and the Eclipse of Mithology” (La Investigación de la Vida de Jesús y el Eclipse de la Mitología) publicado en el 1993 por Theological Studies, volumen 54, página 3-36. También James D. G. Dunn comienza su artículo sobre “Mito” en el Dictionary of Jesus and the Gospels (Diccionario de Jesús y los Evangelios) publicado por Intervarsity en el 1993, con la plana renuncia de responsabilidad, “Un mito es un término de por lo menos relevancia dudosa al estudio de Jesús y los Evangelios.”

A veces se le refiere a este cambio como “la reclamación judía de Jesús,” ya que Jesús y sus discípulos fueron los primeros judíos palestinos y es en contra de ese trasfondo que ellos deben ser entendidos. La reclamación judía de Jesús ha ayudado a hacer injustificado cualquier entendimiento del retrato de Jesús que se encuentra en los Evangelios como significantemente formado por mitología.

Este cambio se pronuncia con respecto a la historicidad de los milagros y los exorcismos de Jesús. Los eruditos contemporáneos no podrían estar más preparados para creer en el carácter sobrenatural de los milagros y los exorcismos de Jesús que los eruditos de las generaciones previas. Pero ya no están dispuestos a atribuirle esas historias a la influencia de los mitos helenísticos de un hombre divino (theios aner). Al contrario, los milagros y exorcismos de Jesús han de ser interpretados en el contexto de las creencias y las prácticas judías del primer siglo. Por ejemplo, el erudito judío Geza Vermes ha llamado la atención a los ministerios de los carismáticos obradores de milagros y/o los exorcistas Honi el Trazador de Círculo (del primer siglo a.C.) y Hanina ben Dosa (primer siglo d.C.), e interpreta a Jesús de Nazaret como un hasid o hombre santo. Hoy el consenso de la erudición sostiene que la obra de milagro y de exorcismo (poniendo en paréntesis la pregunta su carácter sobrenatural) lo más seguro pertenecen a cualquier reconstrucción aceptable del ministerio de Jesús.

El colapso de la antigua escuela de la Historia de las Religiones sucedió principalmente por dos razones. En primer lugar, los eruditos llegaron a entender que los presuntos paralelos eran falsos. El mundo antiguo era una cornucopia vital de mitos de dioses y héroes. Los estudios comparativos en la religión y la literatura requieren de una sensibilidad a sus similitudes y a sus diferencias, o de otra manera inevitablemente resulta en una distorsión y confusión. Desafortunadamente, los que alegaban paralelos a las creencias cristianas no ejercitaron esa sensibilidad. Por ejemplo, tomemos el relato del nacimiento virginal, o para decirlo de una manera más precisa, la concepción virginal de Jesús. Los presuntos paralelos paganos a ese relato tienen que ver con cuentos de dioses adquiriendo forma corporal y teniendo relaciones sexuales con mujeres humanas para engendrar progenie que fueran divino-humano (como Hércules). Como tales, esos relatos son exactamente lo opuesto a la historia que se encuentra en los Evangelios de Maria concibiendo a Jesús sin tener ninguna relación sexual. Los relatos del Evangelio de la concepción virginal, en efecto, no tienen ningún paralelo en el antiguo Cercano Oriente.

O consideremos el acontecimiento de más interés para mí de los Evangelios: la resurrección de Jesús de entre los muertos. Muchos de los presuntos paralelos a este acontecimiento son realmente relatos apoteosis, la divinización y presuposición del héroe en el cielo (Hércules, Rómulo). Otros están compuestos por cuentos que desaparecen, afirmando que el héroe se ha desaparecido en una esfera más alta (Apolonio de Tiana, Empédocles). Aún hay otros que son símbolos de temporadas utilizados para el círculo de la cosecha, así como la vegetación moría en la temporada seca y volvía a la vida con la temporada de lluvia (Tammuz, Osiris, Adonis). Algunos son expresiones políticas de la adoración al emperador (Julio Cesar, Cesar Augusto). Ninguno de estos son paralelos a la idea judía de la resurrección de los muertos. David Aune, un especialista en la literatura comparativa del Cercano Oriente, concluye que “no hay paralelo a ellas [las tradiciones de la resurrección] que se encuentre en la biografía greca-romana” (“The Genre of the Gospels,”[El Género de los Evangelios] en Gospel Perspectives II ed. R.T. France y David Wenham), publicado por JSOT Press en el 1981, página 48.

De hecho, la mayoría de los eruditos han llegado a dudar de si, hablando de una forma apropiada, realmente existieron algunos mitos de dioses que morían y resucitaban. En el mito de Osiris, uno de los más conocidos mitos simbólicos estacionales, Osiris realmente no vuelve a la vida sino que simplemente continúa existiendo en la esfera baja de los difuntos. En un resumen reciente de la evidencia, T. N. D. Mettinger reporta: “A partir de la década del 1930…se ha desarrollado un consenso en el sentido de que ‘los dioses que morían y resucitaban’ morían pero no regresaban o resucitaban otra vez…Los que aún creen de una forma diferente son considerados miembros residuos de una especie casi en extinción” (Tryggve N. D. Mettinger, The Riddle of Resurrection: “Dying and Rising Gods” in the Ancient Near East [El Enigma de la Resurrección: “Dioses que Morían y Resucitaban” en el Antiguo Cercano Oriente] publicado por Almquist & Wiksell International en el 2001, página 4, 7).

El mismo Mettinger cree que los mitos del morir y resucitar existió en los casos de Dumizi, Baal y Melqart, pero reconoce que dichos símbolos son totalmente diferentes a la creencia en la resurrección de Jesús que tenían los cristianos primitivos:

“Los dioses que morían y luego eran resucitados estaban cercanamente relacionados al ciclo estacional. La muerte y resurrección de ellos se consideraba como un reflejo de los cambios en la vida vegetal. La muerte y resurrección de Jesús es un acontecimiento que sucedió una vez, irrepetible y no está relacionado a los cambios estacionales….Hasta donde yo sé, no existe una evidencia a prima facie de que la muerte y resurrección de Jesús haya sido una construcción mitológica, extraída de los mitos y ritos de los dioses que morían y resucitaban en el mundo circundante, la fe en la muerte y resurrección de Jesús retiene su carácter único en la historia de las religiones. El enigma se mantiene.”

Podemos observar el comentario de Mettinger de que la creencia de la resurrección de Jesús podría ser estudiada de una manera provechosa en contra del trasfondo de las creencias judías sobre la resurrección (no la mitología pagana). Aquí observamos ese cambio en los estudios del Nuevo Testamento que mencioné arriba como “la reclamación judía de Jesús.” La falsedad de los presuntos paralelos sólo es un indicio de que la mitología pagana es el marco interpretativo equivocado para entender la creencia en la resurrección de Jesús que tenían los discípulos.

En segundo lugar, la escuela de la Historia de las Religiones colapsó como una explicación del origen de las creencias cristianas acerca de Jesús porque no hay conexión causal entre los mitos paganos y el origen de las creencias cristianas acerca de Jesús. Tomemos, por ejemplo, la resurrección. Los judíos estaban familiarizados con las deidades estacionales que se mencionan arriba (Ezequiel 37:1-4) y se encontraban que ellas eran repugnantes. Por lo tanto, no hay rastros de los cultos de dioses que morían y resucitaban en la Palestina del primer siglo. Para los judíos, la resurrección a la gloria y la inmortalidad no sucedería hasta que la resurrección general de todos los muertos en el fin del mundo. Es alucinante a la imaginación pensar que los discípulos originales habrían llegado a creer repentina y sinceramente que Jesús de Nazaret fue resucitado de entre los muertos sólo porque ellos habían oído de los mitos paganos de los dioses estacionales que morían y resucitaban.

Pero en un sentido, todo esto es irrelevante para nuestra primera pregunta, Kevin. Ya que, como usted indica, las personas a las que usted les habla son insensibles a la erudición. Cuando usted les señala la falsedad de los presuntos paralelos, entonces usted es acusado de haber “trabajado muy fuerte para salvar su religión.” Esta es una situación donde usted no gana. Así que tengo la inclinación de decir que usted no debería “tratar de refutar cada una de las similitudes.” Al contrario, creo que una postura más general y desdeñosa de su parte podría ser más efectiva.

Cuando dicen que las creencias cristianas acerca de Jesús se derivan de la mitología pagana, creo que usted debería reírse. Luego debería mirarles con los ojos bien abiertos, con una gran sonrisa y exclamar, “¿realmente cree usted en eso?” Actúe como si acaba de conocer una persona que cree que la tierra es plana o un conspirador de Roswell. Usted podría decir algo como, “hombre, esas antiguas teorías han estado muertas por más de cien años. ¿De donde está sacando esta cosa?” Dígales que esto es simplemente porquerías sensacionalistas y no erudición seria. Si aún ellos persisten, entonces pídales que le muestren los textos reales que narran el presunto paralelo. Ellos son los que están nadando en la dirección opuesta al consenso de los eruditos. De modo que haga que ellos tengan que trabajar duro para salvar su religión. Creo que se va a encontrar que ellos nunca han leído las fuentes de primera mano (original).

Si ellos citan un texto de la fuente original, creo que usted estaría sorprendido de lo que va a encontrar. Por ejemplo, en mi debate sobre la resurrección con Robert Price, él afirmó que los milagros de sanidad de Jesús eran derivados de los relatos mitológicos de sanidad como aquellos que tienen que ver con Aclepio. Yo insistí que él nos leyera un texto de las fuentes originales que muestre el aparente paralelo. Cuando él lo hizo, el relato que produjo no tenía ninguna semejanza a los relatos de los milagros de sanidad de Jesús registrados en los Evangelios. Fue la mejor prueba de que los relatos no estaban genealógicamente relacionados.

Recuerde: cualquier persona que presione esta objeción tiene la carga de la prueba que llevar. Él necesita mostrar que los relatos son paralelos y además que están causalmente conectados. Insista que ellos carguen esa prueba si usted va a tomar la objeción de ellos seriamente.

Fuente: www.reasonablefaith.org

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