Por Jeff Lindsay
Traducido por Marco Royo
En The Prophetic Book of Mormon: New Approaches to Book of Mormon Study, Hugh Nibley realiza una excelente observación acerca de las evidencias indirectas y circunstanciales para la autenticidad del Libro de Mormón (p. 71):
Evidencia circunstancial. Totalmente aparte de los contenidos del Libro de Mormón y de las evidencias externas que pudieran apoyarlo, existen ciertas circunstancias referentes a su producción que no se pueden explicar sobre otras bases que las dadas por José Smith. Se pueden enumerar brevemente:
1. Existe el testimonio de los testigos.De estos puntos, destaquemos el primero, la existencia de testigos. Si el Libro de Mormón fuese un fraude, seguro que José Smith lo hubiera mantenido en secreto. Pero reunió en torno a él a múltiples personas que vieron y ojearon las planchas y que permanecieron leales a ese testimonio hasta el fin de sus vidas, aunque muchos de ellos fueron infelices con José Smith a causa de que sufrieron gran persecución por su testimonio. Ni ganaron dinero, ni consiguieron poder pero a pesar de ello nunca negaron su testimonio. Consideremos a Martin Harris, descrito como honrado y respetable incluso por los antimormones que lo conocieron. Fue hombre de probada integridad en su comunidad, un hombre respetado y exitoso que sacrificó mucho para ayudar a avanzar el Libro de Mormón. Pero estaría más tarde en desacuerdo con las normas de la Iglesia y se le excomulgó en 1837. A pesar de eso expresó repetidamente su testimonio del Libro de Mormón, que había visto un ángel, había tocado y ojeado las planchas y sabía que era divino. Su testimonio se ratificó incluso en su lecho de muerte.
2. La juventud y la inexperiencia de José Smith en el momento en que tomó plena responsabilidad de la publicación del libro - prueba (a) que no pudo haberlo producido por si mismo y (b) que no estaba actuando para alguien más, pues su conducta mostró siempre una sorprendente independencia.
3. La ausencia de notas y fuentes.
4. El corto tiempo de producción.
5. El hecho de que sólo exista una única versión del libro publicado (con cambios menores en cada edición). Esto es lo más significativo. Ahora se sabe que el Corán, el único libro que reclama igual grado de certeza e inspiración divinas, se reeditó al menos tres veces en vida de Mahoma. Lo que nos conduce a:
6. La posición indubitable e inmutable de José Smith referente a sus revelaciones, posición que sorprendía a Eduard Meyer más que otra cosa [1]. Desde el momento en que salió a la luz el Libro de Mormón, José Smith nunca dejó de llevarlo al extranjero, y nunca cambió su actitud hacia ello. ¿Qué escritor creativo no se avergonzaría de la producción de tal juventud e inexperiencia después de veinte años? ¿Qué impostor no estaría despierto noches seguidas preocupándose de los deslices y errores de este producto masivo y pretencioso de su indiscreción y picardía juveniles? Pero puesto que el profeta recibía revelaciones de continuo, nada habría sido más fácil, tenido la menor sombra de duda que publicar una edición nueva, revisada, y mejorada, o renombrar totalmente el libro, limitar su circulación, decir que consistía de misterios sólo al alcance de los no iniciados, decir que sólo se debiera interpretar en un sentido "religioso", o sustituida por algo más. Los Santos que creían al Profeta, eran los únicos que tomaban el libro seriamente de alguna manera.
7. Nunca ha habido un hálito de misterio alrededor del Libro de Mormón; No ha habido secretismo relacionado en el tiempo se su publicación o en la actualidad; existe una completa falta de sofistería o política en los análisis del Libro de Mormón; no juega ningún papel en la historia de la Iglesia como títere; nunca hay disputa sobre su naturaleza o contenidos entre los líderes de la Iglesia; nunca hay manipulaciones, explicaciónes o compromisos. El libro ha disfrutado de ventas ilimitadas en todas las épocas.
8. Por último, aunque el éxito del libro no es prueba de su divinidad, el tipo de persona que lo ha pedido leer - sincero, sencillo, directo, sumamente equilibrado, y nada místico - es evidencia circunstantial de su honradez. Tiene unos seguidores muy vigorosos.
Citas:
1. Eduard Meyer, Ursprung und Geschichte der Mormonen (Halle: Niemeyer, 1912), 59-83, esp. 72, 80-83; publicado también como The Origin and History of the Mormons, tr. H. Rahde and E. Seaich (Salt Lake City: University of Utah Press, 1961), 37-56.
Los tres testigos vieron un ángel y las planchas, otros ocho las ojearon y dieron testimonio formal de ello y otro puñado, incluida Emma, la esposa de José, fueron testigos de la realidad física de las planchas de oro y de la divinidad del Libro de Mormón. Ninguno de los testigos negó la autenticidad y la divinidad de ese libro. ¿Qué embaucador tan loco permitiría que otros supieran de su fraude, que pudiera tener cómplices para sacrificar a todos y que mantengan repitiendo la mentira - incluso después de haberse indispuesto y amargado con la fuente de la mentira? ¿Qué estafador se permitiría el lujo de obligar a sus camaradas conspiradores, cuando al final todos tendrían que admitir que todo el mundo sospechaba que era fraude y brindar una suave venganza para los que fueron arrastrados a ellos?
Sencillamente no tiene sentido que el Libro de Mormón fuera un fraude. Deténganse en pequeñeces del idioma de la versión del rey Jacobo I u otros detalles, pero cómo se puede explicar convincentemente el elemento más básico aquí descrito: la realidad y la divinidad de un antiguo registro tiene múltiples testigos fidedignos que insistieron que el Libro de Mormón era verdadero hasta el final de sus vidas. ¿Cómo puede se puede ignorar tal testimonio?
Los testigos no eran granujas de mala reputación en sus comunidades, sino que eran personas respetadas que arriesgaron y perdieron mucho por su apoyo al Libro de Mormón. Consideren el testimonio de muchas personas no mormonas referentes a Martin Harris, como lo documentó Milton V. Backman, Jr., en Eyewitness Accounts of the Restoration (Salt Lake City: Deseret Book Co., 1983), pag. 144 - 145:
Después de convertirnos en amigos cercanos o conocidos de varios testigos del Libro de Mormón, muchas personas no mormonas también declararon que los testigos que conocían, eran hombres de integridad. Ningún individuo que tuviera sólo un leve trato con esos hombres escribió que fueran deshonestos, de sinceridad fingida o jueces incompetentes de los sucesos. En vez de denunciar su carácter, muchos críticos de la Iglesia que conocieron a los testigos, declararon que eran individuos dignos de confianza. En 1830, por ejemplo, Martin Harris viajó a Geneva, New York, en un intento de asegurar un préstamo de 13.000 dólares de Charles Butler, financiero y filántropo que fundó la Union Theological Seminary. Butler escribió que Harris le trajo una carta de presentación de Mr. Jessup (probablemente Henry Jessup), prominente líder de la Iglesia Presbiteriana. Butler dependia de las recomendaciones de Jessup respecto del carácter y estado financiero de quienes buscaban préstamos en el área de Palmyra. Según Butler, Jessup presentó a Martin Harris como un "granjero muy digno e importante, que poseía una granja muy excelente que tenía una seguridad muy amplia para la suma de dinero que deseaba obtener." Aunque a Butler le impresionó favorablemente las credenciales de Harris, el financiero decidió no concederle el préstamo cuando se enteró que el dinero se destinaría para la publicación de la "Biblia Mormona. " [1]
Además de Henry Jessup, otros que vivían en Palmyra juzgaban que Martin Harris era honrado y responsable. En 1829, el Palmyra Freeman informaba que uno de los pocos individuos que creían en la historia de la "Biblia Dorada" era Martin Harris, "granjero honrado e industrioso" de Palmyra. [2] Mientras viajaba por el oeste de New York en 1831, James Gordon Bennett, periodista del New York Courier and Enquirer supo de los que le entrevistaron que Martin Harris tenía reputación de ser "granjero respetable . . . muy trabajador . . . importante" y se le conocía por su "sobriedad." [3] Cuando Martin Harris dejó Palmyra para reunirse con los Santos de los Últimos Días en Ohio, el Wayne Sentinel informó que Harris fue uno de los primeros colonizadores de ese pueblo y "siempre ha ostentado el carácter de ciudadano honorable y honrado". [4] Y después de publicar el testimonio de los tres testigos en su historia del mormonismo, Pomeroy Tucker escribió: "Cómo reconciliar el hecho de que Harris firmó su nombre a tal afirmación, en vista del carácter de honestidad que siempre se le ha concedido, es algo que no se puede explicar fácilmente." [5]
Referencias citadas por Backman:
Parte del escrito a máquina se encuentra en la Charles Butler Collection, Library of Congress.
"Golden Bible," Rochester Advertiser and Telegraph, August 31, 1829, reimpresión de un artículo publicado en el Palmyra Freeman.
Leonard J. Arrington, "James Gordon Bennett's 1831 Report on 'The Mormonites," BYU Studies 10 (Spring 1970):355, 358 y Hillsborough Gazette (Ohio), October, 29, 1831.
Wayne Sentinel, May 27, 1831.
Tucker, Origin, Rise and Progress of Mormonism, pp. 69-71. Para más referencias de que Harris era "considerado un ciudadano honrado, industrioso por sus convecinos" véase E. D. Howe, Mormonism Unvailed, p. 13 y Palmyra Courier, May 24, 1872.
Richard Lloyd Anderson en Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City: Deseret Book Co., 1981, pp. 101-103) también analliza el testimonio de no mormones respecto a Martin Harris:
El homenaje más inusual a este testigo del Libro de Mormón viene de un obituario escrito treinta y cuatro años antes de su muerte. Probablemente a causa de actividades de otro Harris, el informe se esparció por todos los periódicos de Estados Unidos en 1841, diciendo que Martin Harris había sido asesinado en Illinois por hablar contra el mormonismo. Esto lo corrigió enseguida el Painesville Telegraph, que reportaba desde la residencia de Harris en Ohio que aún estaba vivo para leer "lo que se decía de él después de muerto." Mientras tanto Alvah Strong en Rochester se había basado en la historia de circulación nacional del asesino y había escrito una detallada estimación de su conocimiento cercano. Strong, distinguido editor y líder de la comunidad respetado en Rochester, había trabajado antes como joven impresor en Palmyra inmediatamente después de la publicación del Libro de Mormón y durante el apogeo de la prédica pública de Martin Harris en esa comunidad. Basándose en esto y otro conocimiento personal, resumió la admiración por este testigo y el prejuicio contra su testimonio que caracterizaba a la comunidad que lo conocía:
"Hemos recordado al Señor Harris como un hombre honrado. Nos familiarizamos con él en Palmyra, en la primavera de 1828, poco después de que se encontraran las planchas de las que se dijo que se habían traducido el Libro de Mormón. . . . Aunque iletrado y de actitud supersticiosa, había mantenido largamente un carácter irreprochable de probidad. . . . Sus vecinos y conciudadanos con los que trabajó incesantemente y con gran seriedad, lo recordaban más como un ser crédulo que deseoso de engañar a otros conscientemente; pero aún se le expuso a muchas mofas e increpaciones, las cuales las soportó con la mansedumbre que la convertiría en mejor causa." [Rochester Daily Democrat, June 23, 1841.]
Su éxodo de Palmyra ocasionó un conmovedor homenaje delante del público por E. B. Grandin, editor del Wayne Sentinel en los años cruciales entre 1827 y 1832 e impresor del Libro de Mormón. Grandin quizá conocía a Harris más íntimamente que cualquier otro no mormón. El diario de Grandin revela a Harris como un hombre meditabundo y religiosamente independiente. Este editor pintó la despedida de Martin Harris para Ohio con otros Santos de los Últimos Días en 1831. Es impresionante que la aprobación directa de honradez del financiero del Libro de Mormón provenga del hombre con quien tuvo continuas relaciones de negocios. Martin Harris aprobó esta prueba práctica con distinción:
"El Señor Harris se encuentra entre los primeros habitantes de esta ciudad, y ha portado siempre el carácter de hombre honrado y honesto y un vecino dispuesto y benevolente. Ha obtenido una fortuna respetable con trabajo honrado y ha dejado un gran círculo de allegados y amigos." [Wayne Sentinel, May 27, 1831.]
Orasmus Turner, quien había sido aprendiz de impresor en Palmyra, escribió negativamente del Mormonismo en 1852, pintando a Harris como un fanático que, sin embargo, era "el propietario de una buena granja y un ciudadano digno y honrado" (O. Turner, History of the Pioneer Settlement of Phelps and Gorham's Purchase (Rochester, 1852), p. 215, citado por R.L. Anderson, "Martin Harris: The Honorable New York Farmer," Improvement Era, Vol. 72, No. 2 (Feb. 1969), pp. 18-21).
Testimonios parecidos de personas de fuera de la Iglesia se ofrecieron para el carácter de Oliver Cowdery y de David Whitmer (cita de Backman, pp. 146-148):
Después de dejar la Iglesia en 1838, Oliver Cowdery establecíó cálidas amistades con un número de no miembros. Samuel Murdock, abogado que se llegó a ser "íntimo allegado" de Cowdery mientras residía en Kirtland, escribió que estaba en deuda con él por su "especial bondad" y "las muchas lecciones de instrucción" que recibió de él. Murdock concluyó que Oliver Cowdery era uno de los individuos más "amables, generosos, y de gran corazón" que jamás hubiera conocido. [1] El juez William Lang, socio de bufete de Oliver Cowdery en Tiffin, Ohio, escribió que se le confiaban muchas oportunidades "de estudiar y amar su noble y verídica humanidad." Según Lang, Cowdery era "un abogado capaz y gran defensor. . . . Era modesto y reservado, nunca hablaba mal de nadie, [y] nunca se quejaba." [2] Poco después de que Oliver Cowdery se mudara de Tiffin, el Seneca Advertiser informaba que se había nominado a Cowdery como el candidato demócrata para la cámara de Representantes en Wisconsin. Durante sus siete años de residencia en Tiffin, el artículo proseguía,
nuestro estimado amigo . . . se ganó una envidiable distinción en este lugar y de su circuito judicial como un abogado sólido y capaz y como un ciudadano altamente estimado. Su honradez, integridad y laboriosidad eran dignos de imitación para todos, mientras que sus incuestionables capacidades reflejaban crédito tanto para si como para la profesión de la que era miembro. [3]
Al enterarse de la muerte de Oliver Cowdery, La Ray County Missouri Bar Association declaró formalmente que "la abogacía había perdido a un miembro cumplidor y la comunidad a un ciudadano digno y valioso." [4] Y el Seneca Advertiser declaró que "se apenaron al conocer . . . de la muerte de . . . (su) muy estimado amigo y ciudadano formal cercano, Oliver Cowdery. . . . Era un hombre de una gran capacidad, y durante su residencia entre nosotros se ha granjeado el cariño de todos los que le conocieron en los tratos de la vida privada y social." [5]
También no miembros de la Iglesia certificaron que John y David Whitmer eran "verídicos, honrados, y ciudadanos respetuosos de la ley." Después de vivir en Richmond, Missouri, durante 43 años, David Whitmer obtuvo las firmas de 22 prominentes ciudadanos de esa ciudad, incluyendo al alcalde, abogados, jueces, banqueros, comerciantes, y funcionarios públicos que verificaron que "lo habían tratado larga e íntimamente" y sabían que "él era un hombre de gran integridad y de indudable verdad y veracidad." [6] Pocos días después de su muerte, el Richmond Democrat publicó un artículo que expresaba aparentemente las opiniones de muchos amigos de David Whitmer respecto de su carácter y su testimonio del Libro de Mormón.
No ha habido hombre aquí que hubierra entre nuestro pueblo más amigos y muy pocos enemigos. Honrado, concienzudo y honesto en todos sus tratos, justo en el juicio de sus semejantes, y abierto, varonil y franco en su trato, hizo amigos duraderos que lo amaron hasta el fin . . .
Los escépticos se podrán burlar y mofar si quieren, pero ningún hombre puede escuchar al señor Whitmer cuando habla de su entrevista con el ángel del Señor, sin ser conavencido a la fuerza de que había ído a un hombre honrado decir lo que honradamente cree que es la verdad. [7]
A causa de que se han preservado más de cien declaraciones personales o descripciones de entrevistas con los tres testigos (y también existe el testimonio adicional de otros ocho testigos), el testimonio de los testigos del Libro de Mormón es el mejor documentado que cualquier otra declaración de revelación directa de la historia del mundo. [8] La sorprendente armonía de informes de diferentes épocas y circunstancias, junto con numerosas referencias en cuanto al carácter que retratan a los testigos como hombres de integridad, es una evidencia concluyente de la veracidad de los testimonios publicados en el Libro de Mormón. Estas numerosas afirmaciones y entrevistas también sirven como evidencia de que la amarga persecución, las pruebas económicas, la crítica pública, y la apostasía de la Iglesia los once testigos nunca desviaron su convicción de que cuidadosamente examinaron las planchas de metal, y de que el Libro de Mormón fue producto de la traducción de ese registro. Incluso cuando seis de los once rechazaron el liderismo de José Smith a fines de la década de 1830, ninguno de ellos negó su convicción de la autenticidad del Libro de Mormón. Los testimonios publicados de los once testigos nos habilita a comprender mejor el único suceso de la historia eclesiástica de la humanidad y dar sustento al testimonio de José Smith de que once hombres examinaron de hecho el antiguo registro que tradujo "por el don y poder de Dios."
Referencias citadas por Backman:
Samuel Murdock al Editor de Dubuque Daily Times, April 13, 1893, citado en R. Etzenhouser, From Palmyra, New York, 1830, to Independence, Missouri, 1894 (Independence, Mo.: Ensign Publishing House, 1894), pp. 338-41.
W. Lang, History of Seneca County (Springfield, Ohio: Transcript Printing Co., 1880), pp. 364-65.
The Seneca Advertiser (Tiffin, Ohio), May 5, 1848, p. 2.
Circuit Court Journal, Ray County, Missouri, March 5, 1850. Para más referencias del carácter de Oliver Cowdery y sus actividades después de que dejó la Iglesia, véase Richard L. Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City: Deseret Book Co., 1981), pp. 38-44.
The Seneca Advertiser (Tiffin, Ohio), November 1, 1850, p. 2.
Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses, pp. 72-76, 131-33. La afirmación respecto del carácter de David Whitmer firmada por veintidós prohombres de Richmond, Missouri, se publicó en el Richmond Conservator, March 25, 1881, y en un panfleto escrito por David Whitmer, Address to All Believers in Christ, pp. 9-10. Se conserva una fotocopia del documento en los Archivos de la Iglesia y en Ebbie L. V. Richardson, "David Whitmer: A Witness to the Divine Authenticity of the Book of Mormon" (Master's thesis, Brigham Young University, 1952.) Véase también el Apéndice F de Backman.
Richmond Democrat, January 26, 1888, y reeditado February 2, 1888, en el mismo periódico. Véase también Richmond Conservator, January 26, 1888. El Richmond Conservator informaba que David Whitmer había vivido en Richmond durante 46 años "sin mancha o tacha." Gozaba de la "confianza y la estima de sus vecinos," añadía este informe, y se le consideraba "un buen ciudadano." (Richmond Conservator, August 22, 1881.)
Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses, p. 79.
Poco antes de la muerte de Whitmer, the Chicago Tribune Correspondent publicaba sobre él:
David Whitmer, el último de los tres que testificaron de la verdad del Libro de Mormón, se encuentra moribundo en su casa de Richmond. Anoche llamó a su familia y a sus amigos a la cabecera de su cama, y compartió el testimonio de la verdad del Libro de Mormón y de la Biblia. (Chicago Tribune Correspondent, 23 January 1888, citado en Lyndon W. Cook, David Whitmer Interviews: A Restoration Witness (Grandin Book Co., 1993), p. 220, y citado en la página de Mike Ash "Book of Mormon Criticisms: David Whitmer.")
Después de su muerte otro periódico, el Richmond Conservator, traía este informe:
El domingo por la noche antes de su muerte llamó a su familia y a su médico de cabecera el Dr. George W. Buchanan a la cabecera de su cama y dijo, "Doctor, ¿considera que estoy en mis cabales?" a lo que el doctor replicó: "Sí, se encuentra en sus cabales, acabo de tener una conversación con usted." Luego se dirigió a todos los presentes y dijo: "Quiero dar mi último testimonio. Deben ser fieles en Cristo. Quiero decirles que la Biblia y el registro de los nefitas, (El Libro de Mormón) son verdaderos, por lo que pueden decir que me han oído proclamar mi testimonio en el lecho de muerte...."
El lunes por la mañana de nuevo llamó a los que estaban presentes al lado de su cama, y les dijo que había visto otra visión que le reconfirmaba la divinidad del "Libro de Mormón," y dijo que había visto a Cristo en la plenitud de su gloria y majestad, sentado sobre su trono blanco en el cielo, esperando recibir a sus hijos. (Richmond Conservator Report, 26 January 1888, citado n Cook, p. 226, tal como se cita en la página de Mike Ash "Book of Mormon Criticisms: David Whitmer; véase también Andrew Jenson, Latter-day Saint Biographical Encyclopedia: A Compilation of Biographical Sketches of Prominent Men and Women in the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 4 vols, Salt Lake City, p. 269.)
Para más detalles impresionantes, por favor véanse las siguientes páginas:
Book of Mormon Witnesses de Richard L. Anderson.
La página de Mike Ash sobre "Los Tres Testigos" y sus refutaciones de ataques de antimormones respecto a Oliver Cowdery, David Whitmer, y Martin Harris.
Comments on the Book of Mormon Witnesses: A Response to Jerald and Sandra Tanner de Matt Roper.
Desafía la lógica que hombres de carácter generalmente elogiados pudiean ser parte de una combinación fraudulenta que no les atraería ninguna ganancia y luego quedarse esa combinación y salir de ella para refrendar el fraude hasta el fin de sus días, aún después de volverse decepcionado con el organizador a quien se habían opuesto en otras cuestiones. Tendrían todos los motivos para exponer a José Smith como fraude, si su testimonio no fuere verdadero. La fiabilidad y coherencia del testimonio del Libro de Mormón exceden todas las normas legales para un testimonio fidedigno. No se puede ofrecer motivo alguno de sus testimonios en sus vidas que la de su integridad ampliamente reconocida, causándoles mantener su posición a causa de lo que sabían que era cierto, a pesar de todas las dificultades que les ocasionaron.
Muchos anti-mormones han tratado de desacreditar a los testigos, pero sus esfuerzos requieren el abandono de lo que los testigos bien conocían: la honestidad y la honradez. Hasta la fecha ningún crítico antimormón ha podido refutar o explicar convincentemente la abrumadora evidencia en derredor del testimonio de los numerosos testigos del Libro de Mormón. De hecho, cuando los antimormones intentan desacreditar a los testigos, casi universalmente alegan que la masiva documentación de Richard L. Anderson y otros serios eruditos sobre este tema no existe. Más que confrontar la erudición existente, tratarán de ridiculizar a los testigos con pocas nociones insidiosas acerca de su baja inteligencia, relaciones familiares (varios de los ocho testigos tenían relaciones mutuas), ilusiones hipnóticas, o de que algunos de ellos dejaron la Iglesia, tratando falsamente sugerir que habían negado su testimonio del Libro de Mormón, etc. Pero el documento es claro: ningún testigo jamás negó su testimonio del Libro de Mormón, y muchos les oyeron repetir su testimonio hasta el fin de sus vidas. Sólo se puede concluir lo obvio: esas personas vieron las planchas de oro y supieron sin ninguna duda que procedían de Dios. Si el lector está de acuerdo con algo más de lo que José Smith hizo o dijo, es el momento de reconsiderar la posibilidad de que el Libro de mormón es un auténtico registro divino con apoyo fidedigno y convincente. Afortunadamente, la verdad sobre los testigos del Libro de Mormón es el convincente relato de hombres de noble integridad y valor que proclamaron elo testimonio de algo divino.
Fuente: www.evidenciasdellibrodemormon.blogspot.com
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