El Presidente Thomas S. Monson compartió:
Todos somos propensos a esos sentimientos que, si no los controlamos, pueden conducir al enojo. Sentimos desagrado, irritación y antagonismo, y si así lo escogemos, perdemos el control y nos enojamos con los demás. Irónicamente, con frecuencia los demás son los miembros de nuestra familia, las personas a quienes más queremos.
Hace ya muchos años leí el siguiente comunicado de la agencia de noticias Associated Press que apareció en el periódico: “Un hombre mayor reveló en el funeral de su hermano, con quien había compartido, desde que era joven, una pequeña cabaña de un cuarto cerca de Canisteo, Nueva York, que después de una pelea, habían dividido la habitación por la mitad con una línea de tiza y ninguno de los dos la había cruzado ni se habían dirigido la palabra desde ese día, años antes. Piensen en la consecuencia de ese enojo. ¡Qué tragedia!
Ruego que tomemos una decisión consciente, cada vez que sea necesario, de no enojarnos y de no decir las cosas crueles e hirientes que estemos tentados a decir.
El Presidente Henry B Eyring publicó:
En una ocasión, un profeta de Dios me dio un consejo que me brinda paz. Me preocupaba que las decisiones de otras personas hicieran que fuera imposible que nuestra familia estuviera junta para siempre.
Él dijo: “Se está preocupando por el problema equivocado. Usted simplemente viva digno del Reino Celestial, y la situación de su familia será más maravillosa de lo que pueda imaginar”.
A todos aquellos cuya experiencia personal, o cuyo matrimonio e hijos —o la ausencia de ellos— ensombrezca sus esperanzas, les doy mi testimonio: el Padre Celestial los conoce y los ama como hijos Suyos procreados en espíritu. Cuando estaban con Él y con Su Hijo Amado antes de esta vida, Ellos plantaron en el corazón de ustedes la esperanza que tienen de vida eterna.
Con el poder de la expiación de Jesucristo en acción y la guía del Espíritu Santo, ustedes pueden sentir ahora, y sentirán en el mundo venidero, el amor familiar que su Padre y Su Hijo Amado tanto desean que reciban.
Testifico que, a medida que vivan de manera que sean dignos del Reino Celestial, la promesa profética de que “la situación de su familia será más maravillosa de lo que [puedan] imaginar” también se cumplirá para ustedes.
El Presidente. Dieter F Uchtdorf escribió:
El El Señor les conoce. Él conoce su corazón y está complacido con su sacrificio. Él se siente complacido con ustedes cada día; les sostendrá y les preparará el camino. Él enviará a Sus ángeles delante de ustedes. Sentirán la presencia de ellos y, con la ayuda de los cielos, los talentos de ustedes se multiplicarán.
Les prometo que, a medida que eleven a las personas que les rodean, el Señor Dios, el Creador del universo, les elevará a ustedes. Si tan solo creen y vuelven su corazón hacia nuestro Amado Padre, Él les llenará de una paz que sobrepasa el entendimiento. Él les brindará gozo. ¡Que cada uno de ustedes recuerde siempre esto!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario