Caballos en el Libro de Mormón

La aparición del "caballo" en el Libro de Mormón [1] es un presunto anacronismo , ya que es poco aceptado de que los caballos fueron extinguidos en el hemisferio occidental hace unos 10.000 años y no volvieran a aparecer hasta que los españoles los trajeron de Europa.[2] Hay algunas evidencias fósiles, sin embargo, de que algunos caballos del Nuevo Mundo sobrevivieron la transición del Pleistoceno al Holoceno. [3]

El "caballo" se menciona ocho veces en los registros nefitas (Éter 9:19, 1 Nefi 18:25, Enós 1:21, Alma 18:9-12, Alma 20:6, 3 Nefi 3:22, 3 Nefi 4 : 4), el último es registrado aproximadamente el año 15-19 d.C. Los críticos se han apresurado a señalar la falta de descubrimientos arqueológicos que apoyan la creencia de que los caballos existieron en las tierras del Libro de Mormón (es universalmente reconocido que los primeros caballos vivierón en el Nuevo Mundo durante el período del Pleistoceno [Era de Hielo]).

También se observa que los caballos eran desconocidos en el continente americano cuando llegaron los españoles y han florecido desde su introducción en América. Estos críticos sostienen que una de las evidencias que demuestra de que el Libro de Mormón es una creación ficticia de José Smith es el uso del término "caballo" antes de que los caballos modernos se introdujeran en el Nuevo Mundo.

Creo que hay tres posibles enfoques para el uso del término "caballo" el Libro de Mormón .

1. El Libro de Mormón es una creación ficticia de José Smith.
2. Los autores del Libro de Mormón se referían a un animal diferente con el nombre familiar, "caballo".
3. Realmente habían caballos precolombinos en la época/tierra del Libro de Mormón que se extinguierón (o casi extintas) en algún momento aproximadamente entre el 20 d.C y la llegada de los españoles.

Quisiera comentar a examinar cada propuesta.

Posición 1: El Libro de Mormón es una creación ficticia de José Smith.

Si el Libro de Mormón es un poco más que un registro que describe a los antiguos habitantes de América usando "caballos", entonces esta premisa podría tener mérito. La creencia en el Libro de Mormón, sin embargo, se basa en un conocimiento superior a la de la ciencia actual. La ciencia está cambiando constantemente, evolucionando y aprendiendo, y nunca sabemos que "verdad" científica estará próximo al colapso o será adaptado debido a un nuevo descubrimiento. La creencia en el Libro de Mormón se basa sobre todo en el testimonio del Espíritu.

En segundo lugar, creo que hay abundante evidencia a favor de la veracidad del Libro de Mormón, que no es tan fácil ser explicado.Toda teoría que explica la existencia del Libro de Mormón debe tratar adecuadamente con todas estas evidencias.Mis estudios me han dejado convencido de que sólo hay una explicación para la existencia estos registro nefitas - Es un antiguo documento auténtico, traducido por el joven profeta José Smith, por el poder de Dios.

Posición 2: Los autores del Libro de Mormón se referían a un animal diferente con el nombre familiar, "caballo".

El Dr. John L. Sorenson (así como otros) han señalado que a través de los años, y en diversas culturas, la gente ha cambiado el nombre de cosas que no están familiarizados con las etiquetas familiares. Cuando los conquistadores llegaron al Nuevo Mundo, por ejemplo, tanto los nativos y los españoles tuvieron problemas para clasificar a los nuevos animales.

Al principio, las tierras bajas mayas nombrarón al caballo español "mula" y como con el nombre nativo equivalente más cercano al "tapir". Para los españoles, sin embargo, el tapir se asemejaba a un cerdo de 700-libras. La cabra Europea fue llamado "un ciervo con cuernos cortos." Los indios de Miami había visto vacas europeas antes de que avanzaran lo suficiente al oeste y encontraran bisontes a quienes rápidamente las etiquetaron como "vacas salvajes." El problema todavía existe hoy en día. Lo que los norteamericanos llaman un "antílope" no es un antílope es real en absoluto.

El Dr. John L. Sorenson tambien nota:

"Una cosa es clara. La terminología que utiliza el libro nefita para hablar de los animales sigue una lógica diferente del esquema que nos es familiar a la mayoría de nosotros, cuyos antepasados salieron de Europa Occidental...Un buen ejemplo de la confusión es el coatimundi (nasua narica). Landa, el padre que nos obsequió con una detallada descripción de Yucatán, escribió de la bestia, “Hay un animal, al cual llaman chic, asombrosamente activo, tan grande como un perro pequeño, con un hocico como el de un lechón. Las mujeres indias los crían y no dejan nada sin hurgar y poner patas arriba; y es una cosa increíble cuán asombrosamente aficionados son a jugar con las mujeres indias, y cómo las limpian de los piojos.” La carne del coatí también se comía, y el animal sigue siendo una mascota en algunas casas rurales mejicanas. Está claro que éste era un “animal útil,” pero se le podría llamar manso más que domesticado. (Casualmente, el Libro de Mormón nunca usa un término que se parezca al de domesticado.) ¿Qué nombre se le debe dar al coatí en inglés? Un nombre común en español es tejón. Por desgracia, en español también se le llama tejón al mapache. Otro nombre, proveniente de los aztecas, es pisote (en nahuatl, pezotli), lo que significa básicamente glotón. Sin embargo, a veces pisote se aplica al pecarí o cerdo salvaje.En cuanto al pecarí, los términos natuatles quauhcoyametl y quahpizotl se desarrollaron después de la conquista para distinguir las especies nativas del cerdo que introdujeron de Castilla, así que, por extensión, a veces al coatí se le llamaba quauhpezotli, glotón de los árboles, para distinguirlo del pecarí, glotón de tierra. Finalmente, las lenguas mayas denominaban al coatí, por su aspecto juguetón, chic, payaso". (Sorenso, 1985, 290)

El Libro de Mormón nunca habla de caballos siendo montados, y sólo en algunos casos se habla de caballos utilizados para tirar de "carros" (2 Ne. 15:28, una cita en Isa. 5:28; Alma 18:9-10, 12; 20:6). En el resto de pasajes (menos en 2 Ne. 12:7, citando a Isa. 2:7), los caballos se mencionan junto con el ganado, sugiriendo que pueden haber sido animales de tiro o una fuente de alimentos (1 Ne. 18:25; Enos 1:21; 3 Ne. 3:22; 4:4; 6:1; Éter 9:19). En 3 Ne. 21:14, Jesús amenaza con la destrucción de caballos y carros a menos que "los gentiles" se arrepintieran, pero esto no es necesariamente una referencia a su existencia en el hemisferio occidental. Un Jesus resucitado que como los nefitas, se habría familiarizado con el uso bíblico de caballos y carros como símbolo de poderío militar.

Parece bastante extraño que los caballos en el libro de Mormón no sean montados, se mencionan en conjunción con el ganado y supuestamente se utilizan para locomoción sólo en dos pasajes conectados. Estas rarezas han llevado a algunos sostener que el "caballo" en el Libro de Mormón realmente no hace referencia a cualquier especie del género Equus . Un informe de investigación de la FARMS ha sostenido que el animal referido pudo haber sido el Tapir (danta), y que no se llamaba caballo por el antiguo pueblo del libro de Mormón cuando llegaron desde el viejo mundo:

Las historias orales y el saber de las tribus indígenas no apoyan la especulación de que las civilizaciones norteamericanas antiguas domesticaran el tapir para el transporte. Sin embargo, debe recordarse que el libro de Mormón pretende ser un registro del pueblo de nefita, que fueron exterminados completamente, y que los pueblos restantes, los lamanitas, no eran el mismmo pueblo que habría escrito de los caballos en las Américas. Mientras podrían existir algunos artefactos culturales de la domesticación del tapir en el saber indígena, no debe ser esperado que los indígenas hayan domesticado necesariamente el tapir, pues los Nefitas y Lamanitas eran dos culturas distintas y diferentes. Está sin embargo, incuestionable, ese los tapirs pueden ser domesticados y ser domesticados si son capturados cuando son jóvenes, y se niegan a criar en cautiverio.

Así, mientras que los críticos ven que la aparición del "caballo" en el Libro de Mormón es un anacronismo,los apologistas citan evidencias de caballos en las Américas precolombinas o argumentan que la palabra "caballo" en el Libro de Mormón no hace referencia a las especies Equus caballus (nombre científico del Caballo).


Posición 3: Realmente habían caballos precolombinos en la época del Libro de Mormón que se extinguierón en algún momento aproximadamente entre el 20 d.C y la llegada de los españoles

A pesar de los escasos datos arqueológicos, que apoyan la afirmación de que los caballos existieron en la Mesoamérica precolombina, al menos un erudito no-mormón, MF Ashley Montague, sugiere que el caballo nunca se extinguió en América.

Según Montague, el tamaño de los caballos post-colombinos proporcionan evidencias de que los caballos europeos habían sido criados con los caballos nativos de América. ( Cheesman, 194 , 181.) (Cheesman, 194, 181.). Por último, debemos reconocer que existen restos arqueológicos que indican de que el caballo sobrevivió en las épocas del Libro de Mormón.

En 1957, por ejemplo, en Mayapán (un sitio que corresponden a las tierras y épocas del Libro de Mormón) se descubrieron restos de caballo enterrados y que son considerados precolombinos. Asimismo, en el suroeste de Yucatán, el no mormón, Henry Chapman Mercer, encontró lo que parece ser un caballo precolombino que permanecía en tres cuevas.

Las excavaciones en una cueva en las tierras bajas Mayas en 1978 mostrarón también restos de caballo. ( Sorenson, 1992 , 99.)

En conclusión, existe cierta evidencia de que los caballos de verdad pueden haber sobrevivido en las épocas del Libro de Mormón. Teniendo en cuenta estas evidencias, los anacronismos del término "caballo" en el Libro de Mormón, no pueden ser utilizados en contra del registro nefita acusandolo de ser más que solo ficción.

Leer más

Notas:

1. Ne. 18:25; 2 Ne. 12:7 (cf. Isa. 2:7); 15:28 (cf. Isa. 5:28); Enos 1:21; Alma 18:9-10, 12; 20:6; 3 Ne. 3:22; 4:4; 6:1; 21:14; Ether 9:19

2. Dale Guthrie, New carbon dates link climatic change with human colonization and Pleistocene extinctions, Nature 441 (11 May 2006), 207-209.

3. See Clayton E. Ray, "Pre-columbian Horses from Yucatan," Journal of Mammology 58:2 (May 1957), 278 and references cited therein; see also other references cited in John L. Sorenson, An Ancient American Setting for the Book of Mormon (Salt Lake City: Deseret Book Company, 1996), 295, n.63.




Caballos en la America Precolombina


Luis A. Benito Universidad de Saint-Louis

Fuente: www.evidencias-ellibrodemormon.blogspot.com

Una de las críticas más persistentes al Libro de Mormón es que dice que había “caballos” en las Américas antes de la llegada de Colón. Estas críticas se vieron fortalecidas por la contundente declaración de la Smithsonian Institution en 1982: “Los indios americanos no tenían caballos, burros ni camellos antes de 1492 […]. Estos animales se extinguieron en torno a 10.000 a.C.” (Smithsonian 1982).

Para los antimormones aficionados, éste es un argumento que todavía usan: el impostor José Smith inventó el Libro y debido a su ignorancia metió caballos en la narración, sin saber que los equinos americanos habían desaparecido con el Pleistoceno, y que los caballos indios descendían de los españoles (de los caballos españoles). Los antimormones profesionales, sin embargo, hace tiempo que ya no usan ese argumento, en vista de los nuevos hallazgos arqueológicos y de los antiguos que ahora se reconsideran desde 1982. Ahora prefieren hablar de masones y talismanes mágicos y búsquedas de tesoros, para ver si desacreditan ya de una vez a José Smith, que se les resiste demasiado.

Efectivamente, las evidencias arqueológicas empiezan a cabalgar en contra de estos entrañables cruzados que nos hemos echado, y, aunque hemos de ser muy cautos a la hora de hablar de pruebas irrefutables, lo cierto es que estas evidencias convierten en verosímil, es decir, en más que probable, la existencia de caballos en Centroamérica y zonas de Norteamérica mucho antes de Colón y mucho después del Pleistoceno.

Las declaraciones de la Smithsonian Institution, tanto la de 1982 como la revisión de 1996, que casi negaban cualquier contacto entre el Viejo Mundo y América antes de Colón, fueron contestadas ampliamente por expertos mormones, especialmente por John Sorenson, quien aportó un lote abrumador de evidencias arqueológicas a favor de dichos contactos transoceánicos, basado en una legión de autores ajenos al mormonismo, bien reputados en sus campos y algunos incluso asociados a la Smithsonian. Ésta dejo de publicar sus declaraciones negativas desde marzo de 1998. El apologista mormón Jeff Lindsay la solicitó, como postura oficial sobre el mormonismo. El Smithsoniano, ya muy moderada, le contestó en febrero de 2001 que “El Libro de Mormón es un documento religioso y no una guía científica. El Instituto Smithsoniano nunca lo ha usado en investigaciones arqueológicas, y cualquier información que usted haya recibido en sentido contrario es incorrecta”

Qué dice el Libro de Mormón

1 Nefi 18:25 dice que los nefitas econtraron “caballos” en el desierto después de llegar al nuevo continente, seguramente Centroamérica: “Y ocurrió […] que había animales de toda especie en los bosques; tanto la vaca como el buey, y el asno, y el caballo, y la cabra, y la cabra montés, y toda clase de animales silvestres, los cuales el hombre podía utilizar”.

2 Nefi 12:7 dice que había muchos en la tierra: “Su tierra también está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin; también su tierra está llena de caballos, y sus carros son sin número”.

Enós 1:21 dice que fueron domesticados por los nefitas: “Y aconteció que el pueblo de Nefi […] crió rebaños de reses, y manadas de toda clase de ganado […], y también muchos caballos”.

Eter 9:19 habla de que los jareditas “también tenían caballos y asnos […], todos los cuales eran útiles para el hombre”.

Adviertan ustedes que el Libro de Mormón no describe caballos en las batallas, ni caballos montados por los nefitas, y apunten este dato porque es posible que nos ayude un poco más adelante. Es cierto que hay dos pasajes de caballos y carruajes (Alma 18:9-12, cuando Ammón prepara los caballos del rey, y 3 Nefi 3:22, que dice que los nefitas de Laconeo “habían reunido sus caballos, y sus carros, y su ganado, y todos sus hatos y rebaños, y su grano, y todos sus bienes […] para que se juntasen, a fin de defenderse de sus enemigos”), pero no dice en qué manera los caballos trabajaban excepto que acompañaban a un rey en un viaje corto. No especifica lo que los caballos hacían. Noten que en 3 Nefi 4:4 se asocia a los caballos con “ganado” y con “rebaños”, en una situación de supervivencia durante el largo sitio de una ciudad: “

[…] y los nefitas se hallaban en un solo grupo, y era grande su número, y se habían provisto de víveres y de caballos, y ganado, y rebaños de toda clase, para poder subsistir por el término de siete años”. El otro pasaje que habla de caballos y ganado es 3 Nefi 6:1, donde dice que “los nefitas volvieron todos a sus propias tierras, todo hombre con su familia, sus rebaños y hatos, sus caballos y su ganado, y cuantas cosas le pertenecían”.

Y se acabó. Ya no se mencionan más caballos en todo el Libro, salvo en las citas de Isaías. Esta última mención es del año 26 d.C. Según esto, los caballos asoman en las siguientes fechas y lugares:

· Con los jareditas, en torno al 2200 a.C., durante el próspero reinado de Emer, al norte de la “estrecha lengua de tierra” (probablemente la zona de Oaxaca en México).

· Entre los primeros nefitas y lamanitas, según los dos primeros libros de Nefi, en “la tierra de la primera herencia”, probablemente la zona de Guatemala-El Salvador-Honduras (600-570 a.C.).

· En la tierra de Nefi, quizá el sur de México y Guatemala, en tiempos de Enós (450-420 a.C.).

· Entre los lamanitas, en el episodio de Ammón y el rey Lamoni en el libro de Alma (90 a.C.).

· En los años previos a la manifestación de Jesucristo en Zarahemla, probablemente al sur de la Península de Yucatán (18-26 d.C.).

Es llamativo que en los cuatrocientos años siguientes no se mencione ni una vez más ningún caballo. Estamos hablando, pues, de referencias muy localizadas en grupos muy localizados. No se afirma nunca que los caballos se extendieran como conejos por todo el continente americano. Es decir, el Libro de Mormón dice que sólo unos cuantos grupos en regiones limitadas del Nuevo Mundo conocían el caballo.

¿Hay o no Restos de Caballos en la Ámerica Precolombina?

Sí hay restos. Lo único que desconcierta a ciertos investigadores es que el Libro de Mormón dice que “la tierra estaba llena de caballos”. Entonces suponen que el Libro quiere decir que toda América estaba llena de caballos, por lo cual se deberían haber encontrado miles de huesos o dientes o muelas equinas. Pero no es así. El Libro de Mormón no dice tales disparates. La tierra de los nefitas era un área pequeña, una superficie como El Salvador. A partir de esa tesis sí que es posible pensar en pequeños reductos de caballos que apenas han dejado huellas.

Hay que tener en cuenta que pequeños grupos de animales en regiones limitadas algunas veces no dejan restos arqueológicos. Por ejemplo, según Gwyn Jones, es más que probable que los vikingos llevasen caballos, vacas, ovejas, cabras y cerdos al Este de Norteamérica en el siglo XI d.C. (Jones 1986:119), pero estos animales no han dejado restos (Wahlgren 1986:124). Otro ejemplo: los olmecas seguramente criaron perros y pavos, porque son animales muy presentes en los períodos tempranos del continente americano, pero tampoco hay restos de ellos. Es posible que los huesos hayan desaparecido por la acción de la humedad y la acidez de la tierra (Soustelle 1984:23). Último ejemplo, quizá el más significativo: los hunos de Asia Central durante los siglos IV y V d.C. tenían un potente ejército basado en la caballería. Hablamos de cientos de miles (quizá millones) de caballos. Bien, pues ¿pueden decirme dónde están los restos de caballos hunos? ¿Cuántos huesos de caballos hunos hemos encontrado? ¿No lo sospechan?... Se lo diré: Cero. Ninguno. Ni un molar (Bokonyi 1974:267). Sabemos de estos caballos por lo que nos cuenta la Historia escrita, pero no hay pruebas palpables, si por pruebas palpables entendemos restos de huesos.

Completemos nuestra perspectiva con la arqueología bíblica. Se destinan muchos millones de dólares a las excavaciones en las tierras bíblicas, muchos más que a la “arqueología mormona”. Ustedes saben que la Biblia menciona leones en Palestina. Pero durante decenas de años no se encontró un solo resto de león allí. Fue en 1988 cuando se encontraron dos pequeñas muestras (Martin 1988:83-84). Hasta entonces los arqueólogos ateos y los escépticos se reían de los judeo-cristianos. Y lo mismo ha sucedido con nosotros hasta hace poco: ciertos fundamentalistas bíblicos se reían del Libro de Mormón por lo de los caballos.

Así que tengan todos paciencia e infórmense. Mientras tanto, vamos con los hallazgos de restos de caballos confirmados:

Ya en 1941 Ivan Sanderson declaró que “hay un cuerpo de evidencias tanto de América Central como de las zonas rocosas de Haití […] que muestran que el caballo pudo ser conocido por el hombre de las Américas antes de la llegada de los españoles […] Es concebible que pequeñas poblaciones de caballos o animales semejantes continuasen existiendo hasta épocas muy posteriores en rincones de los dos continentes donde las condiciones fuesen favorables y donde fuesen libres de los ataques de otros animales y de enfermedades de parásitos que pudiesen causar su exterminio” (Sanderson 1941:39-40).

Yucatán, concretamente Mayapán: en un enclave indio de varios siglos antes de Colón se encontraron huesos de caballo en cuatro lugares, algunos de ellos modernos y dos de ellos precolombinos, en el Cenote de Ch’en Mul. Eran dos dentaduras de caballo en el estrato de la base, parcialmente mineralizadas, es decir, de bastante más antigüedad que 1492, junto a alfarería maya (Pollock y Ray 1957:638; Ray 1957:278).

Yucatán, complejo de cavernas de Loltun: en 1977 dos arqueólogos mexicanos encontraron un depósito de 16 capas (Welch, 1978:99). En el nivel VII encontraron alfarería, algunos de cuyos utensilios estaban hechos con huesos de caballo, hasta el nivel II, datados por el radiocarbono en 1800 a.C. Los fragmentos de cerámica tenían porciones del 900 al 400 a.C. (Schmidt 1988:250).

Uno de los hallazgos más sorprendentes es un sitio datado en el 100 d.C. en St. Petersburg, Florida, que contiene restos de un mamut, un mastodonte y un caballo (Sorenson 1985: 297-8. Ver también Hester, p. 185).

Wisconsin: un esqueleto de caballo enterrado con artefactos indios en un montículo funerario, todo ello datado en el 700 d.C. (Baily 1990:4)

Louissiana: Holland Hague estudia la documentación de huesos equinos encontrados en este estado, datados por el radiocarbono en los primeros siglos después de Cristo
(Hague, 1990).

Más recientemente, en 2001, el National Geographic mostró evidencias de caballos usados como alimento, lo cual corroboraba la convivencia entre la especie humana y la equina, durante tanto tiempo desechada por muchos estudiosos. El estudio se centraba en la punta de una lanza precolombina con proteínas de caballo
(Mayell, 2001).

Esta misma convivencia, sin embargo, ya había sido vislumbrada por estudios de un paleontólogo decimonónico: en 1895 Henry C. Mercer estudió 29 cuevas del área de Puuc, en Yucatán. Encontró huesos de caballo en tres cuevas, Actun Sayab, Actun Lara, y Chektalen, que resultaron ser especies americanas del Pleistoceno, llamadas entonces Equus occidentalis L, pero que Mercer, en vista de que los huesos estaban en una capa superficial, decidió clasificar como Equus equus, el mismo caballo que luego traerían los españoles (Mercer 1892:172).

En 1947 Robert T. Hatt repitió las excavaciones de Mercer y encontró en Actun Lara más restos de caballo americano, llamado entonces Equus conversidens (
Hatt 1953). Esto simplemente probaba que el caballo y el hombre pudieron convivir en algunas zonas aisladas de Yucatán mucho antes de Colón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

EXCELENTE ARTICULO, CON FUENTES DE INVESTIGADORES VERIFICABLES EN ZONAS ARQUEOLOGICAS DE MESOAMERICA.

Publicar un comentario

@mormonorg