La Prosperidad en el Libro de Mormón y los Santos de los Últimos Días

Por Dastin Cruz

Chris Lehmann, en un ensayo de la revista Harper presenta al mormonismo como un "evangelio de la prosperidad". El objetivo principal del ensayo de Lehmann es que la teología mormona promueve "un ethos de acumulación". Muchos críticos actuales señalan que el Libro de Mormón apoya esta noción.

¿Qué es la Teología de la Prosperidad? Dentro del cristianismo, la teología de la prosperidad, también conocida como "evangelio de la prosperidad" o "teología de la siembra" consideran la prosperidad económica y el éxito en los negocios como dones otorgados por Dios. Que aquellos que no son adinerados no lo son porque no tienen fe, desconocen la voluntad de Dios y por su falta de confianza en él, en resumen no siembran las semillas de fe.

La Teología de la Prosperidad  no forma parte de la teología SUD. El élder Dallin H. Oaks recientemente en una Conferencia General señalo:
"Me referiré primero al engaño de las riquezas, pues nos tientan a todos sin importar dónde nos encontremos en nuestra trayectoria espiritual o cuál sea el estado de nuestra conversión. Cuando las actitudes o las prioridades están fijas en la compra, el uso o la posesión de pertenencias, lo llamamos materialismo. Se ha dicho y escrito tanto acerca del materialismo que hay muy poco que agregar. Quienes creen en lo que se conoce como la teología de la prosperidad padecen del engaño de las riquezas. La posesión de riqueza o grandes ingresos no es una señal de favor divino, ni su ausencia es un síntoma de desaprobación celestial. Cuando Jesús le dijo a un seguidor fiel que podía heredar la vida eterna si tan sólo daba a los pobres todo lo que poseía (véase Marcos 10:17–24), no estaba indicando que la posesión de riquezas era algo malo, sino la actitud de Su seguidor hacia éstas. Como bien sabemos, Jesús alabó al buen samaritano quien, para servir a su prójimo, se valió del mismo tipo de monedas que Judas recibió por traicionar al Salvador. No es el dinero la raíz de todos los males, sino el amor al dinero (véase 1 Timoteo 6:10)."(Dallin H. Oaks, La parábola del sembrador, Conferencia General Abril 2015)
Lehmann cita de El Libro de Mormón: "Considerad a vuestros hermanos como a vosotros mismos; y sed afables con todos y liberales con vuestros bienes, para que ellos sean ricos como vosotros." (Jacob 2:17) y lo convierte en su cabeza para apoyar su teoría. En realidad, el versículo viene de un largo sermón en el Libro de Mormón que condena la búsqueda de riquezas. Los versículos anteriores del mismo capítulo dicen: "... habéis obtenido muchas riquezas; y porque algunos de vosotros habéis adquirido más abundantemente que vuestros hermanos, os envanecéis con el orgullo de vuestros corazones, y andáis con el cuello erguido y la cabeza en alto por causa de vuestras ropas costosas, y perseguís a vuestros hermanos porque suponéis que sois mejores que ellos. Y ahora bien, hermanos míos, ¿suponéis que Dios os justifica en esto? He aquí, os digo que no; antes bien, os condena" (Jacob 2:13-14)

Cuando las escrituras se colocan en su contexto, no soporta la idea de que "las escrituras mormonas subrayan la estrecha alineación de la riqueza y de la virtud." Lehmann señala mucho del llamado ciclo de "prosperidad" del Libro de Mormon, sin embargo, no menciona que el fin del ciclo es el Orgullo y la Destrucción. De hecho, el principal tema general del Libro de Mormón (la prosperidad y el orgullo preceden la caída) contradice toda caracterización de Lehmann sobre la teología mormona.

Entre las revelaciones recibidas por el Profeta de José Smith leemos:

"No busquéis riquezas sino sabiduría...He aquí, rico es el que tiene la vida eterna." (Doctrina y Convenios 6: 7)
"Y de cierto te digo que desecharás las cosas de este mundo y buscarás las de uno mejor." (Doctrina y Convenios 25:10)
"...y es menester que las riquezas de la tierra sean mías para dar; mas cuidaos del orgullo, no sea que lleguéis a ser como los nefitas de la antigüedad." (Doctrina y Convenios 38:39)
“Una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas, nunca tiene el poder suficiente con el cual producir la fe necesaria para llevarnos a vida y salvación”.(Lectures on Faith, 1985, pág. 69)

¿Qué significa "prosperaréis en la tierra" en el Libro de Mormón?

La promesa de "prosperaréis en la tierra" en todo el Libro de Mormón parte de declaración de Lehi. Esto sugiere que Lehi es la fuente inicial y que la tradición nefita remontaba la promesa a él. De hecho, Alma dice al pueblo de Ammoníah: "acordáis de las palabras que [el Señor] habló a Lehi" (Alma 9:13)

Mientras que la prosperidad se asocia comúnmente con la riqueza en el mundo actual, tanto en el Libro de Mormón (Mosíah 27:7; Alma 1:30-31 ) y en la Biblia ( Salmo 73:12 ), esto no es lo que se entiende por "prosperaréis en la tierra". La promesa está estructurado como un paralelismo antitético, en la cual dos frases paralelas expresan significados opuestos, por lo tanto, la comparación de las dos condiciones de lado a lado proporcionan una pista importante de lo que significa "prosperar" para Lehi.
Si guardáis mis mandamientos,
prosperaréis en la tierra;
pero si no guardáis mis mandamientos,
seréis desechados de mi presencia.
Las expresiones paralelas "prosperaréis en la tierra" y "seréis desechados de mi presencia[del Señor]" se establecen claramente como opuestos entre sí. Esto indica que "prosperaréis en la tierra" es equivalente a tener la presencia del Señor. Los protectores de los registros nefitas entendieron esta equivalencia y se demuestra en la manera que Amarón sustituye "seréis desechados de mi presencia" con "no prosperaréis en la tierra." ( Omni 1: 6 ).

Algunos comentaristas han señalado que la esencia de la promesa del "pacto Lehitico," es la misma que la dada a Israel en su conjunto. Las variaciones de la promesa  "prosperaréis en la tierra" se encuentran con frecuencia en el pacto de Dios con el pueblo de Israel, sobre todo en el Deuteronomio.(Véase Deuteronomio 5:33 ; 8: 1 ; 28:15, 45, 63 ; 28:29 ; 29: 7, 9 ; 30: 8-10 ; 1 Reyes 2: 3 ; Isaías 53:10 .)

En la Biblia existen varias palabras utilizadas en el idioma hebreo para hablar de prosperidad. Tiene diversas connotaciones que nos ayudan a comprender la clave de la prosperidad. Dos palabras hebreas son Tsalach = empujar hacia adelante, avanzar y Sakal = ser circunspecto, inteligente y sabio.

El Presidente de Spencer W. Kimball  narro la siguiente experiencia en su libro la "Fe Precede al Milagro", él escribió:
"Hace algún tiempo platiqué con una hermana que me decía: "¿Por qué es, hermano Kimball, que aquellos que menos contribuyen a la edificación del reino parecen prosperar más que nadie? Nosotros tenemos un auto Ford, pero nuestros vecinos tienen un Cadillac. Nosotros observamos el Día de Reposo y asistimos a nuestras reuniones; ellos juegan al golf, se van de caza, de pesca y se divierten. Nosotros nos abstenemos de todo lo prohibido, mientras que ellos comen, beben y se divierten sin ninguna restricción. Nosotros pagamos nuestros diezmos y hacemos otras donaciones a la Iglesia; ellos se gastan todos sus copiosos ingresos en darse toda clase de lujos. Nosotros siempre estamos atados a nuestra gran familia de niños pequeños, los que a menudo se enferman; ellos están totalmente libres para hacer vida social —para ir a cenar y a bailar. Nosotros nos vestimos con ropa de algodón y de lana y yo uso el mismo abrigo hasta por tres estaciones, pero ellos usan sedas y atuendos costosos y ella tiene un abrigo de visón. Nuestros escasos ingresos siempre nos mantienen ajustados y nunca parecen ser suficientes para nuestras necesidades, mientras que a ellos les abunda la riqueza con la que pueden permitirse toda clase de lujos. Y con todo eso, ¡todavía el Señor promete bendiciones a los fieles! Me parece que vivir el evangelio no trae ningún verdadero beneficio —que los orgullosos y los que quebrantan sus convenios son los que prosperan". Después de escucharla, le dije: "La pregunta que usted me hace no es nada nueva. Job y Jeremías también se quejaron de lo mismo". 
En seguida le cité la respuesta que por medio de Malaquías nos ha dado el Señor: Vuestras palabras contra mí han sido violentas... Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon. Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. (Malaquías 3:13-18.) 
Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación... (Malaquías 4:1-2.) 
Entonces le dije a la desconsolada hermana: "Pero para recibir muchas recompensas no necesita esperar hasta el día del juicio. Tiene muchas bendiciones hoy. Cuenta con una familia de niños adorables y rectos. ¡Qué maravillosa recompensa es ésa a cambio de los supuestos sacrificios!" Nadie escapará de la paga de sus actos. Nadie dejará de recibir las bendiciones que merece. Las parábolas de la red y de los peces, así como la de las ovejas y las cabras nos corroboran que habrá justicia total. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo... Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. (Mateo 25:34, 41.)

Si podemos caminar en esta vida por medio de la fe, si podemos creer en las ricas promesas de Dios, y si somos capaces de obedecer y esperar pacientemente, el Señor cumplirá todas sus ricas promesas: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. (1 Corintios 2:9.)

Igualmente podemos reflexionar sobre las grandes promesas que nos ha hecho para esta vida: Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. (Malaquías 3:10.)... ¿Qué más se puede pedir? La compañía del Señor, luz y conocimiento, salud y vitalidad, guía constante del Señor como un eterno manantial que nunca se agota —bendiciones de que ya disfrutamos. ¿Qué más se puede desear? ... Paz, gozo, satisfacción, felicidad, crecimiento, alegría —todos estos dones vienen por el fiel cumplimiento de los mandamientos de Dios. Aquel que se deleita en todos los lujos mundanos de hoy día, a expensas de su espiritualidad, está viviendo sólo para el momento. Su día vendrá, porque la retribución es segura.

El Señor nos enseñó la impresionante parábola del Hijo Pródigo. Este despilfarrador no vivió más que para gozar de una sola vez el presente. Gastó su vida en desenfrenos e ignoró los mandamientos de Dios. Ya que su herencia era consumible, se la gastó toda. Ya no podría gozarla más, pues no era posible recuperarla. Por muchas lágrimas que virtiera o lamentos o remordimientos que sintiera, no podría recobrarla. A pesar de que su padre lo perdonó y ofreció un banquete en su nombre y lo vistió y besó, nunca podría darle de nuevo a su hijo pródigo lo que ya había sido desperdiciado. Por otro lado, su otro hijo, que había sido fiel, leal, recto y constante, retuvo su herencia y su padre le dio esta promesa: "Todo lo que tengo es tuyo".

Cuando uno se da cuenta de la vastedad, la riqueza y la gloria de ese "todo" que promete el Señor otorgar a sus fieles hijos, no hay que escatimar ningún esfuerzo por obtenerlo, aunque se requiera mucha paciencia, fe, sacrificio, sudor y lágrimas. Las bendiciones de la eternidad que se contemplan en este "todo'' le traen al hombre la inmortalidad y la vida eterna, crecimiento eterno, liderazgo divino, paternidad eterna, perfección y, con todo ello, divinidad.
En conclusión: La riqueza y el éxito no son las únicas formas en que el Señor hacer prosperar a su pueblo, ni son exclusivamente el producto de la bendición del Señor. Es erróneo, por lo tanto, pensar que todos los que son ricos o exitosos están siendo bendecidos por la mano del Señor, mientras que los pobres y marginados están aislados de su presencia.

4 comentarios:

Roger dijo...

Excelente irmão!

Anónimo dijo...

Excelente trabajo, te felicito muy buenos artículos seria excelente si mudaras tu blog a WordPress ahí tendrías más posibilidades multimedia. Saludos.

Dagaco dijo...

Muy buenos artículos Hno, gracias por su trabajo. Saludos.

Anónimo dijo...

excelente articulo, me pone a pensar en muchas cosas ya que siempre e pensado que la pobreza es una prueba y tambien la riqueza llega a ser una prueba.

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