¿ Quien escribió los Rollos del Mar Muerto?

Por Richard Neitzel Holzapfel

El mes pasado, Andrew Lawler, publicó un ensayo acerca de los Rollos del Mar Muerto en la revista Smithsonian (“¿Quién Escribió los Rollos del Mar Muerto?” [Enero 2010]: páginas 40-47). A los medios les gusta la controversia, y Lawler la resalta en este interesante ensayo.

Desde los primeros descubrimientos en 1947, los Rollos del Mar Muerto han atraído la imaginación del público, incluyendo a los Santos de los Últimos Días. La importancia del descubrimiento de estos textos en las márgenes noroccidentales del Mar Muerto no puede ser sobre estimada; ya que abren una importante ventana al pasado, particularmente para la época en que la insuficiencia de fuentes hizo que los eruditos se frustraran al tratar de reconstruir el mundo judío del período entre los dos testamentos. También iluminan el mundo de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret, aunque esté en duda que alguno de ellos haya pasado algo de tiempo en el lugar donde se copiaron los rollos.

Al final, se encontraron algunos 800 manuscritos en once cuevas cerca de la margen noroeste del Mar Muerto. Entre ellos estaban las copias más antiguas del Antiguo Testamento, con la excepción del libro de Esther. Además, se hallaron en ese lugar muchos textos desconocidos, lo que aumenta nuestro aprecio por el complejo e interesante mundo del judaísmo durante el período del Segundo Templo. La mayor parte de los manuscritos están escritos en caracteres angulares hebreos (escritura aramea o asiria), pero unos cuantos muestran lo que los eruditos llaman la escritura paleo-hebrea. Las fechas de los manuscritos van desde el ao 300 a. C. hasta justo antes de que los romanos destruyeran el lugar en el ao 68 d. C.

Desde el principio, muchos eruditos creyeron que quienes reunieron, copiaron y escondieron esa biblioteca masiva fueron los esenios, una secta judía del primer siglo, que era conocida, hasta el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, solamente por lo que otros pueblos habían escrito de ellos. Los eruditos nunca aceptaron de forma unánime esa identificación, aunque la mayoría la ha aceptado razonando que esa es la mejor explicación aplicable al lugar y a los documentos.

En la última parte del debate, se ha alcanzado un consenso. Hay un acuerdo casi universal de que muchos de los rollos encontrados en el Mar Muerto no fueron producidos en ese lugar. Una de las teorías actuales, destacada en el artículo de Lawler, es que los judíos que huían de los avances del ejército romano durante la Guerra Judía, se reunieron en la fortaleza de Qumram, y trajeron con ellos los escritos que creyeron que eran importantes y sagrados. Esta propuesta sugiere que “los rollos muestran no solo los puntos de vista de un solo grupo disidente [los esenios]. . . . sino un panorama más amplio del pensamiento judío” (página 44).

Si alguien ha querido entrar al mundo académico para ver la forma en que los eruditos enfrentan los temas controversiales, este ensayo le sorprenderá y le deprimirá ya que destaca las intrigas de tal debate. Finalmente, el debate respecto a quién escribió los Rollos del Mar Muerto continuará atrayendo la atención, pero posiblemente nunca se resolverá, lo que nos permite considerar todas las posibilidades.

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