¿Qué conocimiento tenía José Smith de Mesoamérica?

Por Jeff Lindsay
Traducido por Marco Royo

Mesoamerica se ha convertido en el punto principal para entender el Libro de Mormón. La obra de referencia de John Sorenson An Ancient American Setting for the Book of Mormon (Salt Lake City: Deseret Book, 1985), demuestra cabalmente que existe un asentamiento geográfico y cultural plausible en que puede contextualizarse el Libro de Mormón--aunque no muchas ideas equivocadas sobre la perspectiva del Libro de Mormón. Mientras que el Libro de Mormón toma sentido a la luz de los descubrimientos modernos de los modelos de sociedad, arte de la guerra, comercio, alfabetización, construcción de templos y otros elememtos de la antigua Mesoamérica, y mientras que el único asentamiento plausible para el Libro de Mormón es una pequeña porción del Nuevo Mundo centrado en Mesomérica, alrededor del Istmo de Tehuantepec, es importante entender que José Smith no tuvo acceso a este conocimiento. Él tradujo el libro, pero no sabía nada del alcance de su geografía.

Muchos de los primeros líderes de la Iglesia asumían sencillamente que el Libro de Mormón trataba a todos los americanos y a a todos los antepasados de los indios. Cuando se supo de la culturas mesoamericanas en la década de 1841-50, hubo un interés entusiasta en Mesoamérica por la posible localización geográfica del Libro de Mormón, pero este interés se cortó por la dificultades que pasó la Iglesia: el martirio de José Smith, el cruzar las llanuras, la lucha por sobrevivir ante las presiones del gobierno de Estados Unidos, etc. No fue hasta principios del siglo XX que el tema de la geografía del Libro de Mormón se convirtió en objeto de serio estudio por los eruditos y estudiosos que vieron que se debían reformular los antiguos conceptos. El resultado ha sido un consenso amplio para un espacio geográfico limitado en Mesoamérica.

Tanto debido a la evidencia que apunta más a Mesoamérica como el único candidato serio para la ubicación geográfica del Libro de Mormón, como a la información acerca de la cultura y vida antiguas en Mesoamérica, y proveen paralelismos adicionales coherentes con el Libro de Mormón, es el momento que los críticos consideren cuánto pudo haber inventado José Smith de sus conocimientos de Mesoamérica. Lo cierto es que Mesoamérica no estaba en el centro de los pensamientos de José Smith, al menos no hasta que obtuvo de información reciente disponible acerca de esa parte del mundo que se divulgó DESPUÉS de la publicación del Libro de Mormón.
John L. Sorenson da una visión importante sobre este tema en su artículo, "The Book of Mormon as a Mesoamerican Record," en Book of Mormon Authorship Revisited, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: FARMS, 1997) p. 395:
Hubo un breve episodio en Nauvoo cuando hubo nueva atención en la geografía nefita. El libro popular de John Lloyd Stephens, Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatan (New York, 1841), llegó a la posesión de los libros de la Iglesia en 1842. Constituyó el primer cuerpo de información de cierta importancia del cual, junto con la mayor parte de las personas del mundo de habla inglesa, pudieron aprender acerca de algunas de las espectaculares ruinas de Mesoamérica. El periódico de los santos Times and Seasons, publicó selecciones del libro. El élder Orson Pratt recordó más tarde: "La mayoría de los descubrimientos efectuados por Catherwood y Stephens eran originales ... [i.e.] no se habían descrito por otros viajeros" [Millennial Star, Vol. 11, No. 8, 15 April 1849, p. 116]. El biógrafo de Stephens confirma el recuerdo de Pratt': "La aceptación de una 'civilización india' exigía al americano que vivía en 1839 [cuando la primera edición del libro de Stephens apareció en Inglaterra], una completa reorientación, porque para él un indio era uno de esos bárbaros que moraban en tipis contra los que se desarrollaban constantes guerras.... A nadie se le pasaba por la cabeza llamar a otros [por ejemplo, a los mesoamericanos] habitantes indígenas del continente 'civilizados.' En su generalizada opinión eran como sus equivalentes norteamericanos -- salvajes" [Victor Wolfgang Von Hagen, Maya Explorer: The Life of John Lloyd Stephens, Norman, Oklahoma: University of Oklahoma Press, 1948, p. 75]. Los entusiastas comentarios publicados en Nauvoo mostraron que a los líderes de la Iglesia, incluyendo a José Smith, les estimuló inmensamente la nueva información. Pocas semanas después anunciaron que acababan de descubrir, al leer el libro de Stephens, que la primera tierra madre de los nefitas debió haber sido América Central, no Sudamérica. [Véase Times and Seasons, Vol. 3, No. 22, 15 Sept. 1842, pp. 921-922. Más tarde, el ejemplar del 1 de Octubre indicaba que los editores habían aprendido otro hecho importante respecto al Libro de Mormón del estudio de la obra de Stephens, a saber, que "America Central o Guatimala [sic]" era el lugar donde había estado la ciudad de Zarahemla. Mapas de Guatemala de esa época tendían a mostrar a Chiapas en el sur de México como parte de Guatemala, según Sorenson.] Implicaba que Sudamérica no podía necesitar el mayor grado de probabilidad, o quizá no totalmente. (También implica que la antigua interpretación no la consideraban que les hubiera venido por revelación.)
Los líderes de la Iglesía no conocían los detalles geográficos del Libro de Mormón caundo se publicó, pero estaban felices de conocer nuevos descubrimientos de antiguas civilizaciones que tenían coherencia con las descritas en el Libro de Mormón--coherencia que se ha visto fortalecida desde entonces. Pero esa chispa de visión se desvaneció y durante décadas las membresía de la Iglesia pensaba que el Libro de Mormón trataba de todo el Nuevo Mundo. Pero una lectura cuidadosa del texto claramente demanda un lugar geográfico restringido, y Mesoamérica es la principal candidata.
Existen críticas antimormonas que dicen que era fácil para José Smith escribir sobre grandes ciudades y civilizaciones en la antigua América. Pero las civilizaciones de Mesoamérica y del Libro de Mormón eran un mundo aparte de las tribus que José pudo haber conocido en Nueva York. De hecho, cuando se publicó el Libro de Mormón, la idea de antiguas civilizaciones avanzadas en el continente americano era tan profundamente extraña que los testigos del Libro de Mormón esperaban que el público lo rechazara. David Whitmer, en una entrevista con James H. Hart en 1883, dijo:
Cuando a nosotros [los testigos] se nos dijo publicar nuestro testimonio, estábamos seguros de que el pueblo no lo creería, porque el Libro de Mormón hablaba de un pueblo que se refinó y habitó en grandes ciudades; pero el Señor nos dijo que debíamos darlo a conocer, y el pueblo encontraría evidencia de la verdad de lo que está escrito en el Libro de Mormón.
(Entrevista con James H. Hart, Richmond, Mo., Aug. 21, 1883, citado en el libro de notas de Hart, reimpreso en Lyndon W. Cook, David Whitmer Interviews: A restoration Witness (Orem, Utah: Grandin Book, 1991), p. 76, y citado por Daniel C. Peterson, FARMS Review of Books, Vol. 9, No. 1, 1997, p. xxvi.)
Al empezar las obras publicadas de Stephens a educar al mundo acerca de la grandeza de las antiguas civilizaciones precolombinas, José Smith y los testigos aún no lo conocían en 1830 al publicarse la primera edición del Libro de Mormón. ¿Cómo pueden los críticos explicar los muchos paralelos entre el Libro de Mormón y Mesoamérica--las ciudades, templos, sacerdotes, reyes, mercados, calzadas, clases sociales, literatura, estrategias bélicas (incluiso la guerrilla), la existencia de sociedades secretas, el mal del sacrificio humano, etc.--que son tan atípicos de los indígenas que José Smith pudo haber conocido? Si José extrajera el Libro de Mormón de su propio entorno y conocimiento, ¿por qué es Mesoamérica tan buen referente que encaja? ¿Y cómo podría que encaje en todo, cuando existía tan poca información cuando se publicó el Libro de Mormón? Si José hubiera sacado una novela de ficción basándose en lo que el conocía, ¡qué estúpido parecería que hubiera escrito sobre algo tan diferente de las tribus que vivían en Nueva York!
Los críticos reclaman que la idea de que los indíos americanos provenieran de Israel fuera común en 1830 y de que José Smith simplemente pudiera haber maquillado la historia basándose en ideas populares acerca de los orígenes de los indios americanos y acerca de sus leyendas que sugerían como que Cristo habría visitado América (por ejemplo, las leyendas de Quetzalcoatl). De nuevo, existe poca base para tales conclusiones, pues las visiones populares sobre esos temas no podrían a José Smith a crear el Libro de Mormón. Existe una gran abismo entre los pueblos descritos en el Libro de Mormón y los iroqueses u otras tribus que pudo haber conocido José Smith. No fue hasta las publicaciones de Stephens y otros DESPUÉS DE 1830 que los Santos de los Últimos Días pudieron ver una seria relación entre los antiguos habitantes de América y el Libro de Mormón. Sorenson (ibid., p. 489) ofrece datos adicioanles sobr el estado prevaleciente del conocimiento de los antiguos indios americanos cuando salió a la luz el Libro de Mormon:
El generalizado bajo nivel de información pública y el "de hecho" caótico revoltijo sobre pobladores precolombinos en América que prevalecía en el tiempo de José Smith se ilustra en el libro de Josiah Priest, American Antiquities and Discoveries in the West... (Albany: Hoffman and White, 1833). En este crédulo maremagnum de opiniones y selecciones de muchos libros, principalmente de los estados del este de Norteamérica, cree que "no sólo las naciones asiáticas inmediatamente del diluvio" sino también "los polinesios, malayos, australianos, fenicios, egipcios, griegos, romanos, israelitas, tártaros, escandinavos, daneses, noruegos, galeses y escoceses habían colonizado diferentes partes del continente" (p. iv). "Todos los principios de la escuela estoica griega se encontraban en la práctica de los americanos salvajes" (p. 386). Priest cita a Humboldt de formas curiosas. La página 246 reproduce el dibujo del calendario azteca, y lo cita como fuente para la suposición de Priest de que Quetzalcoatl, lejos de identificarlo como Jesucristo, era un misionero budista o brahman de la India (p. 206), y paradójicamente, también creía que este "hombre blanco barbado" procedía de alguna del Océano Pacífico "del nordeste de Asia" cuyos habitantes eran más civilizados que los chinos (p. 208). Clavigero es la fuente para su noción de que los aztecas vinieron de la costa china por mar cerca del estrecho de Bering para luego dirigirse a México (p. 272). El simbolismo cristiano llegaría via cristianos nestoriano de Asia que llegaron surcando el océano a América en barcos mongoles. Las diez tribus alcanzarían América por barcos vía Noruega, habiéndose amalgamado con los escitas (=tataros), de ahí los paralelos "judíos " entre los indios.
Incidentalmente, Dr. Samuel L. Mitchell, sin duda la misma persona visitada por Martin Harris, es uno de los "anticuarios" cuyas opiniones se resumen respecto al origen de los indios; según Mitchell incluían a viajeros transoceánicos malayos, tártaros y escandinavos.También, véase un ejemplar del Portsmouth Journal (New Hampshire) del 1 de Noviembre de 1834, que informaba, obviamente sobre la base de algún periódico urbano, la vaga información de expediciones a México en 1786, 1805, y 1807 que habían producido dibujos y descripciones detalladas de antiguos monumentos; sin embargo, habían permanecido en los portafolios del Museo Mexicano hasta 1828, cuando "M. Abbebaradere, erudito francés," se posesionó de ellos. Planeaba publicarlos en Paris. Los descubrimientos incluían "antiguos ídolos de granito,... pirámides, sepulcros subterráneos ,... colosales bajorrelieves en granito o estuco, signos del zodíaco, jeroglíficos diferentes de los de Egipto," etc. Pero tal publicación nunca se editó, ni hubo volumen parecido hasta la obra de Stephens. El volumen sobre México apareció en su edición inglesa en 1817 en Filadelfia, pero era principalmente una descripción de los aztecas que aportaba poca información histórica. La edición inglesa de la obra de Humboldt Vues des cordilleras [Vues des Cordillères et monuments des peuples indigènes de l'Amérique] salió a la luz en Londres en 1814, pero no pudo haber informado a Smith poco más que fragmentos de hecho sobre la civilización mesoamericana. El volúmen de Priest de 1833,quien tenía mejores recursos bibliotecarios y destrezas eruditas que Smith, no cita ni a Clavigero ni a Humboldt.
Sobre lo que José Smith pudo haber pergeñado basándose en publicaciones disponibles antes de 1830, véase la página de Michael Griffith "The Book of Mormon--Ancient Or Modern? Could Joseph Smith Have Written The Nephite Record?" (Para detalles de lo que José Smith pudo haber tomado de Alexander von Humboldt, véase, "The Book of Mormon and the Writings of Alexander von Humboldt.")

El elemento básico del lenguaje escrito también merece consideración. El Libro de Mormón describe a un pueblo que guardó y atesoró escritos sagrados, que registró su propia historia, que tuvo sacerdotes y profetas y libros de escritura y profecía, y que utilizaban el lenguaje en las relaciones comerciales. Nada de esto había en los indios americanos del área de José Smith. Actualmente sabemos que los mesoamericanos habían escrito de antiguo, pero esto no era de conocimiento común en el tiempo de José Smith. De hecho, sólo en las últimas décadas se ha llegado a entender y aceptar gracias a muchos eruditos e investigadores. Proponer que los antiguos indios americanos tenián una cultura tan avanzada como poseer una gran tradición de registros y literatura escritas no tenía en modo alguno fundamento--algo de lo que el mundo se mofaría en 1830. Pero de nuevo el paso del tiempo ha vindicado a José Smith.
Respecto del desarrollo del aprecio de los eruditos del lenguaje escrito en la antigua Mesoamérica, considérese la obra de Linda Schele, tal como se dio en su obituario en el New York Times, del 22 de Abril de 1998 por Robert Thomas, Jr. He aquí unos fragmentos:
Linda Schele, profesora de arte que hizo una decisiva visita vacacional a México que cambió su vida de arriba abajo y ayudó a revolucionar la erudición maya, murió el sábado en un hospital cerca de su hogar en Austin, Texas. Tenía 55 años y era universalmente conocida por su labor pionera de descifrar las inscripciones de los monumentos mayas. . . .
La Dra. Schele (SHE-lee) estaba más o menos estudiando arte en la Universidad del Sur de Alabama en Mobile cuando su marido, arquitecto formado en Cincinnati que estaba grandemente fascinado por arquitectura precolombina, sugirió que la pareja pasara sus vacaciones navideñas de 1970 a visitar las ruinas mayas de México. . . .
Mientras los viajeros empezaban su tour, se les persuadió a hacer una ligera desviación de su itinerario a pasar dos horas en las ruinas de la oscura ciudad maya de Palenque.
Cuando llegaron allí , la Dra. Schele estuvo tan prendida de la belleza del lugar y tan embelesada por los eruditos que allí encontró que la visita de dos horas la amplió a 12 días. Al regresar a Mobile ya inició una nueva etapa en su vida.
Permaneció en el Sur de Alabama hasta que obtuvo el doctorado en estudios latinoamericanos de la Universidad de Texas y se convirtió allí en profesora de arte en 1981 pero la Dra. Schele pasó virtualmente su vida en Palenque y otros lugares mayas.
Aunque a los mayas, que florecieron entre el 200 y 900, se les haya reconocido por su obra científica en diseñar un calendario basado en observaciones astronómicas avanzadas, se les ha desestimado como una clase de idiotas salvajes, nación analfabeta de ocio e indolentes astrólogos que invirtieron todos sus recursos matemáticos e intelectuales para medir el tiempo También se les ha visto como como un pueblo felizmente pacífico, cuyas ciudades de fábula rechazaban fortificaciones rudimentarias A causa de los abundantes glifos y esculturas los eruditos asumieron que se trataban de varios símbolos religiosos o notaciones arcanas del movimiento de los planetas.
Ha persisitido la idea, a pesar de que un sacerdote español del siglo XVI había hecho un trabajo largamente ignorado que sugería que los glifos constituían un idioma actual y a pesar de una avalancha de trabajos recientes ridiculizadas por los eruditos, incluso habían resuelto la sintaxis del idioma en el que los glifos representaban sílabas que formaban palabras complejas.
Fue en una reunión de eruditos en Palenque en 1973 que la Dra. Schele surgió como el líder de la escuela revisionista de la erudición maya. Cuando sugirió que ella y un estudiante de la Universidad de Calgary, llamado Peter Matthews, iban a traducir las inscripciones de los monumentos de Palenque, tomó a la pareja solamente tres horas descubrir que las inscripciones proveían la historia increiblemente detallada de la dinastía de Palenque.
En los doce años siguientes la Dra. Schele y otros descifraron en interpretaron inscripciones por todo el dominio maya, pero no fue hasta 1986, cuando la Dra. Schele ayudó a organizar una exhibición en el Museo de Arte de Kimbell en Fort Worth, Texas, donde dio a conocer al mundo las implicaciones del trabajo: Lejos de ser un pueblo etéreo y pacífico, los mayas fueron una nación guerrera que torturaba y a menudo sacrificaba a sus cautivos, cuyos nobles participaban en rituales sangrientos para aplacar a sus dioses, [etc.].
Era un erudito que compartió generosamente su propia investigación y que organizó conferencias anyuales y se convirtió en el foco de la investigación maya. La Dra. Schele colaboró en una serie de kibros importantes, entre ellos "The Blood of Kings" (1986, Braziller), "A Forest of Kings" (1990, Morrow), "Maya Cosmos" (1993) y "The Code of Kings" (1998.)
En años recientes la mujer que ayudó a descifrar y descubrir la historia de la que fue una vez una poderosa civilización, ha organizado seminarios para enseñar a los descendientes de los mayas cómo leer el idioma de sus antepasados.
De nuevo resaltemos que fue sólo en las últimas décadas que los eruditos reconocieron la existencia y significado de escritos antiguos entre los precolombinos y sistemas de escritura sólo se encuentra en el área territorial del Libro de Mormón. ¿Fue José Smith tan increiblemente afortunado que lo que parecía un estúpido fraude en 1830, sería validado en nuestro tiempo?
De entre las muchas áreas que muestran paralelos con el Libro de Mormón, consideren el sistema de justicia mesoamericana. John Sorenson explica (Images of Ancient America: Visualizing Book of Mormon Life, (Provo, Utah: Research Press, 1998), p. 116):
Una de los principales deberes de un gobernante era resolver disputas entre su pueblo. A veces podía hacerlo personalmente pero en una numerosa población no podrían tener tiempo para tratar todos los conflictos. Se delegaba a los jueces para realizar ese deber.
Por ejemplo, Cortés describió la situación en el mercado principal de la capital azteca: "Existía en esta plaza un gran edificio, a semejanza de Tribunal de Justicia, donde siempre había diez o doce personas sentadas como jueces y emitiendo sus decisiones sobre todos los casos que surgían en los mercados." [Fernando Cortés: His Five Letters of Relation to the Emperor Charles V, ed. and transl. Francis A. MacNutt (Glorieta, New Mexico: Rio Grande Press, 1977) 1:259] En las asambleas públicas los españoles observaron a los oficiales de policía indígenas con porras de madera de pino para restablecer el orden si lo requiriera hacer por orden de las autoridades.
También se mencionan a policías y a jueces en un sistema legal en varios contextos del Libro de Mormón, pero habría sido otra la experiencia de José Smith con las tribus indias locales. (Las sociedades mesoamericanas también tenían prisiones, como enseña el Libro de Mormón.) Adscribir tales elementos elevados de civilización a pueblos vistos como salvajes habría sido notablemente insensato, pero tales elementos no se conocían en América, y de nuevo Mesoamérica es el lugar físico donde se alinea la geografía física con la del Libro de Mormón.
El papel de los antiguos comerciantes en la Mesoamérica antigua también es consistente con el Libro de Mormón, donde leemos de numerosos mercaderes en 3 Nefi 6:11, en un contexto que se les relacionaba con las clases altas, riqueza, y contenciones:
10 Pero aconteció que en el año veintinueve empezaron a surgir algunas disputas entre los del pueblo; y algunos se ensalzaron hasta el orgullo y la jactancia, por razón de sus sumamente grandes riquezas, sí, al grado de causar grandes persecuciones;
11 porque había muchos comerciantes en la tierra, y también muchos abogados y muchos oficiales.
12 Y empezó el pueblo a distinguirse por clases, según sus ariquezas y sus oportunidades para instruirse; sí, algunos eran ignorantes a causa de su pobreza, y otros recibían abundante instrucción por motivo de sus riquezas. 
Esto era inconsistente con lo que José Smith pudiera conocer de las tribus indias de su entorno pero totalmente plausible en Mesoamérica antigua. La Dra. Mary Miller y el Dr. Karl Taube analizan a los mercaderes en An Illustrated Dictionary of the Gods and Symbols of Ancient Mexico and the Maya (New York: Thames and Hudson, 1993, p. 112):

En la sociedad azteca los mercaderes o pochteca como se les llamaba, mantenían un mercado muy especial en el que funcionaban como emisarios, embajadores, espías, y guerreros--no simplemente como comerciantes. . .
A causa del papel que los mercaderes jugaron en la expansión del dominio mercantil del imperio azteca, recibieron honores especiales. Motecuhzoma II trajo a los pochteca a su corte y los trató como si pertenecieran a la nobleza.
Se relaciona la importancia de los mercaderes al significado de grandes mercados que existieron como elementos distintivos de Mesoamérica, también consistentes con el Libro de Mormón, pero no partícipes de lo que José Smith podría haber conocido de los indios americanos.
José Smith no pudo haber inventado los numerosos paralelos de prácticas y cultura de la antigua Mesoamérica con lo que aparece en el Libro de Mormón, basándose en lo que pudo haber conocido. Y ciertamente la consistencia geográfica y la plausibilidad con Mesoamérica no pudo haber sido producto de una invención en 1830. Para la mayoría de los estudiantes del Libro de Mormón sus conexiones mesoamericanas en el Libro de Mormón demandan mayor atención que la que hasta ahora ha recibido.

Algún crítico recientemente insistió que la información acerca de la antigua civilización mesoamericana era de conocimiento común en la época de José Smith. Es cierto que el relato general de la conquista española era extensamenet conocida y varios eruditos como Humboldt habían escrito acerca de Mesoamérica, pero el concepto de civilización avanzada y grandes ciudades np parece haber sido parte integral del conocimiento de las masas.
Una visión adicional al estado del conocimiento anterior al popular libro de Stephens proviene de una recensión de la obra de Stephens de 1841 encontrada en The North American Review, Vol. 53, 1841, publicado por James Monroe and Company, Boston, disponible online a través de Making of America section of the Cornell University Library.
La recensión empieza en página 479 de la publicación. Cerca del comienzo de la recensión en la página 480, se puede leer este comentario respecto de los antiguos mesoamericanos y del "enigma de su historia":
Los recientes descubrimientos en América Central han atraído nueva atención a estas cuestiones. Aún no ha llegado el momento de construir una nueva teoría. Los materiales son aún demasiado escasos. Pero se acumulan en gran riqueza; y ninguna parte del mundo tiene la mirada del investigador histórico con el interés más intenso que esa región, tan poco se pesaba de él como si no existiese, ahora conocido por ser tan fructífero en maravillas.
Ahora fíjense en la página 489:
Podría ser del todo increíble, si no se nos mostrara ser rigurosamente cierto, que en las selvas vírgenes de América Central se descubrieron grandes conjuntos arquitectónicos con complicadas decoraciones talladas en dura piedra que, tan diferente como su estilo, se podrían calificar sin extravagancia dignos de las mejores eras del arte europeo. Los "inmensos edificios o terrazas y estructuras piramidales, sublimes y en buen estado de conservación, ricamente ormnamentados," se asombra Mr. Stephens en su primera aproximación "en imágenes que por su efecto son casi iguales a las ruinas de Tebas."
Se cita a Stephens en la página 490 cuando describe la experiencia de contemplar a una de las antiguas ciudades:
No hay rudeza ni barbarie en el diseño o en las proporciones; al contrario, el conjunto tiene un aire de simetría arquitectónica y de grandeza; y al igual que el extraño asciende los peldaños e invita a un ojo civilizado a contemplar sus puertas abiertas y desoladas, es difícil creer que ve delante de él la obra de una raza cuyo epitafio, escrito por los historiadores, se les llamara ignorantes en el arte, y qaue hubieran perecido en la rudeza de la vida salvaje.
Stephens desafía en su época al conocimiento de los indios americanos, mostrando que la evidencia arquitectónica se dirige a un pueblo antiguo que no eran ni salvajes ni bárbaros.
Véanse tambíen las páginas 491 y 492, donde se lee una ilustración sorprendente de la ignorancia de la época. El recensor cita una pasaje del diario competidor que arguye de la ignorancia de hombres de estudio y el público británico al anotar cómo es que otros documentaron ya habían documentado algunos nuevos descubrimientos (". . . se puede aducir una extraordinaria ignorancia entre los hombres de ciencia y de literatura en general de las inmensas fuentes de información que se han excluido a causa de la voluminosa pedantería empleada sobre la materia. . . . Esta circunstancia es suficiente para mostrar que el tema, a diferencia de las antigüedades egipcias, es comparativamente nueva para el público lector británico."), pero el recensor apunta después que esto es de hecho un serio error y que el reportaje de Stephens de Copan parece ser el primero - lo cual refuerza el caso de la falta de conocimiento generalizado de Mesoamerica en ese tiempo, incluso entre los instruidos.

Fuente: www.evidenciasdellibrodemormon.blogspot.com

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