Una mirada a la nueva norma de la Iglesia respecto a los hijos de parejas homosexuales

Por Fairmormon

Recientemente, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días aprobó una serie de cambios en el Manual de Instrucciones que utilizan los obispos y presidentes de estaca. El Manual describe las doctrinas, normas y procedimientos para administrar la Iglesia y servir a sus miembros. Los cambios fueron tres:
  • Quienes contraigan matrimonio con alguien de su mismo sexo serán considerados apóstatas y tendrán que someterse a la disciplina de la Iglesia, la que probablemente resolverá la separación o excomunión de la misma;
  • Los líderes locales deberían considerar seriamente la aplicación de disciplina a parejas homosexuales que cohabiten sin estar casadas;
  • Los hijos de padres homosexuales que sean menores no podrán ser bautizados en la Iglesia hasta que cumplan la mayoría de edad en su país de residencia. Para ello, es necesario que entiendan y acepten la doctrina de la Iglesia respecto al pecado que representan los actos y matrimonios homosexuales.
Los primeras dos aseveraciones no tienen nada de sorprendente, pues desde hace mucho que la Iglesia condena los actos homosexuales. El único cambio consistió en otorgarle el mismo nivel de gravedad a la apostasía y al matrimonio homosexual, hecho que requiere que se tomen medidas disciplinarias. No obstante, el tercer punto ha llevado a muchas malinterpretaciones, tales como:
  • La Iglesia está tratando a los menores de edad cuyos padres son homosexuales como “apóstatas”.
  • La Iglesia está “castigando” a los hijos por los pecados de sus padres.
Estas conclusiones reflejan la poca familiaridad que tienen ciertas personas con las importantes consideraciones que la Iglesia debe tener al momento de tratar con familias y niños.

La Iglesia siempre ha respetado la autoridad parental

Ningún menor puede ser enseñado o bautizado sin el consentimiento de sus padres. Por ende, la Iglesia defiende la autoridad parental y la relación entre padres e hijo aún en lo que respecta al bautismo, el se considera esencial para la salvación.

Asimismo, la Iglesia no cree en absoluto que un niño que no pueda ser bautizado por decisión de sus padres vaya a ser condenado. Todos tienen la misma oportunidad de aceptar libremente el Evangelio –ya sea en esta vida o en la siguiente, a través de las ordenanzas vicarias del templo. La acción de terceros no podrá interponerse en esta decisión por siempre. No obstante, en algunos casos, el niño deberá esperar a ser bautizado si sus padres así lo deciden.

Las normas son las mismas tanto para hijos de matrimonios polígamos como para hijos de matrimonios homosexuales

Las normas que atañen a los hijos de matrimonios homosexuales son las mismas que se aplican para los hijos de matrimonios polígamos. En ambas casos, los hijos no pueden ser bautizados mientras sean menores de edad y vivan en tales circunstancias. Deben ser entrevistados a consciencia a fin de confirmar que entienden y aceptan la doctrina de la Iglesia para con las relaciones homosexuales y/o el no autorizado matrimonio plural.

Sería inapropiado e injusto que la Iglesia esperara que menores de edad tuvieran que lidiar con la complicación de lealtades divididas. Todos los niños necesitan el apoyo de una familia. Idealmente, ese apoyo debería ser entregado por un padre y madre debidamente casados. Si bien algunos niños no cuentan con ese privilegio, es importante que la Iglesia no interfiera en la relación que un matrimonio homosexual o polígamo tiene con sus hijos.

Bautizar a un menor de edad en tal situación sería ponerlo en una situación difícil. Quienes eligen bautizarse deben apoyar con todo su ser las doctrinas y principios de la Iglesia. En efecto, la pareja homosexual diría a su hijo que su matrimonio es totalmente válido y un modelo a seguir; mientras que en la Iglesia se le enseñaría que ese tipo de unión pecaminosa carece de validez. En el mejor de los casos, dicha disyuntiva causaría confusión, pero en el peor podría distanciar al niño de sus figuras paternas.

Lo que la Iglesia intenta lograr es balancear la importancia del bautismo con la de la armonía familiar. Para un hijo de padres homosexuales, podría ser difícil conciliar el amor que siente por sus padres con las enseñanzas de la Iglesia que describen la unión de sus padres como pecaminosa. Se requiere de madurez para ser capaz de amar y respetar a quienes juzgamos por haber obrado de forma incorrecta. Cuando este hijo se convierta en adulto y esté preparado para tomar la madura decisión de renunciar al estilo de vida de sus padres y aceptar todos los desafíos y consecuencias de tal elección, será el momento adecuado para bautizarlo.

Si la Iglesia actuara de otro modo, sus críticos y detractores alegarían que pasó a llevar la autoridad de los padres o que privó al menor de los beneficios de una vida familiar al enseñarle principios en contra de los actos y matrimonios homosexuales.

La protección de la Iglesia frente a quienes podrían manipularla

En varias ocasiones, quienes pertenecen a grupos polígamos han intentado que sus hijos se unan a la Iglesia con el solo fin de acceder a las ordenanzas del templo. De este modo, algunos padres podrían forzar a sus hijos a volverse miembros para lograr objetivos personales, no motivados por una creencia sincera.

De forma similar, se podría concebir que al menos algunos padres homosexuales busquen usar el bautismo de un niño como una oportunidad para entregar un mensaje político en los medios de comunicación o para intentar influenciar la manera en que una Iglesia local lidia con su relación homosexual.

Ni los niños ni los líderes locales de la Iglesia deberían ser puestos en dicha situación, razón por la cual, las normas de la Iglesia los protegen a ambos.

La última decisión será tomada por la Primera Presidencia

La decisión respecto a bautizar o no a hijos adultos de matrimonios homosexuales no será tomada por líderes locales. Estos últimos solo pueden recomendar un curso de acción a la Primera Presidencia, ya que estas situaciones son complejas y seguramente las guías y normas no logren incluir la totalidad de las variables o complicaciones propias de una sociedad pluralista con distintos puntos de vista sobre el matrimonio. En todos los casos previamente mencionados, será la Primera Presidencia quien tome la decisión, la que no quedará sujeta al criterio de los líderes locales.

Esta medida permitirá asegurar la uniformidad en casos similares en todo el mundo, sin mencionar que quienes tomen la decisión, es decir, la Primera Presidencia, tendrán una mayor base de experiencia para deliberar. A medida que pase el tiempo y los líderes de la Iglesia intenten resolver los casos individuales, sin duda alguna, mejorará su entendimiento de lo que más le conviene a los niños, a los padres y a la Iglesia.

Fuente en Español: www.elfaromormon.org 

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