El Padre, y El Hijo, y El Espíritu Santo, ¿Son ellos un Dios o tres Dioses?

Por www.mundolds.blogspot.com

El Padre, y El Hijo, y El Espíritu Santo, ¿Son ellos un Dios o tres Dioses?

La Crítica:

EL LIBRO DE MORMÓN = UN DIOS

“Y ahora bien, amados hermanos míos, ésta es la senda; y no hay otro camino, ni nombre dado debajo del cielo por el cual el hombre pueda salvarse en el reino de Dios. Y ahora bien, he aquí, ésta es la doctrina de Cristo, y la única y verdadera doctrina del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, que son un Dios, sin fin. Amén.” (2 Nefi 31:21 )

PROFETA JOSÉ SMITH, HIJO = TRES DIOSES

“Predicaré sobre la pluralidad de Dioses…Yo siempre he declarado que Dios es un personaje distinto, que Jesucristo es un personaje aparte y distinto de Dios el Padre, y que el Espíritu Santo es otro personaje distinto, y es Espíritu; y estos tres constituyen tres personajes distintos y tres Dioses.” —Enseñanzas del profeta José Smith, p. 460

La Respuesta:

Tres seres diferentes en la Trinidad

El Libro de Mormón nos enseña que hay tres seres diferentes en la Trinidad. Esto se puede ilustrar de cuatro maneras específicas:

1. El Libro de Mormón describe ocasiones en que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estaban simultáneamente en diferentes ubicaciones físicas. En 3 Nefi 17:14-17 y 19:20-31 hallamos registrados incidentes en que el Salvador conversaba con su Padre en oración. Esto obviamente debería parecer extraño si fueran una misma persona. Otro momento es cuando leemos en 3 Nefi 19:8-13 y encontramos que el Salvador conversaba en oración con su Padre, pidiéndole que enviara el Espíritu Santo sobre aquellos que habían sido bautizados, lo cual él hizo. Claramente aquí tenemos un relato en que se mencionan a los tres integrantes de la Trinidad y cada uno está manifestado en forma separada.

En 3 Nefi 11:7 Dios el Padre presenta a su Hijo cuando el Cristo aparece a los nefitas en el continente americano. Aquí nuevamente se establecen identidades separadas. La Biblia presenta relatos tales como cuando Esteban fue apedreado y vio a Dios, y a Cristo a la diestra de Dios (ver Hechos 7:55-56). El Libro de Mormón reafirma esta posición de Cristo a la diestra del trono de Dios (ver Mormón 7:27; 9:26).

2. El Libro de Mormón enseña que el Padre tiene poder y dominio como no lo tiene el Hijo. Es por el poder del Padre que el Salvador está en condiciones de llevar a todos los hombres ante él para ser juzgados (ver 3 Nefi 27:15). Por el poder que el Padre le dio, fue que Jesucristo pudo levantarse de los muertos (ver Mormón 7:5). Cristo fue engendrado por el poder del Padre (ver Alma 5:48). Fue y es el poder del Padre lo que permite que el Salvador pueda reclamar a aquellos que reciben su evangelio y que son contados como sus ovejas (ver 3 Nefi 15:24). El Salvador recibió el poder del Padre por delegación, preordenación y por su nacimiento.


3. El Libro de Mormón presenta ejemplos de cómo el Hijo de Dios mientras estuvo aquí sobre la tierra sujetó sus intereses físicos a la voluntad del Padre. Jesucristo vino a la tierra a cumplir la voluntad del Padre, como él lo declaró: “Este es el evangelio que os he dado: que vine al mundo a cumplir la voluntad de mi Padre, porque mi Padre me envió” (3 Nefi 27:13). Las escrituras hablan que el Salvador sufrió o se sujetó a sí mismo a la voluntad de su Padre (ver 3 Nefi 11:11; Mosíah 15:2). Sería una lógica muy extraña que cualquiera considerara que el Salvador estaba sometiendo o sujetando su voluntad a sí mismo. Existen numerosos relatos en el Libro de Mormón donde el Padre ordena al Hijo, y el Hijo obedece (ver 2 Nefi 31:7; 3 Nefi 15:16, 18-19; 17:2; 18:14, 27). Sabemos con certeza que el Padre llevó a cabo su voluntad por medio de su Hijo Unigénito (ver Mormón 5:14).

4. El Libro de Mormón habla de la necesidad de un intermediario entre Dios y el hombre. Se nos enseña que debemos adorar y orar al Padre en el nombre de Cristo (ver 3 Nefi 18:19; 20:31; 2 Nefi 25:16; Jacob 4:5). No es que adoremos u oremos por medio de Cristo, sino que él defiende nuestro caso ante el Padre (ver Jacob 3:1): él es nuestro abogado (ver Moroni 7:28). Por virtud de su vida y su expiación, el Salvador está capacitado para efectuar la intercesión, para ser el mediador entre Dios y el hombre (ver 2 Nefi 2:8-10, 27-28). Si Dios el Padre y su Hijo Jesucristo fueran uno y el mismo, parecería no existir la necesidad de un mediador.

Estos cuatro conceptos que han sido analizados, están presentes no solo en el Libro de Mormón, sino también en la Biblia. Son explícitos para ilustrar que la Trinidad está compuesta de estos individuos separados y distintos.

La Unidad de la Trinidad

El Libro de Mormón, como la Biblia, contiene pasajes que utilizan expresiones tales
como “estos tres son uno” (ver 2 Nefi 31:21; 1 Juan 5:7). Con respecto a la confusión y mala interpretación de éstos y otros pasajes, el Elder Boyd K. Packer explica:

“Tras la muerte de los apóstoles, aquellos que tomaron sobre sí el liderazgo de la iglesia se apartaron de la revelación y se ampararon en el razonamiento humano. La idea de tres dioses independientes les ofendía pues parecía ir en contraposición a los pasajes de las Escrituras que hablaban de un solo Dios. “A fin de solucionar el problema, tomaron un versículo aquí y otro allá e hicieron a un lado todo lo demás que trata sobre el asunto. Procuraron entrelazar los tres en uno, como una suerte de unidad misteriosa, y concluyeron en unos credos que resultan incompatibles con las escrituras. Como resultado surgió una filosofía que se opone a todo lo que sabemos de la creación y de las leyes de la naturaleza.” (Conferencia General de Octubre de 1984, Liahona, pág. 56).

En el Libro de Mormón hallamos algunas de las más concisas declaraciones respecto a la unidad de la Trinidad. Los tres miembros de la Trinidad son uno en cuanto a que cada uno da testimonio del otro (ver 3 Nefi 11:32, 35-36). En 3 Nefi 11:27 tenemos registrada la siguiente declaración del Salvador:

“Yo soy en el Padre, y el Padre en mí, y el Padre y yo somos uno” (3 Nefi 11:27).Una lectura superficial puede llevar a creer que el Padre y el Hijo son la misma persona. Sin embargo, en una destacable declaración ocho capítulos más adelante, leemos el siguiente ruego en la oración del Salvador a su Padre: “Y ahora, Padre, te ruego por ellos, y también por todos aquellos que han de creer en sus palabras, para que crean en mí, para que yo sea en ellos como tú, Padre, eres en mí, para que seamos uno.” (3 Nefi 19:23).

La importancia de este pasaje es aclarar que la unidad de que habla en las escrituras no quiere implicar que Dios y Cristo, y todos aquellos que vivan el evangelio, sean uno en sustancia e identidad. No obstante, son, o pueden ser, uno en determinadas maneras.

La idea correcta de la unidad entre los integrantes de la Trinidad, como se describe
en las escrituras, está muy bien resumida por el Elder Bruce R. McConkie:

“1. Son tres en número, tres personas separadas; la primera es el Padre; la segunda, el Hijo; y la tercera, el Espíritu Santo. Son tres individuos que se reúnen, se aconsejan, y en ocasiones viajan separadamente por toda la inmensidad. Son tres hombres santos, dos con cuerpos de carne y huesos, y el tercero un personaje de espíritu.

“2. Son uno y moran cada uno en el otro, por esto: Tienen la misma mente; piensan los mismos pensamientos, hablan las mismas palabras, y ejecutan los mismos actos; en cuanto a que todo pensamiento, palabra o acto de uno es el pensamiento, palabra o acto del otro.

“3. Poseen el mismo carácter, gozan de las mismas perfecciones, y manifiestan los mismos atributos, poseyéndolos cada uno en su eterna y divina plenitud.

“4. Su unidad en todas las cosas, su perfecta unidad de mente, poder y perfecciones, marca el curso y traza la senda para los fieles mortales, cuya principal meta en la vida es unirse y llegar a ser uno con ellos, ganando así la vida eterna para sí mismos.” (Promised Messiah, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1978, pág. 120).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

@mormonorg