Volveos, volveos al Señor vuestro Dios

Por el Élder David A. Bednar
Traducción Libre: DPCS

Devocional en el Ricks College
9 de Enero del 2001

Hermanos y hermanas, bienvenidos a un nuevo semestre y a un nuevo año en el Ricks College. Este es un momento emocionante de transición y cambio, tanto para ustedes como individuo y para esta gran institución. La hermana Bednar y yo les instamos a aprovechar al máximo las oportunidades espirituales e intelectuales que tendrán para aprender, crecer y desarrollarse.

En el Primer Devocional del Semestre de Otoño del año pasado, hablé con ustedes sobre el principio de la fe en el Señor Jesucristo. Hoy hablaré sobre el principio acompañante a la fe en el Salvador, el principio del arrepentimiento. Creo, hermanos y hermanas que este principio fundamental del arrepentimiento es uno de los cuales hablamos con frecuencia y que poco entendemos.

La Expiación del Salvador ofrece simultáneamente un Poder Redentor que nos ayuda a vencer el pecado y un Poder Fortalecedor que nos ayuda a llegar a ser mejores discípulos de lo que jamas podríamos ser confiando solamente en nuestras propias fuerzas. Por lo tanto, la expiación infinita e íntima es para los pecadores como para los santos. El aspecto redentor de la Expiación y el principio ligado del arrepentimiento son los temas principales de mi mensaje. Oro e invito al Espíritu Santo para estar conmigo y con ustedes esta tarde a medida que aprendemos juntos sobre estas verdades eternas y esenciales.

¿Qué es el arrepentimiento? 

Comencemos al hacernos esta sencilla pregunta: "¿Qué es el arrepentimiento?" El Elder Neal A. Maxwell describe el arrepentimiento como "... apartarse del mal y volverse a Dios..."(Liahona, Noviembre de 1991, p. 30). Y el Diccionario Bíblico (pp. 760-761) señala que el arrepentimiento es "...volver el corazón y la voluntad hacia Dios, y una renuncia al pecado..." Ahora, por favor noten tanto el poder como la sencillez de la palabra "volver" en estas dos declaraciones. El arrepentimiento es volverse a Dios. A medida que aprendemos y centramos nuestra fe en el Redentor, entonces instintivamente y naturalmente volvemos y venimos a Él.

Por favor vayan conmigo al Libro de Mormón, en el séptimo capítulo de Helamán. En este capítulo, Nefi, hijo de Helamán, advierte de la inminente destrucción y exhorta a la gente a arrepentirse. Comencemos leyendo el versículo 16.

Sí, ¿cómo pudisteis haber cedido a las seducciones de aquel que está tratando de lanzar vuestras almas a una miseria sin fin y angustia interminable?

¡Oh, arrepentíos, arrepentíos! ¿Por qué deseáis morir? ¡Volveos, volveos al Señor vuestro Dios!...

En estos y muchos otros pasajes en los libros canónicos, encontramos un tema consistente del arrepentimiento como el proceso de volverse a Dios. Se me ocurren pocos principios del Evangelio que son tan positivos y alentadores como el arrepentimiento y el proceso de volverse a Dios. Al estudiar las Escrituras, nuestra comprensión de este principio se incrementará al insertar mentalmente la frase "volveos al Señor" cada vez que nos encontramos con la palabra arrepentimiento.

Ahora quiero destacar dos realidades fundamentales sobre el principio del arrepentimiento: (1) el arrepentimiento requiere al Redentor, y (2) el arrepentimiento requiere un corazón sincero y verdadera intención.

# 1 - El arrepentimiento requiere al Redentor. 

Tanto los principios de la fe en el Salvador y el arrepentimiento fluyen de la doctrina de la Expiación. Como presidente Ezra Taft Benson ha explicado:

El arrepentimiento es el segundo principio fundamental del Evangelio. El primero es que debemos tener fe en el Señor Jesucristo. ¿A qué se debe ello? ¿Por qué la fe en el Señor debe preceder al verdadero arrepentimiento?

Para contestar esa pregunta, debemos comprender algo tocante al sacrificio expiatorio del Maestro. Lehi enseñó que “ninguna carne puede morar en la presencia de Dios, sino por medio de los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías” (2 Nefi 2:8). Ni el hombre más recto y probo podrá salvarse solamente por sus propios méritos, puesto que, tal como nos dice el apóstol Pablo, “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Si no fuera por la vida perfecta y sin pecado del Salvador, la cual Él entregó en forma voluntaria por nosotros, no podría haber remisión de pecados.

Por lo tanto, arrepentirse significa más que tan sólo enmendar la conducta. Muchos hombres y mujeres del mundo demuestran una gran fuerza de voluntad y autodisciplina al vencer los malos hábitos y las debilidades de la carne. No obstante, entre tanto, ni les pasa por la mente el Maestro, y a veces hasta lo rechazan de manera abierta. Tales cambios de conducta, aunque dirigidos en una dirección positiva, no constituyen el arrepentimiento verdadero.

La fe en el Señor Jesucristo es el fundamento sobre el que debe cimentarse el arrepentimiento sincero y significativo. Si en verdad procuramos abandonar el pecado, debemos primero tornarnos a Aquel que es el Autor de nuestra salvación (“A Mighty Change of Heart,” pp. 2-3 in Repentance , Deseret Book, 1990).

Para enfatizar a nosotros como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días la importante relación entre la expiación y el arrepentimiento, quiero cambiar ligeramente la declaración del presidente Benson.

Arrepentirse significa más que tan sólo enmendar la conducta. Muchos hombres y mujeres...[en la iglesia]... demuestran una gran fuerza de voluntad y autodisciplina al vencer los malos hábitos y las debilidades de la carne. No obstante, entre tanto,  ni les pasa por la mente el Maestro... Tales cambios de conducta, aunque dirigidos en una dirección positiva, no constituyen el arrepentimiento verdadero.

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